1 Tesalonicenses 4
La Palabra (Hispanoamérica)
II.— INSTRUCCIONES Y RECOMENDACIONES DIVERSAS (4,1—5,22)
Una vida agradable a Dios
4 Por lo demás, hermanos, les pedimos y exhortamos a que, lo mismo que aprendieron de nosotros a comportarse como conviene, agradando a Dios, así sigan comportándose para que progresen lo más posible. 2 Conocen cuáles fueron las instrucciones que les dimos de parte de Jesús, el Señor. 3 Dios, en efecto, quiere que vivan como consagrados a él, que se abstengan de acciones deshonestas 4 y que cada uno de ustedes sepa vivir con su mujer santa y decorosamente, 5 sin que los arrastre la pasión, como arrastra a los paganos que no conocen a Dios. 6 Y que nadie en este asunto atropelle o conculque los derechos de su hermano porque, como ya les dijimos e insistimos en su día, el Señor hará justicia de todas estas cosas. 7 Pues no los ha llamado Dios a vivir en la impureza, sino como consagrados a él. 8 Por eso, quien rechaza esto, no rechaza una norma humana, sino a Dios que es quien les da su santo Espíritu.
9 En cuanto al amor fraterno, no hace falta que les diga nada por escrito, ya que el mismo Dios les ha enseñado a amarse los unos a los otros. 10 Y así lo practican con todos los hermanos de la entera Macedonia. Sólo les pedimos, hermanos, que progresen en ello más y más, 11 que procuren vivir tranquilos, que se ocupen de sus asuntos y que trabajen con sus propias manos, según las instrucciones que les dimos. 12 Así se ganarán el respeto de los no cristianos y no tendrán que importunar a nadie.
Sobre los difuntos
13 Hermanos, no queremos que ignoren la suerte de aquellos que ya han muerto. Así no estarán tristes como lo están los que carecen de esperanza. 14 Nosotros creemos que Jesús ha muerto y ha resucitado; pues, igualmente, Dios llevará consigo a quienes han muerto unidos a Jesús.
15 Apoyados en la palabra del Señor, les aseguramos que nosotros los que estemos vivos, los supervivientes en el día de la manifestación del Señor no tendremos preferencia sobre los que ya murieron. 16 Porque el Señor mismo bajará del cielo y, a la voz de mando, cuando se oiga la voz del arcángel y resuene la trompeta divina, resucitarán en primer lugar los que murieron unidos a Cristo. 17 Después nosotros, los que aún quedemos vivos, seremos arrebatados, junto con ellos, entre nubes, y saldremos por los aires al encuentro del Señor. De este modo viviremos siempre con el Señor. 18 Dense ánimos, pues, unos a otros con esta enseñanza.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España