Juan 6
Nueva Versión Internacional
Jesús alimenta a cinco mil personas(A)
6 Algún tiempo después, Jesús se fue a la otra orilla del lago de Galilea o de Tiberíades. 2 Y mucha gente lo seguía porque veían las señales que hacía en los enfermos. 3 Entonces subió Jesús a una colina y se sentó con sus discípulos. 4 Faltaba muy poco tiempo para la fiesta judía de la Pascua.
5 Cuando Jesús alzó la vista y vio una gran multitud que venía hacia él, dijo a Felipe:
—¿Dónde vamos a comprar pan para que coma esta gente?
6 Esto lo dijo solo para ponerlo a prueba, porque él ya sabía lo que iba a hacer.
7 —Ni con el salario de más de seis meses de trabajo[a] podríamos comprar suficiente pan para darle un pedazo a cada uno —respondió Felipe.
8 Otro de sus discípulos, Andrés, que era hermano de Simón Pedro, le dijo:
9 —Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?
10 —Hagan que se sienten todos —ordenó Jesús.
En ese lugar había mucha hierba, así que se sentaron. Los varones adultos eran como cinco mil. 11 Jesús tomó entonces los panes, dio gracias y distribuyó a los que estaban sentados todo lo que quisieron. Lo mismo hizo con los pescados.
12 Una vez que quedaron satisfechos, dijo a sus discípulos:
—Recojan los pedazos que sobraron, para que no se desperdicie nada.
13 Así que recogieron los pedazos que habían sobrado de los cinco panes de cebada y llenaron doce canastas.
14 Al ver la señal milagrosa que Jesús había realizado, la gente comenzó a decir: «En verdad este es el profeta que había de venir al mundo». 15 Pero Jesús, dándose cuenta de que querían llevárselo a la fuerza y declararlo rey, se retiró de nuevo a la montaña él solo.
Jesús camina sobre el agua(B)
16 Cuando ya anochecía, sus discípulos bajaron al lago, 17 subieron a una barca y comenzaron a cruzar el lago en dirección a Capernaúm. Para entonces ya había oscurecido y Jesús todavía no se les había unido. 18 Por causa del fuerte viento que soplaba, el lago estaba agitado. 19 Habrían remado unos cinco o seis kilómetros[b] cuando vieron que Jesús se acercaba a la barca, caminando sobre el agua, y se asustaron. 20 Pero él les dijo: «Soy yo. No tengan miedo». 21 Así que se dispusieron a recibirlo a bordo y enseguida la barca llegó a la playa, lugar al que se dirigían.
22 Al día siguiente, la multitud que estaba aún en el otro lado del lago se dio cuenta de que los discípulos habían embarcado solos. Lo supieron porque allí había estado una sola barca y Jesús no había entrado en ella con sus discípulos. 23 Sin embargo, algunas barcas de Tiberíades se aproximaron al lugar donde la gente había comido el pan después de haber dado gracias el Señor. 24 En cuanto la multitud se dio cuenta de que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y se fueron a Capernaúm a buscar a Jesús.
Jesús, el pan de vida
25 Cuando lo encontraron al otro lado del lago, le preguntaron:
—Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
26 Jesús respondió con firmeza:
—Les aseguro que ustedes me buscan no porque han visto señales, sino porque comieron pan hasta llenarse. 27 Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Dios el Padre ha puesto sobre él su sello de aprobación.
28 —¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios exige? —le preguntaron.
29 —Esto es lo que Dios quiere que hagan: que crean en aquel a quien él envió —respondió Jesús.
30 —¿Y qué señal milagrosa harás para que la veamos y te creamos? ¿Qué puedes hacer? —insistieron ellos—. 31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”.[c]
32 —Les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo —afirmó Jesús—. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre. 33 El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
34 —Señor —le pidieron—, danos siempre ese pan.
35 —Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed. 36 Pero como ya les dije, a pesar de que ustedes me han visto, no creen. 37 Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y el que a mí viene no lo rechazo. 38 Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final. 40 Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que ve al Hijo y crea en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.
41 Entonces los judíos comenzaron a murmurar contra él, porque dijo: «Yo soy el pan que bajó del cielo». 42 Y se decían: «¿Acaso no es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que sale diciendo: “Yo bajé del cielo”?».
