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Y sucedió que cuando iba a entrar en el palacio real de sus antepasados, el ejército puso presos a Antíoco y a Lisias, para entregárselos. Al enterarse Demetrio de lo sucedido, dijo: «¡No quiero ni verlos!» Entonces los soldados los mataron, y Demetrio tomó posesión de su trono real.

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