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Libro 4

(Salmos 90-106)

La vida es corta, Dios es eterno

Oración de Moisés, hombre de Dios.

Señor mío, tú has sido nuestro refugio
    de generación en generación.
Tú ya eras Dios aun antes que las montañas se formaran
    y que crearas la tierra y el mundo.
    Tú eras y siempre serás Dios.
Tú traes a los seres humanos al mundo
    y los conviertes en polvo de nuevo.
Para ti, mil años son como un día que ya se va,
    como unas horas que pasan en la noche.
Siembras a los seres humanos cada año,
    de mañana brotan como la hierba.
La hierba crece en la mañana
    y por la tarde se seca y muere.

Tu furia nos consume;
    tu enojo nos llena de miedo.
Tú conoces todas nuestras faltas,
    la luz de tu rostro las revela;
    ves claramente los pecados que tratamos de esconder.
Tu furia puede acabar con nuestra vida;
    eres capaz de hacer que nuestra vida se desvanezca como un suspiro.
10 Podemos llegar a vivir 70 años,
    hasta 80 si gozamos de buena salud.
Vivimos trabajando duro y sufriendo,
    y de repente, nuestra vida termina y volamos.

11 Dios mío, nadie conoce la fuerza de tu furia,
    ¿será igual al temor que tú inspiras?
12 Haznos entender que la vida es corta,
    para así vivirla con sabiduría.

13 SEÑOR, ¿cuándo volverás a estar con nosotros?
    Sé bueno con tus siervos.
14 Llénanos de tu fiel amor cada mañana
    y nosotros siempre nos alegraremos y cantaremos.
15 Danos tantos años de alegría,
    así como nos diste de aflicción.
16 Deja que tus siervos vean las maravillas que tú puedes hacer por ellos.
    Y permite que sus hijos vean tu gloria.

17 Que nuestro Dios y Señor sea bueno con nosotros;
    que nos envíe ayuda.
    Sí, ayúdanos en lo que hacemos.

No te pasará nada

El que habita a la sombra del Altísimo,
    se acoge a la protección del Todopoderoso.
Yo le digo al SEÑOR: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza.
    Dios mío, confío en ti».

Dios te salvará de los peligros escondidos
    y de las enfermedades peligrosas,
pues te protegerá con sus alas
    y bajo ellas hallarás refugio.
Su fidelidad será tu escudo
    y tu muralla protectora.
No te atemorizará el peligro de la noche,
    ni las flechas que se lanzan en el día;
tampoco la plaga que anda en la oscuridad,
    ni el destructor que llega a plena luz del día.[a]
Mil caerán muertos a tu izquierda
    y 10 000 a tu derecha,
    pero a ti no te sucederá nada.
Sólo fíjate y verás
    que los perversos recibirán su merecido.

Porque tú confiaste en el SEÑOR
    e hiciste que el Altísimo fuera tu protección.
10 Nada malo te sucederá,
    no ocurrirá ningún desastre en tu casa;
11 porque él dará orden a sus ángeles
    para que te protejan a dondequiera que vayas.
12 Ellos te levantarán con sus manos
    para que ninguna piedra te lastime el pie.
13 Pisotearás leones y serpientes venenosas;
    triunfarás sobre cachorros de león y sobre monstruos[b].

14 «Yo lo salvaré, porque me ama;
    lo protegeré, porque reconoce mi nombre.
15 Me llamará y yo le responderé;
    estaré con él cuando se encuentre en dificultades;
    lo rescataré y haré que le rindan honores.
16 Haré que disfrute de una larga vida
    y le mostraré mi salvación».

Qué maravillosas son tus obras

Canción de alabanza para el día de descanso.

SEÑOR, qué bueno es agradecerte
    y entonarte canciones de alabanza, Dios Altísimo;
proclamar por la mañana tu fiel amor
    y por la noche tu lealtad,
al son del arpa, de la cítara,
    de la flauta y de la lira.

SEÑOR, tus obras me ponen alegre,
    gritaré de gozo por lo que has hecho con tus manos.
SEÑOR, qué maravillosas son tus obras,
    qué profundos tus pensamientos.
Los perversos no entienden tus planes,
    son tan tontos que no pueden entender.
Aunque los perversos broten como la hierba,
    y de momento florezcan,
todos los que hacen el mal sufrirán la destrucción eterna.
    Pero tú, SEÑOR reinarás sobre todo por siempre.

¡Tus enemigos, oh SEÑOR,
    tus enemigos serán destruidos!
    Serán desparramados los que hacen el mal.
10 Pero a mí me das fuerzas como de un toro salvaje;
    rociaste aceite fresco sobre mi cabeza.
11 He visto la derrota de mis enemigos;
    he escuchado los gritos de angustia de esos perversos
    que se levantaron en mi contra.