43 —Dejen de murmurar —respondió Jesús—. 44 Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. 45 En los Profetas está escrito: “A todos los instruirá Dios”.[d] En efecto, todo el que escucha al Padre y aprende de él viene a mí. 46 Al Padre nadie lo ha visto, excepto el que viene de Dios; solo él ha visto al Padre. 47 Les aseguro que el que cree tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto; sin embargo, murieron. 50 Pero este es el pan que baja del cielo; el que come de él no muere. 51 Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne y lo daré para que el mundo viva.
52 Los judíos comenzaron a disputar acaloradamente entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
53 —Les aseguro —afirmó Jesús— que, si no comen la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen realmente vida. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. 57 Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí vivirá por mí. 58 Este es el pan que bajó del cielo. Los antepasados de ustedes comieron maná y murieron, pero el que come de este pan vivirá para siempre.
59 Todo esto lo dijo Jesús mientras enseñaba en la sinagoga de Capernaúm.
Muchos discípulos abandonan a Jesús
60 Al escucharlo, muchos de sus discípulos exclamaron: «Esta enseñanza es muy difícil; ¿quién puede aceptarla?».
61 Jesús, muy consciente de que sus discípulos murmuraban por lo que había dicho, les reprochó:
—¿Esto les causa tropiezo? 62 ¿Qué tal si vieran al Hijo del hombre subir adonde antes estaba? 63 El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida. 64 Sin embargo, hay algunos de ustedes que no creen.
Es que Jesús conocía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que iba a traicionarlo. Así que añadió:
65 —Por esto les dije que nadie puede venir a mí, a menos que se lo haya concedido el Padre.
66 Desde entonces muchos de sus discípulos le volvieron la espalda y ya no andaban con él. 67 Así que Jesús preguntó a los doce:
—¿También ustedes quieren marcharse?
68 —Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios.[e]
70 —¿No los he escogido yo a ustedes doce? —respondió Jesús—. No obstante, uno de ustedes es un diablo.
71 Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce, quien lo iba a traicionar.
Juan 6
Traducción en lenguaje actual
Jesús alimenta a más de cinco mil
6 Después de esto, Jesús fue al otro lado del Lago de Galilea, también conocido como lago de Tiberias. 2 Mucha gente lo seguía, pues había visto los milagros que él hacía al sanar a los enfermos.
3-4 Se acercaba la fiesta de los judíos llamada Pascua, y Jesús fue a un cerro con sus discípulos, y allí se sentó.[a] 5 Cuando Jesús vio que mucha gente venía hacia él, le preguntó a Felipe:
—¿Dónde podemos comprar comida para tanta gente?
6 Jesús ya sabía lo que iba a hacer, pero preguntó esto para ver qué decía su discípulo. 7 Y Felipe respondió:
—Ni trabajando doscientos días ganaría uno suficiente dinero para dar un poco de pan a tanta gente.
8 Andrés, que era hermano de Simón Pedro, y que también era discípulo, le dijo a Jesús:
9 —Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada[b] y dos pescados. Pero eso no alcanzará para repartirlo entre todos.
10 Jesús les dijo a sus discípulos que sentaran a la gente. Había allí unos cinco mil hombres, y todos se sentaron sobre la hierba. 11 Jesús, entonces, tomó los panes en sus manos y oró para dar gracias a Dios. Después, los repartió entre toda la gente, e hizo lo mismo con los pescados. Todos comieron cuanto quisieron.
12 Una vez que todos comieron y quedaron satisfechos, Jesús les dijo a sus discípulos: «Recojan lo que sobró, para que no se desperdicie nada.»
13 Ellos obedecieron, y con lo que sobró llenaron doce canastos. 14 Cuando todos vieron este milagro, dijeron: «De veras éste es el profeta que tenía que venir al mundo.»
15 Jesús se dio cuenta de que la gente quería llevárselo a la fuerza para hacerlo su rey. Por eso se fue a lo alto del cerro, para estar solo.
Jesús camina sobre el agua
16-17 Al anochecer los discípulos de Jesús subieron a una barca, y comenzaron a cruzar el lago para ir al pueblo de Cafarnaúm. Ya había oscurecido totalmente, y Jesús todavía no había regresado. 18 De pronto empezó a soplar un fuerte viento, y las olas se hicieron cada vez más grandes. 19 Los discípulos ya habían navegado cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús caminar sobre el agua. Como Jesús se acercaba cada vez más a la barca, tuvieron miedo. 20 Pero él les dijo: «¡Soy yo! ¡No tengan miedo!»
