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Todos ellos estaban en la casa del Señor bajo la dirección musical de su padre, con címbalos, salterios y arpas, para el ministerio del templo de Dios. Asaf, Jedutún y Hemán estaban allí por disposición del rey. El número de todos los aptos e instruidos en el canto para honrar al Señor, era de doscientos ochenta y ocho, incluyendo a sus hermanos. Los turnos para ministrar fueron sorteados, sin distinguir entre pequeños y grandes, ni entre maestros y discípulos.

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