12 El justo florecerá como la palmera;
    crecerá como árbol fino.
13 Son como árboles plantados en el templo del SEÑOR
    que dan hermosos frutos en el patio de nuestro Dios.
14 Aunque estén viejos, seguirán dando frutos
    como si fueran árboles jóvenes y fuertes.
15 Dirá cada uno: «¡El SEÑOR es justo!
    Él es mi roca y no comete ninguna injusticia».

El Señor reina

El SEÑOR reina,
    se viste de majestad;
el SEÑOR se viste,
    se pone el poder como cinturón.
El mundo está bien firme,
    no será removido.
Tu reino ha existido siempre;
    tú existes desde la eternidad.

Se levantaron los ríos, SEÑOR,
    hacen gran estruendo.
    Alzan sus olas rugientes,
pero tú, SEÑOR, reinando desde el cielo,
    eres más poderoso que las fuertes olas
    y que el estruendo de las aguas.

Se puede confiar en lo que tú declaras,[c]
    lo que tú siempre dijiste en cuanto a tu casa,
    tu hogar santo, SEÑOR.

El Señor juzga al mundo

SEÑOR, tú eres el Dios que ejecutas la venganza.
    Brilla, ¡Dios de venganza!
¡Levántate Juez de la tierra,
    y dale su merecido a los orgullosos!
¿Hasta cuándo, SEÑOR,
    seguirán tan tranquilos los perversos?

¿Hasta cuándo seguirán todos esos criminales
    festejando y celebrando el mal que hacen?
SEÑOR, ellos le hacen daño a tu pueblo;
    hacen sufrir a tu gente.
Matan a las viudas y a los inmigrantes;
    asesinan a los huérfanos.
Dicen que el SEÑOR no se da cuenta del mal que hacen,
    que el Dios de Jacob no se entera de lo que sucede.

¡Entiendan, insensatos!
    ¿Cuándo aprenderán su lección, tontos?
El que hizo los oídos,
    ¿no oirá los planes de ustedes?
El que hizo los ojos,
    ¿no verá lo que ustedes hacen?
10 Así y todo, ¿los perversos todavía creen
    que no serán castigados?
11 El SEÑOR sabe lo que la gente piensa,
    sabe que los seres humanos son como un soplo del viento.

12 Afortunado el que tú corriges, SEÑOR;
    aquel a quien le enseñas la manera correcta de vivir,
13 para que permanezca tranquilo cuando lleguen los días malos,
    mientras que al perverso se le cava una tumba.
14 El SEÑOR no abandonará a su pueblo;
    no dejará abandonada su posesión.
15 Los juicios volverán a basarse en la justicia,
    y la gente honesta los apoyará.

16 ¿Quién me ayudó a luchar contra los perversos?
    ¿Quién estuvo a mi lado para luchar contra los que hacen el mal?
17 Si el SEÑOR no me hubiera ayudado,
    habría sido destruido.
18 Aunque yo dije: «Resbalan mis pies»,
    tu fiel amor, SEÑOR, vino a ayudarme.
19 Yo estaba muy preocupado e intranquilo,
    pero tú me consolaste y me llenaste de alegría.

20 Dios mío, tú no eres cómplice de jueces corruptos,
    que usan la ley para hacerles daño a los demás,
21 que se unen para quitarle la vida al justo
    y condenan a muerte al inocente.
22 Pero el SEÑOR es mi fortaleza,
    mi Dios y la roca que me protege.
23 Él los castigará por todo el mal que han hecho,
    los destruirá por su maldad;
    el SEÑOR nuestro Dios acabará con ellos.

Cantemos con alegría

¡Vengan, cantemos con alegría al SEÑOR!
    Alabemos a nuestra roca, al que nos salva.
Vayamos a su encuentro con canciones de agradecimiento;
    démosle honra con alegres canciones de alabanza.
Porque el SEÑOR es gran Dios,
    el gran Rey que gobierna a todos los dioses.
Las profundidades de la tierra
    y las alturas de los montes le pertenecen.
El mar le pertenece, pues él lo creó;
    hizo la tierra con sus propias manos.

Vengan, postrémonos, inclinémonos;
    arrodillémonos ante el SEÑOR, nuestro Creador.
Él es nuestro Dios,
    y nosotros somos el pueblo de su prado,
    el rebaño que él cuida.

Si oyen hoy su voz, escuchen:
    «No sean tercos como lo fueron
    en Meribá y en Masá,[d] en el desierto,
cuando sus antepasados me pusieron a prueba.
    Lo hicieron, aunque habían visto mis obras.
10 Estuve disgustado con esa generación por 40 años.
    De ellos dije: “Son un pueblo que no es leal.
    No tiene en cuenta los caminos que trazo con mis enseñanzas”.
11 Así que me enojé con ellos
    y juré que nunca entrarían al lugar de mi reposo».

