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38 Por miedo al enemigo,
los habitantes de Jerusalén
huyeron espantados,
y se fueron de la ciudad
porque se llenó de extranjeros.

39 El templo quedó en ruinas
y en completo abandono.
Sus fiestas parecían funerales
y el culto del sábado daba pena.
La gran ciudad quedó humillada.

40 Su humillación fue tan grande
como una vez lo fue su grandeza.
¡Su alegría se convirtió en tristeza!

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