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53 Porque es necesario que lo corruptible se vista de incorrupción, y lo mortal se vista de inmortalidad. 54 Y cuando esto, que es corruptible, se haya vestido de incorrupción, y esto, que es mortal, se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «Devorada será la muerte por la victoria».(A) 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?(B) 56 Porque el pecado es el aguijón de la muerte, y la ley es la que da poder al pecado. 57 ¡Pero gracias sean dadas a Dios, de que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!

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12 Yo volví la mirada para ver de quién era la voz que hablaba conmigo, y al volverme vi siete candeleros de oro; 13 en medio de los siete candeleros vi a alguien, semejante al Hijo del Hombre,(A) que vestía un ropaje que le llegaba hasta los pies, y que llevaba un cinto de oro a la altura del pecho.(B) 14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como lana. Parecían de nieve.(C) Sus ojos chispeaban como una llama de fuego. 15 Sus pies eran semejantes al bronce pulido,(D) y brillaban como en un horno; su voz resonaba como el estruendo de un poderoso caudal de agua;(E) 16 en su mano derecha llevaba siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada de doble filo; su rostro era radiante, como el sol en todo su esplendor.

17 Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí, y me dijo: «No temas. Yo soy el primero y el último,(F) 18 y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre. Amén. Yo tengo las llaves de la muerte y del infierno.

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