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Jesús, el Siervo elegido de Dios

15 Pero Jesús sabía lo que ellos tenían en mente. Entonces salió de esa región, y mucha gente lo siguió. Sanó a todos los enfermos de esa multitud, 16 pero les advirtió que no revelaran quién era él. 17 Con eso se cumplió la profecía de Isaías acerca de él:

18 «Miren a mi Siervo, al que he elegido.
    Él es mi Amado, quien me complace.
Pondré mi Espíritu sobre él,
    y proclamará justicia a las naciones.
19 No peleará ni gritará,
    ni levantará su voz en público.
20 No aplastará la caña más débil
    ni apagará una vela que titila.
    Al final, hará que la justicia salga victoriosa.
21 Y su nombre será la esperanza
    de todo el mundo»[a].

Jesús y el príncipe de los demonios

22 Luego le llevaron a Jesús a un hombre ciego y mudo que estaba poseído por un demonio. Jesús sanó al hombre para que pudiera hablar y ver. 23 La multitud quedó llena de asombro, y preguntaba: «¿Será posible que Jesús sea el Hijo de David, el Mesías?».

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Footnotes

  1. 12:18-21 Is 42:1-4 (versión griega para el 42:4).

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