Cantares 6:1-8:4
Nueva Biblia Viva
El coro
6 Bella entre las bellas, ¡¿dónde habrá ido tu amado?! Te ayudaremos a buscarlo.
La amada
2 Mi amado ha bajado a su huerto, a sus lechos de especias, a apacentar su rebaño y a recoger lirios. 3 Yo soy de mi amado y mi amado es mío. Él apacienta su rebaño entre los lirios.
Quinto canto
El amado
4 Amada mía, eres tan bella como la tierra de Tirsá; hermosa como Jerusalén. Impresionante como las estrellas del cielo. 5 ¡Aparta de mí la mirada, pues tus ojos me han vencido! Tus cabellos, derramándose sobre tu rostro, son como rebaño de cabras que retozan por las laderas de Galaad. 6 Tus dientes son como rebaños de cabritas recién lavados; perfectos y completos. 7 Tus mejillas son como dos mitades de granadas tras el velo. 8 Pueden ser sesenta las reinas y ochenta las princesas, así como incontables vírgenes a mi disposición. 9 Pero tú, paloma mía, eres la única entre todas. La hija consentida de su madre. Encantadas quedaron las mujeres de Jerusalén al verte, y hasta las reinas y princesas te alaban. 10 ¿Quién es esta que surge como la aurora, bella como la luna, brillante como el sol, impresionante como las estrellas del cielo.
11 Bajé al bosquecillo de nogales y salí al valle para contemplar la primavera, para ver si ya retoñaban las viñas o florecían los granados. 12 Antes de darme cuenta, me encontré entre las carrozas reales de mi pueblo.
El coro
13 Vuelve, vuelve acá, ¡oh mujer perfecta! ¡Regresa, regresa para que podamos verte otra vez!
El amado
¿Por qué contemplan a la que es todo perfección mientras danza graciosamente?
7 ¡Qué bellos son tus pies en las sandalias!, princesa mía. Tus torneados muslos son joyas, obra del más excelso artífice. 2 Tu ombligo es copa de vino. Tu vientre encantador es montón de trigo entre lirios. 3 Tus pechos son dos gacelas; sí, dos gacelas mellizas; 4 tu cuello parece torre de marfil, tus ojos, los manantiales de Hesbón junto a la entrada de Bat Rabín. Tu nariz es bella como la torre del Líbano que mira hacia Damasco. 5 Como el monte Carmelo es corona de montes, así tu cabeza es tu corona. Has cautivado al rey con tus rizos. 6 ¡Qué deliciosa eres; qué agradable, amor, sumo deleite! 7 Eres alta y esbelta al igual que una palmera, y tus pechos son sus racimos. 8 Yo me dije: «Subiré a la palmera y tomaré sus racimos». Sean ahora tus pechos como racimos de uvas y el aroma de tu aliento como manzanas, 9 y tus besos tan embriagantes como el mejor vino, que resbala suavemente por labios y dientes.
La amada
10 Soy de mi amado; ¡su pasión lo atrae hacia mí! 11 Ven, amado mío, salgamos a los campos y pasemos la noche entre los azahares. 12 Madruguemos para salir a las viñas a ver si han retoñado, si los capullos se han abierto, y si los granados están en flor. Y allí te entregaré mi amor. 13 Allí las mandrágoras esparcen su aroma, y a nuestra puerta hallamos las más exóticas frutas, frescas y secas, pues las he guardado para ti, amado mío.
8 ¡Cómo quisiera que fueras mi hermano! Entonces podría besarte aunque nos vieran, y nadie se burlaría de mí. 2 Te llevaría de la mano al hogar de mi infancia, y allí me enseñarías. Yo te daría a beber vino con especias, dulce vino de granada. 3 ¡Pon tu brazo izquierdo bajo mi cabeza y rodea mi cintura con tu brazo derecho!
El amado
4 Les ruego, mujeres de Jerusalén, que no despierten a mi amada hasta que ella quiera.
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