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Debes ayudar a las viudas, si estas no tienen quien las ayude. Pero si tienen hijos o nietos, estos deben hacerse cargo de ellas, porque su responsabilidad empieza con los de su propia familia. Así corresponderán al amor de sus padres y abuelos, porque eso le agrada a Dios.

La viuda que ha quedado enteramente sola, acude a Dios en busca de ayuda y pasa día y noche en oración y súplica. Pero la viuda que se entrega al placer, ya está muerta en vida.

Encárgales a todos estas reglas para que no tengan de qué acusarlos. El que no se ocupa de los suyos, especialmente de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que un infiel.

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