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32 Pero unos quinientos soldados del ejército de Nicanor murieron en la batalla. Los que se salvaron corrieron a esconderse en el cuartel de Jerusalén.

33 Después de esto, Nicanor fue a Jerusalén. Al llegar, algunos de los sacerdotes y jefes del pueblo salieron a recibirlo amistosamente. Incluso le mostraron la ofrenda quemada que estaban presentando a favor del rey. 34 Pero Nicanor se burló de ellos, les escupió la cara, los insultó y les habló con mucha soberbia.

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