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18 Moisés respondió:

—No oigo sonido de gritos de victoria ni lamentos de derrota; son cantos lo que oigo.

19 Moisés se enojó mucho cuando llegó al campamento y vio al becerro de oro y al pueblo bailando. Entonces arrojó las tablas contra el suelo, las cuales se hicieron pedazos al pie del monte. 20 Luego Moisés agarró al becerro que el pueblo había hecho, lo quemó en el fuego y lo molió hasta volverlo polvo. Después roció el polvo sobre el agua e hizo que los israelitas se tomaran esa agua.

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18 Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo. 19 Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. 20 Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel.

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