Que todo el mundo cante al Señor

(1 Cr 16:23-33)

Canten al SEÑOR una nueva canción;
    que todo el mundo cante al SEÑOR.
Canten al SEÑOR, bendigan su nombre;
    anuncien todos los días las buenas noticias de que él nos da la victoria.
Cuenten entre las naciones acerca de su gloria;
    cuéntenles a todos los pueblos las maravillas de Dios.

El SEÑOR es grande y digno de la máxima alabanza;
    es más temible que todos los dioses.
Los dioses de otras naciones no son sino ídolos;
    en cambio, el SEÑOR hizo el cielo.
Hay esplendor y majestad ante su presencia;
    poder y belleza en su templo santo.

Familias de las naciones, alaben al SEÑOR;
    den la gloria y el poder al SEÑOR.
Alaben el nombre del SEÑOR;
    lleven ofrendas al templo.
Alaben al SEÑOR en su hermoso templo;
    que toda la tierra tiemble delante de él.
10 Anuncien a las naciones: «¡El SEÑOR es Rey!»
    Él estableció el mundo, no será removido.
    El SEÑOR juzgará a los pueblos con imparcialidad.

11 Que el cielo se alegre;
    que la tierra se ponga contenta;
    que el mar y todo lo que hay en él griten de alegría;
12 que estén felices los campos y todo lo que crece en ellos;
    que los árboles del bosque canten de alegría.
13 Que todo el mundo esté feliz
    porque el SEÑOR viene a gobernar[e] al mundo.
Él gobernará al mundo con justicia
    y a las naciones con verdad.

El Señor gobierna

El SEÑOR es rey, alégrese la tierra;
    alégrense las orillas remotas.
Nubes espesas y oscuras lo rodean;
    la justicia y el derecho son la base de su reino.
Delante de él avanza un fuego,
    y destruye a sus enemigos.
Su luz se ve en el cielo
    y tiembla la tierra al verla.
Las montañas se derriten como cera ante la presencia del SEÑOR,
    el dueño de toda la tierra.
Los cielos hablan de sus decisiones justas;
    todas las naciones ven su gloria.

Quedan en ridículo los que adoran ídolos,
    los que se enorgullecen de ellos.
    ¡Inclínense ante él todos los dioses!
Sion, escucha y se alegra;
    las ciudades de Judá, están felices,
    porque el SEÑOR toma decisiones sabias.
SEÑOR Altísimo, tú eres en verdad quien gobierna la tierra;
    tú estás por encima de todos los dioses.

10 Ustedes, los que aman al SEÑOR, odien el mal.
    Él protege la vida de su pueblo fiel,
    y lo libra del poder de los perversos.
11 La luz brilla para el justo
    y la alegría sobre la gente honesta.
12 Justos, alégrense en el SEÑOR
    y alaben su santo nombre.

Toquen canciones al Señor

Canción.

Canten una nueva canción al SEÑOR,
    porque él ha hecho maravillas.
Su mano derecha le dio la victoria,
    su santo poder lo hizo.
El SEÑOR ha mostrado su poder para salvar;
    ante los ojos de las naciones reveló que lo que él hace es justo.
Dios se acordó de su fiel amor
    y de su lealtad para con el pueblo de Israel.
La gente de tierras lejanas
    vio lo que hizo Dios para salvarnos.

Que todo el mundo cante con alegría al SEÑOR;
    que entonen canciones alegres y toquen alegres cantos.
Canten alabanzas al SEÑOR al son del arpa;
    al son del arpa y con bellas melodías.
Canten con alegría al SEÑOR, nuestro Rey,
    al son de trompetas y clarines.

Que brame el mar y todo lo que hay en ellos;
    el mundo y todos los que lo habitan.
Que los ríos aplaudan;
    que todas las montañas juntas festejen con cantos.
Cántenle al SEÑOR,
    porque él viene a juzgar al mundo.
Él gobernará al mundo con justicia,
    a los pueblos con imparcialidad.

Rey poderoso

El SEÑOR es el Rey,
    que todas las naciones tiemblen de miedo.
Él tiene su trono sobre los ángeles querubines,
    la tierra se mueve.
El SEÑOR de Sion es grandioso;
    está por encima de todos los seres humanos.
Que todos alaben su nombre grande y asombroso,
    porque Dios es santo.

