1 Macabeos 10
Dios Habla Hoy
Jonatán entre dos rivales
10 En el año ciento sesenta, Alejandro Epífanes, hijo de Antíoco, vino y se apoderó de Tolemaida, donde fue bien recibido, y se proclamó rey. 2 Cuando el rey Demetrio tuvo noticias de esto, reunió un ejército extraordinariamente numeroso y se puso en marcha para atacar a Alejandro. 3 Al mismo tiempo envió Demetrio a Jonatán una carta en términos pacíficos y elogiosos. 4 Él pensaba que era preferible adelantarse a hacer las paces con los judíos, antes que Jonatán las hiciera con Alejandro y los dos se unieran contra él. 5 Pensaba que Jonatán se acordaría de todos los males que Demetrio les había hecho a él, a sus hermanos y a toda la nación. 6 Entonces autorizó a Jonatán para formar un ejército y conseguir armas y ser su aliado. Mandó también que le entregaran los rehenes que había en la ciudadela de Jerusalén. 7 Jonatán fue a Jerusalén y leyó la carta delante de todo el pueblo y de la guarnición de la ciudadela. 8 Éstos se llenaron de miedo cuando le oyeron leer que el rey lo había autorizado para formar un ejército, 9 así que le entregaron los rehenes, y él los devolvió a sus padres.
10 Jonatán se estableció en Jerusalén y empezó a reconstruir y reparar la ciudad. 11 Dio a los encargados de las obras la orden de reconstruir las murallas y de rodear el monte Sión con una fortificación hecha de piedras talladas, cosa que se realizó. 12 Los extranjeros que estaban en las fortalezas hechas por Báquides huyeron, 13 abandonando cada uno su puesto para regresar a su patria. 14 Sin embargo, en Bet-sur se quedaron algunos de los que habían sido infieles a la ley y a los mandamientos, y que se habían refugiado allí.
15 El rey Alejandro se enteró de las promesas que Demetrio había hecho a Jonatán, lo mismo que de las batallas que habían sostenido, y el valor que habían mostrado Jonatán y sus hermanos, y las penalidades que habían soportado, 16 y dijo: «¡Ojalá tuviéramos nosotros un hombre así! Más vale que ahora lo hagamos amigo y aliado nuestro.» 17 Entonces le escribió una carta en los siguientes términos:
18 «El rey Alejandro saluda a su hermano Jonatán. 19 He tenido noticias de que eres un hombre fuerte y valiente, digno de ser amigo mío. 20 Por eso te confiero hoy la dignidad de sumo sacerdote de tu nación y el derecho de llamarte «amigo del rey», para que apoyes mi causa y me conserves tu amistad.»
Con la carta, Alejandro le envió un manto de púrpura y una corona de oro.
21 Jonatán se puso las vestiduras sagradas el mes séptimo del año ciento sesenta, en la fiesta de las Enramadas. Reunió un ejército y consiguió muchas armas.
22 Cuando Demetrio supo esto, se sintió muy molesto y dijo: 23 «¿Cómo dejamos que Alejandro se nos adelantara y se ganara la amistad y el apoyo de los judíos? 24 Yo también voy a escribirles amistosamente y a ofrecerles honores y regalos, para que se pongan de mi lado y me apoyen.» 25 Entonces les escribió en los siguientes términos:
26 «El rey Demetrio saluda a la nación de los judíos. He sabido con placer que ustedes han cumplido los convenios que hemos hecho, y que se han mantenido como amigos míos y no se han puesto del lado de mis enemigos. 27 Continúen manteniéndose fieles a mí, y los recompensaré bien por lo que hagan por mí; 28 los eximiré de muchas contribuciones y les haré muchos regalos.
29 »Por la presente eximo a ustedes y a todos los judíos de pagar tributo, del impuesto a la sal y del impuesto en oro para el rey. 30 De hoy en adelante renuncio a la tercera parte de la cosecha de granos y a la mitad de la cosecha de los árboles frutales que me correspondía. Desde ahora y para siempre renuncio a tomarlos de Judea, así como de los tres distritos que antes pertenecían a Samaria y Galilea, pero que ahora quedan anexados a Judea. 31 Jerusalén, lo mismo que su territorio, será sagrada y estará libre de diezmos e impuestos. 32 También renuncio a mi autoridad sobre la ciudadela de Jerusalén, y concedo al sumo sacerdote autorización para escoger una guarnición que la proteja. 33 Declaro libres, sin rescate ninguno, a todos los judíos que han sido llevados cautivos de Judea a cualquier lugar de mi reino. Ellos y su ganado quedan libres de impuestos. 34 Todos los días de fiesta, de luna nueva, los sábados y demás fechas especialmente señaladas para las fiestas, lo mismo que los tres días anteriores y los tres días siguientes de cada fiesta, serán días libres de impuestos y de obligaciones civiles para todos los judíos que viven en mi reino. 35 Nadie tendrá autoridad para exigir dinero o para molestar a ningún judío por ningún motivo.
