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51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

52 Entonces los judíos discutían entre sí, diciendo:

—¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

53 Jesús les dijo:

—De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final, 55 porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. 57 Así como me envió el Padre viviente y yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por mí. 58 Éste es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres, que comieron el maná y murieron; el que come este pan vivirá eternamente.

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La sabiduría y la insensatez

La Sabiduría edificó su casa,
labró sus siete columnas,
mató sus víctimas, mezcló su vino
y puso su mesa.
Envió a sus criadas,
y sobre lo más alto de la ciudad clamó,
diciendo a todo ingenuo: «Ven acá»,
y a los insensatos:
«Venid, comed de mi pan
y bebed del vino que he mezclado.
Dejad vuestras ingenuidades y viviréis;
y andad por el camino de la inteligencia.»

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Muerte de David(A)

10 David durmió con sus padres y fue sepultado en su ciudad. 11 Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años: siete años reinó en Hebrón y treinta y tres años en Jerusalén. 12 Salomón se sentó en el trono de David, su padre, y su reino fue muy estable.

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