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45 y, junto con sus mujeres y sus niños, subieron a la muralla, y desde allí se rindieron a Simón. 46 Con mucho miedo le suplicaban: «¡No nos trate como merece nuestra maldad! ¡Tenga piedad de nosotros!» 47 Simón los perdonó, y suspendió el ataque. Pero los expulsó de la ciudad y purificó las casas donde había encontrado ídolos. Luego entró a la ciudad, cantando y alabando a Dios,

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