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David y sus hombres se dedicaron a hacer incursiones contra los guesureos, los guirzitas y los amalecitas que desde tiempos remotos habitaban el territorio que va desde Telán, en dirección de Sur, hasta Egipto. No dejaban persona con vida en los pueblos que atacaban, y se llevaban ovejas, bueyes, burros, camellos y ropa al regresar a sus hogares.

10 ―¿A quiénes atacaron hoy? —preguntaba Aquis. Y David respondía:

―Atacamos el sur de Judá y el sur de Jeramel y el sur de los ceneos.

11 Como a nadie dejaban vivo, nadie podía ir a Gat y decir a dónde habían ido realmente. Esto ocurrió una y otra vez mientras David vivió entre los filisteos. 12 Aquis creía lo que David le decía, y pensaba que el pueblo de Israel debía odiarlo bastante ya. «Ahora tendrá que quedarse aquí y servirme para siempre», pensaba el rey.

Saúl y la adivina de Endor

28 En aquellos días los filisteos reunieron sus ejércitos para guerrear contra Israel.

―Tú y tus hombres tienen que ayudarnos en la guerra —dijo a David el rey Aquis.

―Muy bien —dijo David—. Ya verás de cuánta ayuda podemos serte.

―Si lo haces, serás mi guardaespaldas durante el resto de tu vida —le dijo Aquis.