36 »Los judíos podrán ser reclutados, hasta un número de treinta mil hombres, para los ejércitos del rey, y recibirán el mismo salario que las demás tropas del rey. 37 Habrá también algunos judíos en las principales fortalezas reales, y otros ocuparán puestos de confianza en el reino. Sus comandantes y oficiales deben ser también judíos y deben vivir de acuerdo con sus leyes, como el rey lo ha ordenado para toda Judea.
38 »Los tres distritos que han sido separados de Samaria y anexados a Judea, deben quedar incorporados a ella, bajo la misma administración y bajo la sola autoridad del sumo sacerdote.
39 »Doy Tolemaida y la tierra que le pertenece, como regalo, al templo de Jerusalén, para cubrir los gastos del mismo. 40 Del presupuesto real doy la cantidad anual de ciento sesenta y cinco kilos de plata, que deberá ser sacada de los lugares más convenientes. 41 Todo el excedente de las contribuciones oficiales para el culto, que los funcionarios no estaban dando como al principio, será entregado de ahora en adelante para las obras del templo. 42 Queda además suprimido el impuesto de cincuenta y cinco kilos de plata, que el templo, de lo que recibía, debía pagar anualmente al rey, y ahora se destinará a los sacerdotes que ofician en el templo. 43 Si alguna persona que tenga una deuda con el fisco real o cualquier otra obligación se refugia en el templo de Jerusalén o en el terreno que le pertenece, quedará libre ella y todas las cosas que posea en mi reino. 44 Los gastos para la reconstrucción y reparación del templo serán pagados con fondos del tesoro real. 45 Los gastos para la reconstrucción de las murallas de Jerusalén y de las fortificaciones que hay alrededor, así como la reconstrucción de las murallas de otras ciudades de Judea, también correrán por cuenta del tesoro real.»
46 Cuando Jonatán y el pueblo oyeron esto, no lo creyeron ni lo aceptaron, pues recordaban los terribles males que el rey Demetrio había causado a Israel y la dura opresión a que los había sometido. 47 Prefirieron ponerse de parte de Alejandro, pues él había tomado la iniciativa de hacerles propuestas de paz. Por eso fueron siempre sus aliados.
48 El rey Alejandro reunió un gran ejército y tomó posiciones frente a Demetrio. 49 Los dos reyes trabaron batalla, pero el ejército de Demetrio huyó, y Alejandro lo persiguió y sacó ventaja sobre sus enemigos. 50 Aunque Demetrio resistió con fuerza el ataque hasta la puesta del sol, sin embargo ese día cayó muerto.
Jonatán recibe honores supremos
51 Alejandro, entonces, envió una embajada al rey Tolomeo de Egipto, para decirle: 52 «He regresado a mi reino para ocupar el trono de mis antepasados, y he tomado el poder. He derrotado a Demetrio y me he apoderado de nuestro país. 53 Después de una batalla con él, lo he derrotado a él y a su ejército, y me he sentado en el trono real que él ocupaba. 54 Así pues, quiero que hagamos amistad y que me des como esposa a tu hija, para ser tu yerno. Yo te daré a ti, y también a ella, regalos dignos de tu posición.»
55 El rey Tolomeo respondió en los siguientes términos: «Feliz el día en que regresaste a la tierra de tus antepasados y ocupaste el trono real. 56 Acepto la propuesta que me has hecho en tu carta, y te haré mi yerno, como me lo pides. Pero quisiera que nos encontráramos en Tolemaida, para entrevistarnos.»
57 Tolomeo y su hija Cleopatra salieron de Egipto y se dirigieron a Tolemaida. Era el año ciento sesenta y dos. 58 El rey Alejandro salió a su encuentro, y Tolomeo le dio su hija. La boda se celebró en Tolemaida con gran esplendor, como correspondía a su dignidad real.
59 El rey Alejandro le escribió a Jonatán, invitándolo a entrevistarse con él. 60 Jonatán fue con gran pompa a Tolemaida, y allí se entrevistó con los dos reyes; a ellos y a sus amigos les ofreció regalos de oro y plata, y muchas otras cosas, y se ganó su amistad.
