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El número de ellos y de sus hermanos, expertos en la música dedicada al SEÑOR, todos maestros, era de doscientos ochenta y ocho. Echaron suertes para establecer los turnos del servicio, participando tanto el pequeño como el grande, lo mismo el maestro que el alumno.

La primera suerte tocó a José, de los de Asaf.

La segunda, a Gedalías que con sus hermanos y sus hijos eran doce.

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