96 (A)¡Canten al Señor un cántico nuevo!
    ¡Canten al Señor, habitantes de toda la tierra!
¡Canten al Señor, alaben su nombre!
    ¡Proclamen día tras día su salvación!
Anuncien su gloria entre las naciones,
    sus maravillas a todos los pueblos.

¡Grande es el Señor y digno de alabanza,
    más temible que todos los dioses!
Todos los dioses de las naciones son ídolos,
    pero el Señor ha hecho los cielos.
El esplendor y la majestad son sus heraldos;
    hay poder y belleza en su santuario.

¡Tributen al Señor, pueblos todos!
    ¡Tributen al Señor la gloria y el poder!
¡Tributen al Señor la gloria que merece su nombre!
    ¡Traigan sus ofrendas y entren en sus atrios!
¡Póstrense ante el Señor en la hermosura de su santidad!
    ¡Tiemble delante de él toda la tierra!
10 Digan las naciones:
    «¡El Señor reina!».
Ha establecido el mundo con firmeza;
    jamás será removido.
    Él juzga a los pueblos con equidad.

11 ¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra!
    ¡Brame el mar y todo lo que él contiene!
12 ¡Canten alegres los campos y todo lo que hay en ellos!
    ¡Que canten alegres todos los árboles del bosque!
13 ¡Canten delante del Señor porque ya viene!
    ¡Ya viene a juzgar la tierra!
Y juzgará al mundo con justicia
    y a los pueblos con fidelidad.

97 ¡El Señor es Rey!
    ¡Regocíjese la tierra!
    ¡Alégrense las costas más remotas!
Nubes y densa oscuridad lo rodean;
    la rectitud y la justicia son la base de su trono.
El fuego va delante de él
    y consume a los adversarios que lo rodean.
Sus relámpagos iluminan el mundo;
    al verlos, la tierra se estremece.
Ante el Señor, dueño de toda la tierra,
    las montañas se derriten como cera.
Los cielos proclaman su justicia
    y todos los pueblos contemplan su gloria.

Sean avergonzados todos los que adoran imágenes,
    los que se jactan de sus ídolos inútiles.
    ¡Póstrense ante él todos los dioses!

Señor, por causa de tus juicios
    Sión escucha esto y se alegra,
    y las ciudades de Judá se regocijan.
Porque tú, Señor, eres el Altísimo:
    ¡estás por encima de toda la tierra
    y muy por encima de todos los dioses!
10 Ustedes, que aman al Señor, odien el mal;
    él protege la vida de sus fieles
    y los libra de manos de los malvados.
11 La luz se esparce sobre los justos
    y la alegría sobre los de corazón sincero.
12 ¡Alégrense en el Señor, ustedes los justos,
    y alaben su santo nombre!

Salmo.

98 ¡Canten al Señor un cántico nuevo
    porque ha hecho maravillas!
Su diestra, su santo brazo,
    ha alcanzado la victoria.
El Señor ha hecho gala de su salvación;
    ha mostrado su justicia a las naciones.
Se ha acordado de su gran amor y de su fidelidad
    por el pueblo de Israel;
¡todos los confines de la tierra son testigos
    de la salvación de nuestro Dios!

¡Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra!
    ¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos!
¡Canten salmos al Señor al son del arpa,
    al son del arpa y de coros melodiosos!
¡Aclamen alegres al Señor, el Rey,
    al son de clarines y trompetas!

¡Brame el mar y todo lo que él contiene;
    el mundo y todos sus habitantes!
¡Que aplaudan los ríos
    y canten jubilosos todos los montes!
Canten delante del Señor,
    que ya viene a juzgar la tierra.
Y juzgará al mundo con justicia,
    a los pueblos con equidad.

99 El Señor es rey:
    que tiemblen las naciones.
Él tiene su trono entre los querubines:
    que se estremezca la tierra.
Grande es el Señor en Sión,
    ¡excelso sobre todos los pueblos!
Sea alabado su nombre grandioso e imponente:
    ¡él es santo!

Rey poderoso que amas la justicia:
    tú has establecido la equidad
y has actuado en Jacob
    con justicia y rectitud.
¡Exalten al Señor nuestro Dios!
    ¡Póstrense ante el estrado de sus pies!
    ¡Él es santo!

Moisés y Aarón se contaban entre sus sacerdotes,
    y Samuel, entre los que invocaron su nombre.
Invocaron al Señor y él respondió;
    les habló desde la columna de nube.
Cumplieron con sus mandatos,
    con los estatutos que él les entregó.

Señor y Dios nuestro,
    tú les respondiste;
fuiste para ellos un Dios perdonador,
    aun cuando castigaste sus iniquidades.
¡Exalten al Señor nuestro Dios!
    ¡Póstrense ante su santo monte!
    ¡Santo es el Señor nuestro Dios!