Oh, Rey poderoso, tú amas la justicia;
    tú fuiste quien estableciste la igualdad.
Has hecho justicia
    y obrado con rectitud con Jacob.
Alaben al SEÑOR nuestro Dios
    y póstrense ante el estrado de sus pies;
    ¡Él es santo!

Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes,
    y Samuel entre los que oraban a Dios.
Ellos llamaban al SEÑOR
    y él les respondía.
Dios les habló desde la columna de nube;
    ellos cumplieron las leyes y obedecieron sus órdenes.

SEÑOR Dios nuestro, tú les respondiste.
    Fuiste para ellos un Dios que perdona,
    aunque también castigaste sus malas acciones.
Alaben al SEÑOR nuestro Dios;
    póstrense ante su santo monte,
    porque el SEÑOR nuestro Dios es santo.

Canten alegres al Señor

Canción de agradecimiento.

Canten alegres al SEÑOR,
    habitantes de toda la tierra.
Adoren con alegría al SEÑOR;
    vengan a él con canciones alegres.
Reconozcan que el SEÑOR es Dios;
    él nos creó y le pertenecemos.
Nosotros somos su pueblo,
    las ovejas que él mismo cuida.

Entren por sus puertas con canciones de agradecimiento,
    y a sus patios con canciones de alabanza.
    Agradézcanle y alaben su nombre.
Porque el SEÑOR es bueno;
    su fiel amor es para siempre,
    de generación en generación.

No haré nada malo

Canción de David.

Cantaré al fiel amor y a la justicia;
    quiero cantarte a ti SEÑOR.
Estudiaré cómo vivir una vida pura,
    ¿cuándo vendrás a mí?
Viviré honestamente
    aun dentro de mi propio hogar.
No contemplaré con mis ojos lo vergonzoso[f];
    detesto a la gente que lo hace.
    ¡Yo no lo haré!

No tomaré parte en nada deshonesto;
    no haré nada malo.
Le pediré que se calle al que hable mal a espaldas de otro.
    No me sentaré a comer con el de mirada altanera
    y que se crea mejor que los demás.

Miraré con agrado a la gente leal;
    la invitaré a vivir junto a mí.
    Sólo gente honesta estará a mi servicio.
No entrará a mi casa el que hace fraude;
    ningún mentiroso permanecerá en mi presencia.
Diariamente haré callar a todos los perversos de estas tierras.
    Expulsaré de la ciudad del SEÑOR a todos los delincuentes.

La tristeza es mi alimento

Oración de un afligido que desfallece y busca desahogarse con el SEÑOR.

SEÑOR, escucha mi oración,
    escucha mi grito pidiéndote ayuda.
No te apartes de mí
    cuando estoy angustiado.
Escúchame,
    respóndeme pronto cuando ruego tu ayuda.

Es que mi vida ha pasado como el humo;
    no soy más que unos huesos quemándose en un horno.
Ha decaído mi ánimo como la hierba marchita;
    hasta me olvido de comer.
Tengo la piel pegada a los huesos
    de tanto llorar.
Parezco una lechuza en el desierto;
    un búho entre las ruinas.
No puedo dormir,
    soy como un ave solitaria en el tejado.
Mis enemigos me insultan todo el día;
    se burlan y usan mi nombre para maldecir.
Mi único alimento es la tristeza[g];
    mis lágrimas se mezclan con mi bebida.
10 Debido a tu ira y a tu enojo me levantaste
    y luego me derribaste.
11 Mi vida se desvanece como una sombra;
    voy marchitándome como la hierba.

12 Pero tú permanecerás para siempre, SEÑOR;
    tu nombre se recordará de generación en generación.
13 Tú te levantarás y le darás consuelo a Sion,
    ya es tiempo de que tengas compasión de ella.
14 Tus siervos les tienen cariño a sus piedras
    y sienten compasión aun del polvo de sus ruinas.

15 Las naciones respetarán el nombre del SEÑOR
    y todos los reyes de la tierra tendrán miedo cuando muestres tu gloria.
16 El SEÑOR reconstruirá la ciudad de Sion;
    la gente verá su gloria de nuevo.
17 Dios responderá las oraciones de los sobrevivientes;
    escuchará sus ruegos.
18 Escriban esto para que lo sepan las generaciones que no han nacido
    y para que en el futuro ellas alaben al SEÑOR.
19 El SEÑOR miró desde su santuario en el cielo;
    se asomó a la tierra,
20 para escuchar las oraciones del prisionero,
    para liberar a los condenados a muerte;
21 para que en Sion se proclame el nombre del SEÑOR,
    y lo alaben en Jerusalén
22 cuando las naciones y los reinos
    se reúnan para adorar al SEÑOR.