61 Entonces se reunieron unos israelitas renegados, gente malvada, y fueron a acusar a Jonatán; pero el rey no les hizo caso. 62 Más aún, ordenó que le cambiaran a Jonatán la ropa que llevaba puesta por vestiduras de púrpura, y así se hizo. 63 El rey hizo que se sentara a su lado, y ordenó a sus oficiales que lo llevaran al centro de la ciudad y proclamaran que nadie podía acusarlo de ninguna cosa, ni causarle molestia por ningún motivo. 64 Cuando sus acusadores lo vieron con tantos honores, como se había proclamado, y vestido de púrpura, todos huyeron. 65 El rey, pues, lo cubrió de honores, lo inscribió en el grupo de primeros amigos del rey, y lo nombró jefe militar y gobernador de la provincia. 66 Después Jonatán volvió a Jerusalén, contento por lo bien que le había ido.
Victoria de Jonatán sobre Apolonio
67 En el año ciento sesenta y cinco, Demetrio, hijo del rey Demetrio, llegó de Creta a la tierra de sus antepasados. 68 Cuando el rey Alejandro lo supo, se contrarió mucho y se volvió a Antioquía. 69 Demetrio nombró comandante a Apolonio, que era gobernador de Celesiria. Éste reunió un numeroso ejército y acampó en Jabnia, desde donde envió el siguiente mensaje a Jonatán: 70 «Tú eres el único que se me opone; por culpa tuya he quedado en ridículo y me desprecian. ¡No te las des de muy fuerte contra mí, estando allá en tus montañas! 71 Si tienes tanta confianza en tus ejércitos, baja a la llanura y midamos allí nuestras fuerzas. Yo tengo de mi lado el apoyo de las ciudades. 72 Pregunta, y te dirán quién soy yo y quiénes son los demás que me apoyan. Te dirán que contra nosotros no podrán ustedes resistir, pues los antepasados de ustedes ya han sido derrotados dos veces en su propia tierra. 73 En la llanura, donde no hay rocas ni peñascos ni sitios donde refugiarse, tú no podrás hacer frente a la caballería ni a un ejército como el mío.»
74 Al oír el mensaje de Apolonio, Jonatán se indignó profundamente, escogió a diez mil hombres y salió de Jerusalén. Su hermano Simón fue a su encuentro para prestarle ayuda. 75 Acamparon junto a Jope, pero los habitantes de la ciudad les cerraron las puertas, pues allí había una guarnición de Apolonio. Entonces los judíos atacaron la ciudad. 76 Los habitantes, llenos de miedo, les abrieron las puertas, y Jonatán se apoderó de Jope.
77 Cuando Apolonio tuvo noticias de esto, alistó un ejército compuesto de tres mil soldados de caballería y una gran fuerza de infantería, y se puso en marcha hacia Azoto, como si quisiera pasar de largo, pero al mismo tiempo se internó por la llanura, confiado en su numerosa caballería. 78 Jonatán lo persiguió hasta Azoto, donde los dos ejércitos trabaron batalla. 79 Apolonio había dejado escondidos en la retaguardia diez mil soldados de caballería; 80 pero Jonatán se dio cuenta de que le había tendido una emboscada en la retaguardia. La caballería enemiga rodeó al ejército de Jonatán y lo atacó con una lluvia de flechas, desde la mañana hasta el atardecer. 81 Pero la gente se mantuvo firme, como se lo había ordenado Jonatán, hasta que la caballería enemiga se cansó. 82 Una vez agotadas las fuerzas de la caballería, Simón hizo avanzar sus tropas y atacó a la infantería enemiga; todos fueron derrotados y huyeron. 83 Los de caballería se dispersaron por la llanura, huyeron a Azoto, y entraron en el templo de Dagón, el dios de la ciudad, para escapar de la muerte.
84 Jonatán incendió Azoto y sus aldeas, y las saqueó; incendió el templo de Dagón e hizo morir en el incendio a los que se habían refugiado allí. 85 El número de los que murieron a filo de espada o en el incendio llegó a ocho mil.
86 De allí Jonatán se fue y acampó en Ascalón. Los habitantes de la ciudad salieron a su encuentro, y le rindieron grandes honores. 87 Luego Jonatán regresó a Jerusalén con su gente y gran cantidad de botín.
88 Cuando el rey Alejandro recibió noticias de esto, todavía le concedió más honores a Jonatán: 89 le envió un broche de oro, como se acostumbra dar a los parientes del rey, y además le dio en propiedad la ciudad de Ecrón con todo su territorio.
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