Salmo de acción de gracias.

100 ¡Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra!
    ¡Adoren al Señor con regocijo!
    Preséntense ante él con cánticos de júbilo.
Reconozcan que el Señor es Dios;
    él nos hizo y somos suyos.[a]
    Somos su pueblo, ovejas de su prado.

Entren por sus puertas con acción de gracias;
    vengan a sus atrios con himnos de alabanza.
    ¡Denle gracias, alaben su nombre!
Porque el Señor es bueno, su gran amor perdura para siempre
    y su fidelidad permanece por todas las generaciones.

Salmo de David.

101 Cantaré a tu gran amor y justicia:
    quiero, Señor, cantarte salmos.
Quiero triunfar en el camino de perfección:
    ¿cuándo me visitarás?

Quiero conducirme en mi propia casa
    con integridad de corazón.
No me pondré como meta
    nada en que haya perversidad.

Las acciones de gente desleal las aborrezco;
    no tendrán nada que ver conmigo.
Alejaré de mí toda intención perversa;
    no tendrá cabida en mí la maldad.

Al que en secreto calumnie a su prójimo,
    lo reduciré al silencio;
al de ojos altivos y corazón soberbio
    no lo soportaré.

Pondré mis ojos en los fieles de la tierra,
    para que habiten conmigo;
solo estarán a mi servicio
    los de conducta intachable.

Jamás habitará bajo mi techo
    nadie que practique el engaño;
jamás prevalecerá en mi presencia
    nadie que hable con falsedad.

Cada mañana reduciré al silencio
    a todos los malvados que hay en la tierra;
exterminaré de la ciudad del Señor
    a todos los malhechores.

Oración de un afligido que, a punto de desfallecer, da rienda suelta a su lamento ante el Señor.

102 Escucha, Señor, mi oración;
    llegue a ti mi clamor.
No escondas de mí tu rostro
    cuando me encuentro angustiado.
Inclina a mí tu oído;
    respóndeme pronto cuando te llame.

Pues mis días se desvanecen como el humo;
    los huesos me arden como brasas.
Mi corazón decae y se marchita como la hierba;
    ¡hasta he perdido el apetito!
Por causa de mis fuertes quejidos
    se pueden contar mis huesos.[b]
Parezco un búho del desierto;
    soy como un búho entre las ruinas.
No logro conciliar el sueño;
    parezco ave solitaria sobre el techo.
A todas horas me insultan mis enemigos,
    y hasta usan mi nombre para maldecir.
Las cenizas son todo mi alimento;
    mis lágrimas se mezclan con mi bebida.
10 Por tu enojo, por tu indignación
    me levantaste para luego arrojarme.
11 Mis días son como sombras nocturnas;
    me voy marchitando como la hierba.

12 Pero tú, Señor, reinas eternamente;
    tu nombre perdura por todas las generaciones.
13 Te levantarás y tendrás piedad de Sión,
    pues ya es tiempo de que la compadezcas.
    ¡Ha llegado el momento señalado!
14 Tus siervos sienten cariño por sus ruinas;
    los mueven a compasión sus escombros.
15 Las naciones temerán el nombre del Señor;
    todos los reyes de la tierra reconocerán tu gloria.
16 Porque el Señor reconstruirá a Sión
    y se manifestará en su gloria.
17 Atenderá a la oración de los desamparados
    y no despreciará sus ruegos.

18 Que se escriba esto para las generaciones futuras
    y que el pueblo que será creado alabe al Señor.
19 Miró el Señor desde su altísimo santuario;
    contempló la tierra desde el cielo,
20 para oír los lamentos de los cautivos
    y liberar a los condenados a muerte;
21 para proclamar en Sión el nombre del Señor
    y anunciar en Jerusalén su alabanza,
22 cuando todos los pueblos y los reinos
    se reúnan para adorar al Señor.

23 En el curso de mi vida acabó Dios con mis fuerzas;[c]
    me redujo los días.
24 Por eso dije:
«No me lleves, Dios mío, a la mitad de mi vida;
    tú permaneces por todas las generaciones.
25 En el principio tú afirmaste la tierra,
    y los cielos son la obra de tus manos.
26 Ellos perecerán, pero tú permaneces.
    Todos ellos se desgastarán como un vestido;
como ropa los cambiarás
    y los dejarás de lado.
27 Pero tú eres siempre el mismo
    y tus años no tienen fin.
28 Los hijos de tus siervos se establecerán
    y sus descendientes habitarán en tu presencia».

Footnotes

  1. 100:3 y somos suyos (Targum, Qumrán y mss.); y no nosotros (TM).
  2. 102:5 se pueden contar mis huesos. Lit. se me pegan los huesos a la carne.
  3. 102:23 mis fuerzas. Lit. su fuerza.

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