23 Él me ha dejado sin fuerzas en la mitad del camino;
    ha acortado mi vida.
24 Entonces dije: «Dios mío, no me dejes morir en la mitad de mi vida;
    tú vives de generación en generación.
25 Hace mucho tiempo, tú creaste el mundo;
    hiciste el cielo con tus propias manos.
26 La tierra y el cielo se acabarán,
    pero tú vivirás por siempre.
La tierra y el cielo se desgastarán,
    como se desgasta la ropa.
Y como se tira la ropa vieja,
    tú reemplazarás el cielo y la tierra;
    serán cambiados por completo.
27 Pero tú, Dios, nunca cambias;
    vivirás por siempre.
28 Somos tus siervos,
    nuestros hijos vivirán seguros aquí,
y los hijos de nuestros hijos
    vivirán en tu presencia».

Alaba al Señor

Canción de David.

Con todo mi corazón alabo al SEÑOR;
    que todo mi ser alabe su santo nombre.
Con todo mi corazón alabo al SEÑOR
    y no olvides ninguno de sus beneficios.
Dios perdona todos mis pecados
    y sana todas mis enfermedades.
Él salva mi vida de la muerte;
    me corona de fiel amor y compasión.
Me bendice en abundancia,
    me rejuvenece como el águila.

El SEÑOR es justo y hace justicia
    a quienes se les ha hecho daño.
Dios dio sus enseñanzas a Moisés,
    y le mostró a la gente de Israel las maravillas que él puede hacer.
El SEÑOR es compasivo y misericordioso,
    es paciente y abunda en fiel amor.
No acusará para siempre,
    ni nos guarda rencor todo el tiempo.
10 No nos ha dado el castigo que merecen nuestros pecados;
    ni nos trata conforme a nuestras maldades.
11 El fiel amor que Dios les tiene a los que lo respetan
    es tan inmenso como el cielo sobre la tierra.
12 Dios se ha llevado nuestros pecados tan lejos de nosotros
    como lejos están el oriente y el occidente.
13 El SEÑOR es tan bueno con los que lo respetan
    como un padre con sus hijos.
14 Dios sabe todo de nosotros;
    sabe que estamos hechos de polvo.

15 La vida del ser humano es como la hierba,
    florece como la flor del campo,
16 apenas el viento sopla con fuerza, muere,
    y ya nadie sabe ni siquiera en dónde estaba.
17 Pero el fiel amor del SEÑOR a quienes lo respetan,
    siempre ha existido y seguirá existiendo.
Su justicia es de generación en generación
18     con la gente que sigue sus enseñanzas
    y que no se olvida de obedecer sus mandamientos.

19 El SEÑOR ha colocado su trono en el cielo;
    y desde allí su reino lo controla todo.
20 Alaben al SEÑOR, ustedes sus ángeles,
    soldados poderosos que lo obedecen,
    que escuchan a Dios y obedecen sus órdenes.
21 Alaben al SEÑOR todos sus ejércitos[h],
    siervos que cumplen la voluntad de Dios.
22 Alabe al SEÑOR toda la creación,
    en todos los lugares de su dominio.

¡Con todo mi corazón alabo al SEÑOR!

¡Qué grande eres!

¡Con todo mi corazón alabo al SEÑOR!

SEÑOR mi Dios, qué grande eres;
    te vistes de gloria y honor.
Estás envuelto de luz como con un manto;
    extiendes los cielos sobre la tierra como si fueran un velo.
Tú construiste tu hogar por encima de los cielos[i];
    usas las oscuras nubes como carruaje
    y cruzas el cielo con las alas del viento.
Hiciste de los vientos tus ángeles[j];
    y de las llamas de fuego tus siervos.

Tú pusiste la tierra sobre una base sólida,
    y jamás será removida.
La cubriste con el mar como si fuera un vestido,
    y el agua cubrió todas las montañas.
Pero retaste las aguas y salieron huyendo;
    tu boca emitió trueno y se fueron corriendo.
El agua corrió hacia abajo desde las montañas, llegó a los valles
    y luego al lugar que le habías asignado.
Tú pusiste los límites de los mares
    para que el agua nunca volviera a cubrir la tierra.

10 Tú haces que el agua fluya de los manantiales hasta los ríos;
    que baje desde las montañas.
11 Las corrientes de agua alimentan a los animales del campo;
    todos los animalitos se acercan a ellas para beber.
12 Las aves se acercan a los manantiales
    y cantan en las ramas de los árboles.
13 Dios riega las montañas desde su hogar en lo alto,
    con el fruto de sus obras la tierra se sacia.
14 Hace crecer la hierba para que se alimenten los animales,
    y las plantas que el ser humano cultiva,
    para obtener su alimento de lo que produce la tierra:
15 el vino que alegra el ánimo,
    el aceite que suaviza la piel,[k]
    y el alimento que sustenta al ser humano.
16 Los árboles del SEÑOR están saciados,
    los cedros del Líbano que él plantó.
17 En ellos hacen las aves sus nidos;
    en los pinos vive la cigüeña.
18 Las altas montañas son el hogar de la cabra,
    y en los peñascos se refugia el damán.

