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Emprendió muchas guerras, se apoderó de ciudades fortificadas, mató a varios reyes de la región, llegó hasta los lugares más apartados de la tierra y saqueó muchas naciones. Después, toda la tierra quedó en paz bajo su dominio, y Alejandro se llenó de orgullo y soberbia. Luego de haber reunido un poderosísimo ejército, sometió provincias, naciones y gobernantes, y los obligó a pagarle tributo.

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