Salmos 90
La Palabra (España)
Salmo 90 (89)
Desde siempre, para siempre eres Dios
90 Oración de Moisés, hombre de Dios.
Señor, durante generaciones
tú has sido nuestro refugio.
2 Antes que se formasen los montes
y la tierra y el orbe surgieran,
desde siempre y para siempre tú eres Dios.
3 Tú haces que el ser humano vuelva al polvo,
diciendo: ¡Regresad hijos de Adán!
4 Porque mil años son ante tus ojos
como un día, como un ayer que ya pasó,
como una vigilia en la noche.
5 Tú los arrastras al sueño de la muerte,
son como hierba que brota en la mañana:
6 por la mañana brota y florece,
por la tarde se agosta y se seca.
7 Con tu ira nos has consumido,
con tu furor nos aterras.
8 Ante ti has puesto nuestras culpas,
a la luz de tu faz nuestros secretos.
9 Nuestros días decaen bajo tu furia,
como un suspiro pasan nuestros años.
10 Setenta años dura nuestra vida,
durará ochenta si se es fuerte;
pero es su brío tarea inútil,
pues pronto pasa y desaparecemos.
11 ¿Quién conoce el poder de tu cólera?
Como tu furor, así es el respeto que inspiras.
12 Enséñanos a contar nuestros días
y tendremos así un corazón sabio.
13 Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
¡Apiádate de tus siervos!
14 Cólmanos de tu amor por la mañana,
para que cantemos alegres toda la vida.
15 Alégranos tanto como días nos afligiste,
como años conocimos el mal.
16 Que se muestre a tus siervos tu obra
y a tus hijos tu esplendor.
17 Que descienda sobre nosotros
la gracia del Señor, nuestro Dios.
Afianza la obra de nuestras manos;
sí, afianza la obra de nuestras manos.
Salmos 90
Traducción en lenguaje actual
Libro 4 (Salmos 90—106)
¡Bendice nuestro trabajo!
SALMO 90 (89)
Oración de Moisés.
90 Dios nuestro,
¡tú siempre has sido nuestra casa!
2 Desde siempre y hasta siempre,
desde antes de que crearas
las montañas, la tierra y el mundo,
tú has sido nuestro Dios.
3 Tú marcas el fin de nuestra existencia
cuando nos ordenas volver al polvo.
4 Para ti, mil años pasan pronto;
pasan como el día de ayer,
pasan como unas horas de la noche.
5 Nuestra vida es como un sueño
del que nos despiertas al amanecer.
Somos como la hierba:
6 comienza el día,
y estamos frescos y radiantes;
termina el día,
y estamos secos y marchitos.
7 Si te enojas, nos asustas;
si te enfureces, nos destruyes.
8 Tú conoces nuestros pecados,
aun los más secretos.
9 Si te enojas, termina nuestra vida;
los años se nos escapan
como se escapa un suspiro.
10 Si las fuerzas nos ayudan,
podemos vivir setenta años,
y aun llegar a los ochenta;
pero no tiene sentido
que vivamos tanto tiempo:
esa vida de angustias y problemas
pasa pronto, lo mismo que nosotros.
11 La fuerza de tu furia
nadie ha llegado a conocerla.
¡Es tan grande tu enojo
como el temor que nos inspiras!
12 Enséñanos a pensar cómo vivir
para que nuestra mente
se llene de sabiduría.
13 Dios nuestro,
¿hasta cuándo vas a abandonarnos?
¡Vuelve a ser nuestro Dios!
¡Compadécete de nosotros
pues somos tu pueblo!
14 ¡Permítenos comenzar el día
llenos de tu amor,
para que toda la vida
cantemos llenos de alegría!
15 Ya hemos tenido días de tristeza
y muchos años de aflicción;
¡devuélvenos esa alegría perdida!
16 ¡Permite que nosotros y nuestros hijos
podamos ver tu grandeza y tu poder!
17 Dios nuestro,
¡muéstranos tu bondad,
y bendice nuestro trabajo!
¡Sí, bendice nuestro trabajo!
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Copyright © 2000 by United Bible Societies