19 Tú nos diste la luna para mostrarnos
    cuándo comienzan los días festivos;
    y el sol que sabe cuándo ocultarse.
20 Tú haces la oscuridad y llega la noche,
    entonces salen los animales del bosque.
21 Los leones rugen cuando agarran su presa,
    le piden su comida a Dios.
22 Entonces sale el sol,
    los animales regresan a su habitación a descansar,
23 y la gente sale a trabajar
    hasta el anochecer.

24 SEÑOR, ¡qué numerosas son tus obras,
    todas ellas nos muestran tu sabiduría!
    La tierra está llena de tus criaturas.
25 Allí está el mar, tan inmenso,
    donde viven tantas criaturas.
Hay criaturas grandes y pequeñas;
    son muchas, imposibles de contar.
26 Los barcos viajan por el mar mientras juega allí Leviatán,
    la criatura que tú hiciste.

27 Todos ellos dependen de ti;
    tú les das su alimento en el momento adecuado.
28 Tú les das y ellos recogen;
    abres tus manos y comen hasta quedar satisfechos.
29 Cuando te alejas de ellos, se asustan;
    si les quitas el aliento[l], mueren
    y se vuelven polvo de nuevo.
30 Pero cuando tú envías tu Espíritu, ellos recobran su salud
    y así haces que la faz de la tierra se renueve.

31 Que la gloria del SEÑOR permanezca para siempre;
    que el SEÑOR disfrute de su creación.
32 Basta con que él mire a la tierra para que ella tiemble;
    toca las montañas y ellas echan humo.

33 Mientras yo tenga vida cantaré al SEÑOR;
    cantaré alabanzas a mi Dios.
34 Espero que mis pensamientos alegren al SEÑOR
    porque yo soy feliz con él.
35 Que los pecadores desaparezcan de la tierra;
    que los perversos desaparezcan para siempre.

¡Con todo mi corazón alabo al SEÑOR!
    ¡Aleluya!

Cuéntenles a los pueblos sus obras

(1 Cr 16:8-22)

Den gracias al SEÑOR, alaben su nombre.
    Cuéntenles a las naciones lo que ha hecho.
Entonen canciones de alabanza a Dios;
    hablen de las maravillas que él hace.
Siéntanse orgullosos de su santo nombre.
    Que se alegre el corazón de los que buscan al SEÑOR.
Busquen fortaleza en el SEÑOR;
    recurran siempre a su ayuda.
Recuerden sus señales y milagros
    y las decisiones justas que ha dictado.
Recuérdenlo ustedes, descendientes de Abraham, su siervo;
    ustedes hijos de Jacob, el elegido.
El SEÑOR es nuestro Dios;
    sus justas decisiones tienen vigencia en el mundo entero.[m]

Él recuerda siempre su pacto;
    por mil generaciones será fiel a sus promesas.
Mantendrá el pacto que hizo con Abraham,
    la promesa que le hizo a Isaac,
10 y luego la confirmó como ley a Jacob,
    como pacto eterno para Israel.
11 Dios dijo: «Te daré la tierra de Canaán,
    como la herencia que te corresponde».

12 Aun cuando eran pocos,
    unos cuantos extranjeros en la tierra;
13 que viajaban de nación en nación,
    de un reino a otro,
14 Dios no permitió que nadie los oprimiera,
    sino que les advirtió a los reyes:
15 «No toquen a mis elegidos,
    ni les hagan daño a mis profetas».

16 Dios hizo que hubiera hambre en aquella tierra,
    les destruyó todo su alimento.
17 Pero Dios envió delante de ellos a un hombre llamado José,
    que había sido vendido como esclavo.
18 Ataron una cadena a sus pies
    y le pusieron un aro de hierro en su cuello.
19 José fue esclavo hasta que sucedió lo que él había anunciado.
    La promesa del SEÑOR que José había recibido,
    lo ponía a aprueba continuamente.[n]
20 Así que el rey de Egipto lo liberó;
    el líder de la nación lo sacó de la prisión.
21 Él puso a José a cargo de su casa,
    y de todo lo que el rey poseía,
22 para que les enseñara a los otros líderes
    y les comunicara sabiduría a los ancianos.

