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Aquella noche Dios se presentó a Salomón y le dijo:

―¡Pídeme cualquier cosa, y te la daré!

Salomón contestó:

―¡Señor, tú fuiste bondadoso y bueno con mi padre David, y ahora me has dado el reino! Sólo una cosa puedo pedir, ya que has cumplido la promesa hecha a David mi padre y me has hecho rey sobre una nación tan numerosa como el polvo de la tierra. 10 Te suplico que me des sabiduría e inteligencia para gobernar correctamente, porque ¿quién sería capaz de gobernar por sí mismo a una nación tan grande como este pueblo tuyo?

11 Dios le respondió:

―Por cuanto tu más grande anhelo es ayudar a tu pueblo, y no has pedido riqueza personal ni honores, ni me has pedido que maldiga a tus enemigos, ni has solicitado una larga vida, sino que has pedido sabiduría y conocimiento para guiar a mi pueblo en forma adecuada, 12 ¡te doy la sabiduría y el conocimiento que has pedido! ¡Y también te daré riquezas, bienes y honores como ningún rey antes de ti los ha tenido! ¡Jamás habrá otro rey tan grande en todo el mundo!

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