Mateo 8:1-4
Nueva Versión Internacional
Jesús sana a un enfermo de la piel(A)
8 Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguieron grandes multitudes. 2 Un hombre que tenía una enfermedad en su piel se acercó, se arrodilló delante de él y suplicó:
—Señor, si quieres, puedes limpiarme.
3 Jesús extendió la mano y tocó al hombre.
—Sí, quiero —dijo—. ¡Queda limpio!
Y al instante quedó sano[a] de la enfermedad en la piel.
4 —Mira, no se lo digas a nadie —dijo Jesús—; solo ve, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.
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- 8:3 sano. Lit. limpio.
Mateo 9:18-26
Nueva Versión Internacional
Una niña muerta y una mujer enferma(A)
18 Mientras les decía esto, un dirigente judío llegó, se arrodilló delante de él y dijo:
—Mi hija acaba de morir. Pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá.
19 Jesús se levantó y fue con él, acompañado de sus discípulos. 20 En esto, una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto. 21 Pensaba: «Si al menos logro tocar su manto, quedaré sana». 22 Jesús se dio vuelta, la vio y dijo:
—¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado.
Y la mujer quedó sana en aquel momento.
23 Cuando Jesús entró en la casa del dirigente y vio a los flautistas y el alboroto de la gente, 24 dijo:
—Váyanse. La niña no está muerta, sino dormida.
Entonces empezaron a burlarse de él. 25 Cuando se les hizo salir, entró él, tomó de la mano a la niña y esta se levantó. 26 La noticia se divulgó por toda aquella región.
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Lucas 17:11-19
Nueva Versión Internacional
Jesús sana a diez enfermos de la piel
11 Un día, siguiendo su viaje a Jerusalén, Jesús pasaba por Samaria y Galilea. 12 Cuando estaba por entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres que tenían enferma la piel. Como se habían quedado a cierta distancia, 13 gritaron:
—¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!
14 Al verlos, les dijo:
—Vayan a presentarse a los sacerdotes.
Resultó que, mientras iban de camino, quedaron limpios.
15 Uno de ellos, al verse ya sano, regresó alabando a Dios a grandes voces. 16 Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias, no obstante que era samaritano.
17 —¿Acaso no quedaron limpios los diez? —preguntó Jesús—. ¿Dónde están los otros nueve? 18 ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? 19 Levántate y vete —dijo al hombre—; tu fe te ha sanado.
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