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Entonces Judas fue a luchar contra los descendientes de Esaú en Idumea, y atacó a Acrabatene, donde tenían rodeados a los israelitas. Allí causó a los idumeos una gran derrota, los sometió y los saqueó. También se acordó de la maldad de la gente de Beón, pues continuamente ponían trampas y obstáculos a los israelitas y les tendían emboscadas en los caminos. Judas los obligó a encerrarse en sus fortalezas, los cercó y los entregó a la destrucción, quemando las fortalezas con todos los que estaban dentro.

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