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Jesús calma la tempestad(A)

35 Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo:

—Pasemos al otro lado.

36 Una vez despedida la multitud, se lo llevaron tal como estaba en la barca. También había otras barcas. 37 Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. 38 Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal. Lo despertaron y le dijeron:

—¡Maestro!, ¿no tienes cuidado que perecemos?

39 Él, levantándose, reprendió al viento y dijo al mar:

—¡Calla, enmudece!

Entonces cesó el viento y sobrevino una gran calma. 40 Y les dijo:

—¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

41 Entonces sintieron un gran temor, y se decían el uno al otro:

—¿Quién es éste, que aun el viento y el mar lo obedecen?

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Jehová responde a todos los discursos

38 Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino y dijo:

«¿Quién es ése que oscurece el consejo
con palabras sin sabiduría?
Ahora cíñete la cintura como un hombre:
yo te preguntaré y tú me contestarás.

»¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
¡Házmelo saber, si tienes inteligencia!
¿Quién dispuso sus medidas, si es que lo sabes?
¿O quién tendió sobre ella la cuerda de medir?
¿Sobre qué están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra angular,
cuando alababan juntas todas las estrellas del alba
y se regocijaban todos los hijos de Dios?

»¿Quién encerró con puertas el mar,
cuando se derramaba saliéndose de su seno,
cuando yo le puse nubes por vestidura
y oscuridad por faja?
10 Yo establecí para él los límites;
le puse puertas y cerrojo,
11 y dije: “Hasta aquí llegarás y no pasarás adelante;
ahí parará el orgullo de tus olas.”

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57 Cuando David volvió de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó ante Saúl. David llevaba en su mano la cabeza del filisteo. 58 Saúl le preguntó:

—Muchacho, ¿de quién eres hijo?

David respondió:

—Soy hijo de tu siervo Isaí de Belén.

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