23 Entonces, Israel vino a Egipto;
    Jacob vivió en el país de Cam[o].
24 Dios hizo que su pueblo creciera en gran número;
    se volvieron más poderosos que sus enemigos.
25 Entonces hizo que los egipcios comenzaran a odiar al pueblo de Dios
    e hicieran planes contra los siervos de él.
26 Entonces Dios envió a su siervo Moisés
    y a Aarón, su sacerdote elegido.
27 Ellos hicieron muchas señales
    y maravillas en el país de Cam.
28 Dios envió la más terrible oscuridad,
    pero los egipcios no le prestaron atención.
29 Así que convirtió el agua en sangre,
    y todos los peces murieron.
30 El país de los egipcios se llenó de ranas,
    incluso la habitación del rey.
31 Dios dio la orden,
    y las moscas y los insectos invadieron todo el país.
32 Dios hizo que la lluvia se convirtiera en granizo,
    e hizo caer fuertes rayos sobre la ciudad.
33 Dios destruyó sus cultivos y sus plantas;
    hizo astillas hasta el último árbol del país.
34 Dio la orden, y llegaron las langostas;
    el número de larvas de langosta era incontable.
35 Destruyeron todas las plantas del país;
    se comieron todos los cultivos.
36 Entonces, les quitó la vida
    a todos los hijos mayores de las familias del país,
    el primer fruto de su vigor.

37 Luego sacó a su pueblo de Egipto, cargado de oro y plata.
    Ninguno de entre sus tribus tropezó.
38 Egipto estaba feliz de verlos salir,
    porque los dominaba el miedo que les tenían.
39 Dios desplegó una nube para cubrirlos
    y un fuego que los alumbrara de noche.
40 La gente le pidió comida, y Dios les dio codornices;
    les envió desde el cielo pan en abundancia.
41 Abrió la roca y de ella salió agua por montones,
    la cual corrió como un río en medio del desierto.
42 Dios recordó la promesa sagrada
    que había hecho a su siervo Abraham.
43 Dios sacó a su pueblo elegido;
    salieron felices dando gritos de alegría.
44 Luego, le dio a su pueblo la tierra en que otros vivían;
    recibieron lo que otros habían trabajado.
45 Dios hizo esto para que su pueblo obedeciera sus leyes
    y siguiera sus enseñanzas.

¡Alabado sea el SEÑOR!

El Dios de Israel

¡Aleluya!

Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno;
    su fiel amor dura para siempre.
¿Quién puede describir lo grande que es el SEÑOR?
    ¿O alabar a Dios de la manera que él merece?
Afortunados los que practican la justicia
    y siempre hacen lo que es justo.
SEÑOR, recuérdame cuando tengas compasión de tu pueblo;
    fíjate en mí cuando traigas salvación,
para que yo vea la prosperidad de tus elegidos;
    me alegre y llene de orgullo de la gente que es tu propiedad.

Hemos pecado al igual que nuestros antepasados;
    hemos actuado mal e hicimos cosas malas.
Nuestros antepasados en Egipto
    no apreciaron los milagros que hiciste;
    olvidaron las numerosas obras de tu fiel amor.
Allí junto al mar Rojo,
    nuestros antepasados te dieron la espalda.
Pero Dios los salvó por el prestigio de su nombre
    para mostrar su gran poder.
Reprendió al mar Rojo y se secó;
    y los llevó por el mar profundo
    como si pasaran por un desierto.
10 Los libró de sus enemigos,
    del poder de quienes los odiaban.
11 Las aguas sepultaron a sus enemigos
    y no quedó ni uno vivo.
12 Entonces ellos creyeron en sus promesas
    y le entonaron canciones de alabanza.

13 Pero pronto se olvidaron de lo que Dios hizo por ellos;
    no prestaron atención al consejo que Dios les dio.
14 Nuestros antepasados tuvieron deseos desordenados,
    y pusieron a prueba a Dios en el desierto.
15 Dios les dio lo que le pidieron,
    pero también les dio una enfermedad terrible.

16 Tuvieron envidia de Moisés en el campamento,
    y de Aarón el consagrado del SEÑOR.
17 La tierra se abrió y se tragó a Datán;
    se cerró y cubrió al grupo de Abirán.
18 Después, el fuego consumió a ese grupo,
    quemó a todos esos perversos.

19 Hicieron un becerro en el monte Horeb
    y se postraron ante una imagen de fundición.
20 Cambiaron al Dios glorioso
    por la imagen de un toro que come hierba.
21 Dios salvó a nuestros antepasados,
    pero ellos se olvidaron de él.
    Se olvidaron de los milagros que Dios hizo en Egipto,
22 de las maravillas que hizo en el país de Cam
    y de las cosas asombrosas que hizo en el mar Rojo.
23 Dios quiso destruirlos,
    pero Moisés, su elegido, se puso entre Dios y el pueblo.
Aunque Dios estaba furioso,
    Moisés evitó que destruyera a su pueblo.

