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Pero en cada ciudad en donde entraba, Tolomeo dejaba una guarnición. Cuando llegó a Azoto, le mostraron el templo incendiado de Dagón, y la ciudad y sus alrededores destruidos, con los cadáveres tirados y los restos de la gente que Jonatán había quemado en la batalla; los habían amontonado a lo largo del camino por donde Tolomeo debía pasar. La gente le contó al rey que eso lo había hecho Jonatán, para desacreditarlo, pero el rey se quedó callado.

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