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Cuando sus hombres vieron que sus enemigos eran mucho más numerosos, se llenaron de miedo, y muchos se escaparon del campamento, así que no quedaron en él más que ochocientos hombres. Al ver Judas que sus tropas habían desertado y que la batalla no podía evitarse, sintió un gran desánimo, pues ya no tenía tiempo de volver a reunir a su gente. Desalentado, les dijo a los que se habían quedado:

—¡Adelante! ¡Ataquemos a nuestros enemigos, a ver si podemos darles batalla!

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