24 Sin embargo, esa gente se negó a entrar en la tierra hermosa;
    no creían en las promesas de Dios.
25 En sus carpas se quejaban del SEÑOR
    y se negaron a obedecer lo que les ordenaba.
26 Entonces Dios levantó su mano
    para que murieran en el desierto,
27 para que sus descendientes cayeran ante sus enemigos,
    y para dispersarlos entre las naciones.

28 Luego, se unieron en la adoración de Baal Peor,
    y comieron de lo sacrificado a los muertos[p].
29 Provocaron a Dios con sus hechos,
    y les cayó una plaga.
30 Pero Finés decidió hacer lo que era necesario y correcto,
    y la plaga se detuvo.
31 Dios le tomó en cuenta lo que hizo
    y lo consideró un acto de justicia,
    para siempre y de generación en generación.

32 Hicieron enojar al SEÑOR en Meribá
    y por culpa de ellos le fue muy mal a Moisés,
33 pues lo importunaron tanto
    que él habló sin pensar.
34 No destruyeron a los pueblos
    que el SEÑOR les había dicho que destruyeran.
35 Al contrario, se mezclaron con los paganos
    y asimilaron sus costumbres.
36 Adoraron a los ídolos de ellos
    y eso se les convirtió en una trampa,
37 pues resultaron ofreciendo a sus propios hijos e hijas
    como sacrificio a esos demonios.
38 Derramaron sangre inocente,
    la de sus hijos e hijas
al sacrificarlos a los ídolos de Canaán.
    La tierra se contaminó con su sangre.
39 Contaminaron su vida
    y se prostituyeron con todas sus maldades.

40 El SEÑOR se enojó con su pueblo,
    se cansó de la gente que heredó.
41 Los entregó a otras naciones;
    dejó que sus enemigos los gobernaran.
42 Los enemigos los oprimieron
    y bajo su poder fueron humillados.
43 Dios salvó a su pueblo muchas veces,
    pero ellos se pusieron en contra de él
    y se hundieron en su maldad.
44 Pero al verlos llenos de angustia
    y al escuchar sus gritos pidiendo ayuda,
45 Dios recordó el pacto que había hecho con ellos,
    y debido a su fiel amor cambió de parecer.
46 Hizo que sus opresores
    les tuvieran compasión.
47 Sálvanos, SEÑOR Dios nuestro,
    reúnenos de entre las naciones
para agradecer a tu santo nombre
    y alabarte con orgullo.

48 Bendito sea el SEÑOR, Dios de Israel,
    que siempre ha vivido y siempre vivirá.
Y todo el pueblo dijo: «Así sea».

¡Aleluya!

Footnotes

  1. 91:6 La tradición rabínica, LXX y Siríaca parecen indicar que los versículos 5-6 son una referencia al ataque del demonio.
  2. 91:13 monstruos o dragones. Ver 74:13.
  3. 93:5 Se puede […] declaras o Tus enseñanzas continuarán por siempre.
  4. 95:8 Meribá, Masá Ver Éx 17:1-7.
  5. 96:13 gobernar o juzgar. Igual en 98:9.
  6. 101:3 lo vergonzoso o ningún ídolo.
  7. 102:9 tristeza Textualmente ceniza.
  8. 103:21 ejércitos Esta palabra puede significar ejércitos, ángeles o estrellas y planetas. Esta palabra hace parte del nombre que se traduce Señor Todopoderoso y muestra que Dios controla todos los poderes del universo.
  9. 104:3 por encima de los cielos Textualmente sobre el agua. Esta es una imagen del mundo similar a la que presenta Génesis 1. Allí el cielo es como una vasija llena de agua que se vertió sobre la tierra. Había agua bajo la vasija y por encima de ella.
  10. 104:4 Hiciste […] ángeles o Tú creaste tus espíritus mensajeros.
  11. 104:15 que suaviza la piel Textualmente que hace brillar nuestra cara. Esto puede significar también, que nos hace felices.
  12. 104:29 aliento o espíritu. Ver el versículo 30.
  13. 105:7 sus justas decisiones […] mundo entero Textualmente sus órdenes están en toda la tierra.
  14. 105:19 La promesa […] continuamente o El mensaje del SEÑOR iba purificando a José.
  15. 105:23 país de Cam o Egipto. La Biblia enseña que los egipcios eran descendientes de Cam. Ver Gn 47:11. Igual en 106:22.
  16. 106:28 muertos o estatuas sin vida, dioses sin vida. La gente se reunía con frecuencia a comer en las tumbas como una manera de honrar a dioses falsos y a los muertos.