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Vocación y misión de Moisés (3,1—7,7)

Vocación de Moisés

Moisés pastoreaba el rebaño de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Conduciendo el rebaño a través del desierto, llegó al Horeb, el monte de Dios. Allí se le apareció el ángel del Señor como una llama de fuego, en medio de una zarza. Se fijó y quedó sorprendido al ver que la zarza ardía, pero no se consumía. Entonces Moisés se dijo:

— Voy a acercarme para observar este extraño fenómeno, y ver por qué no se consume la zarza.

Al ver el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:

— ¡Moisés! ¡Moisés!

— Aquí estoy, respondió Moisés.

Dios le dijo:

— No te acerques; quítate las sandalias, porque estás pisando un lugar sagrado.

Y añadió:

— Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob.

Moisés, sintió miedo de mirar a Dios y se tapó la cara.

El Señor continuó diciendo:

— He visto la angustiosa situación de mi pueblo en Egipto, he escuchado los gritos de dolor que le causan sus opresores y conozco sus calamidades. Ahora he decidido librarlos del poder de los egipcios y sacarlos de ese país para conducirlos a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, jeveos y jebuseos. El lamento de los israelitas ha llegado a mí, y he visto cómo los tiranizan los egipcios. 10 Ve, pues; yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas.

11 Entonces Moisés preguntó a Dios:

— ¿Quién soy yo para presentarme al faraón y sacar de Egipto a los israelitas?

12 Dios le contestó:

— Yo estaré contigo, y esta es la señal de que soy yo quien te envía: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, me adorarán en este monte.

13 Moisés le respondió:

— De acuerdo, me presentaré ante los israelitas y les diré: “El Dios de sus antepasados me envía a ustedes”; pero si ellos me preguntan cuál es su nombre, ¿qué les responderé?

14 Dios dijo a Moisés:

— Soy el que soy.

Y añadió:

— Esto responderás a los israelitas: “Yo soy” me envía a ustedes. 15 Les dirás también: “Yahweh, el Dios de nuestros antepasados, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, me envía a ustedes. Este es mi nombre eterno: así me llamarán de generación en generación”. 16 Reúne, pues, a los ancianos de Israel y diles: “El Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido y me ha dicho: Los he visitado y he observado cómo los tratan los egipcios; 17 así que he determinado acabar con sus penalidades y llevarlos al país de los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, jeveos y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel”. 18 Ellos te harán caso. Entonces, tú y los ancianos de Israel se presentarán al rey de Egipto, y le dirán: “El Señor, el Dios de los hebreos, ha salido a nuestro encuentro. Permítenos que nos adentremos durante tres días por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios”. 19 Yo sé que el rey de Egipto no los dejará marchar, a no ser por la fuerza. 20 Pero yo desplegaré mi poder y heriré a Egipto valiéndome de toda clase de prodigios, hasta que el faraón los deje marchar. 21 Además, haré que este pueblo se gane el favor de los egipcios, de modo que cuando salgan no lo hagan con las manos vacías, 22 sino que cada mujer pedirá a su vecina o a las dueñas de la casas donde se alojan, objetos que sean de plata y oro, y ropas para vestir a sus hijos e hijas. Así será como despojarán a los egipcios.

Moisés y la zarza ardiente

Un día, Moisés estaba cuidando el rebaño de Jetro, su suegro, que era sacerdote de Madián, y llevó las ovejas hasta el otro extremo del desierto hasta llegar a Horeb, la montaña de Dios. Estando allí, el ángel del Señor se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba envuelta en llamas, pero que no se consumía, así que pensó: «¡Qué increíble! Voy a ver por qué no se consume la zarza».

Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:

—¡Moisés, Moisés!

—Aquí estoy —respondió.

—No te acerques más —le dijo Dios—. Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa. Yo soy el Dios de tu padre. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Al oír esto, Moisés se cubrió el rostro, pues tuvo miedo de mirar a Dios.

Pero el Señor siguió diciendo:

—Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces y conozco bien sus penurias. Así que he descendido para librarlos del poder de los egipcios y sacarlos de ese país, para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, tierra donde abundan la leche y la miel. Me refiero al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. Han llegado a mis oídos los gritos desesperados de los israelitas y he visto también cómo los oprimen los egipcios. 10 Así que disponte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo.

11 Pero Moisés dijo a Dios:

—¿Y quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los israelitas?

12 —Yo estaré contigo —respondió Dios—. Y te voy a dar una señal de que soy yo quien te envía: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me adorarán[a] en esta montaña.

13 Pero Moisés insistió:

—Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”. Si me preguntan: “¿Y cómo se llama?”. ¿Qué les respondo?

14 Yo soy el que soy[b] —respondió Dios a Moisés—. Y esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: “Yo soy me ha enviado a ustedes”.

15 Además, Dios dijo a Moisés:

—Di esto a los israelitas: “El Señor,[c] el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me ha enviado a ustedes.

»”Este es mi nombre eterno;
    este es mi nombre
por todas las generaciones”.

16 »Y tú, anda, reúne a los jefes de Israel y diles: “El Señor, Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: ‘Yo he estado pendiente de ustedes. He visto cómo los han maltratado en Egipto. 17 Por eso me propongo sacarlos de su opresión en Egipto y llevarlos al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. ¡Es una tierra donde abundan la leche y la miel!’ ”.

18 »Los jefes de Israel te harán caso. Entonces ellos y tú se presentarán ante el rey de Egipto y dirán: “El Señor, Dios de los hebreos, ha venido a nuestro encuentro. Déjanos hacer un viaje de tres días al desierto, para ofrecerle sacrificios al Señor nuestro Dios”. 19 Yo sé bien que el rey de Egipto no va a dejarlos ir, a no ser por la fuerza. 20 Entonces manifestaré mi poder y heriré de muerte a los egipcios con todas las maravillas que realizaré entre ellos. Después de eso el faraón los dejará ir.

21 »Pero yo haré que este pueblo se gane la simpatía de los egipcios, de modo que cuando ustedes salgan de Egipto no se vayan con las manos vacías. 22 Toda mujer israelita pedirá a su vecina y a cualquier otra mujer que viva en su casa, objetos de oro, de plata y ropa para vestir a sus hijos y a sus hijas. Así despojarán ustedes a los egipcios».

Footnotes

  1. 3:12 me adorarán. Lit. me servirán. Aquí y en el resto de este libro, el texto hebreo usa el mismo verbo servir para indicar el servicio al faraón como esclavos, y el servir a Dios rindiéndole culto y adoración.
  2. 3:14 Yo … soy. Alt. Yo seré el que seré.
  3. 3:15 La palabra hebrea que se traduce como Señor suena como la forma verbal que en el v. 14 se ha traducido como Yo soy.