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Salmo de David.

144 Alaben al Señor, mi roca.
    Él entrena mis manos para la guerra
    y da destreza a mis dedos para la batalla.
Él es mi aliado amoroso y mi fortaleza,
    mi torre de seguridad y quien me rescata.
Es mi escudo, y en él me refugio.
    Hace que las naciones se sometan[a] a mí.

Oh Señor, ¿qué son los seres humanos para que te fijes en ellos,
    los simples mortales para que te preocupes por ellos?
Pues son como un suspiro;
    sus días son como una sombra pasajera.

Abre los cielos, Señor, y desciende;
    toca las montañas para que echen humo.
¡Lanza tus rayos y esparce a tus enemigos!
    ¡Dispara tus flechas y confúndelos!
Alcánzame desde el cielo y rescátame;
    sálvame de las aguas profundas,
    del poder de mis enemigos.
Su boca está llena de mentiras;
    juran decir la verdad pero, al contrario, mienten.

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Footnotes

  1. 144:2 Algunos manuscritos dicen que mi pueblo se someta.

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