21 Los discípulos querían que Jesús subiera a la barca, pero muy pronto la barca llegó al lugar adonde iban.
El pan que da vida
22 Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del lago se enteró de que los discípulos se habían ido en la única barca que había, y de que Jesús no se había ido con ellos. 23 Otras barcas llegaron de la ciudad de Tiberias, y se detuvieron cerca del lugar donde el Señor Jesús había dado gracias por el pan con que alimentó a la gente. 24 Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos venían en esas barcas, decidió ir a buscarlo. Entonces subió a las barcas y cruzó el lago en dirección a Cafarnaúm.
25 La gente encontró a Jesús al otro lado del lago, y le preguntó:
—Maestro, ¿cuándo llegaste?
26 Jesús respondió:
—Francamente, ustedes me buscan porque comieron hasta quedar satisfechos, y no por haber entendido los milagros que hice. 27 No se preocupen tanto por la comida que se acaba, sino por la comida que dura y que da vida eterna. Ésa es la comida que yo, el Hijo del hombre, les daré, y ya Dios mi Padre les ha mostrado que yo tengo autoridad.
28 La gente le preguntó:
—¿Qué es lo que Dios quiere que hagamos?
29 Jesús respondió:
—Lo único que Dios quiere es que crean en mí, que soy a quien él envió.
30 Entonces le preguntaron:
—¿Qué milagro harás para que te creamos? ¡Danos una prueba! 31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto. Según la Biblia, el maná es el pan del cielo.
32 Jesús les contestó:
—Les aseguro que no fue Moisés quien les dio el verdadero pan del cielo, sino Dios mi Padre. 33 El pan que da vida es el que Dios ha enviado desde el cielo.
34 Entonces la gente le dijo:
—Señor, danos siempre de ese pan.
35 Jesús les dijo:
—Yo soy el pan que da vida. El que confía en mí nunca más volverá a tener hambre; el que cree en mí, nunca más volverá a tener sed. 36 Como les dije, ustedes todavía no creen en mí, a pesar de que han podido verme. 37 Todos los que mi Padre ha elegido para que sean mis seguidores vendrán a buscarme; y cuando vengan, yo no los rechazaré.
38 »No bajé del cielo para hacer lo que yo quiera, sino para obedecer a Dios mi Padre, pues él fue quien me envió. 39-40 Y mi Padre quiere estar seguro de que no se perderá ninguno de los que él eligió para ser mis seguidores. Cuando llegue el fin del mundo, haré que mis seguidores que hayan muerto vuelvan a vivir. Porque mi Padre quiere que todos los que me ven y creen en mí, que soy su Hijo, tengan vida eterna.
41 Algunos judíos empezaron a hablar mal de Jesús, porque había dicho que él era el pan que bajó del cielo. 42 Decían: «¿No es este Jesús, el hijo de José? ¡Nosotros conocemos a sus padres! ¿Cómo se atreve a decir que bajó del cielo?»
43 Jesús les respondió:
«Dejen ya de murmurar. 44 Dios mi Padre me envió. Y si mi Padre no lo quiere, nadie puede ser mi seguidor. Y cuando llegue el fin, yo haré que mis seguidores vuelvan a vivir, para que estén con Dios para siempre. 45 En uno de los libros de los profetas se dice: “Dios enseñará a todos.” Por eso, todos los que escuchan a mi Padre, y aprenden de él, se convierten en mis seguidores.
46 »Como les he dicho, Dios mi Padre me envió, y yo y nadie más ha visto al Padre. 47 Les aseguro que el que cree en mí tendrá vida eterna.
48 »Yo puedo dar vida, pues soy el pan que da vida. 49 Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, pero todos murieron. 50-51 El que cree en mí es como si comiera pan del cielo, y nunca estará separado de Dios. Yo he bajado del cielo, y puedo hacer que todos tengan vida eterna. Yo moriré para dar esa vida a los que creen en mí. Por eso les digo que mi cuerpo es ese pan que da vida; el que lo coma tendrá vida eterna.»
52 Los judíos empezaron a discutir entre ellos, y se preguntaban: «¿Cómo puede éste darnos a comer su propio cuerpo?»
53 Jesús les dijo:
«Yo soy el Hijo del hombre, y les aseguro que, si ustedes no comen mi cuerpo ni beben mi sangre, no tendrán vida eterna. 54 El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tendrá vida eterna. Cuando llegue el fin del mundo, yo lo resucitaré. 55 Mi cuerpo es la comida verdadera, y mi sangre es la bebida verdadera. 56 El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive unido a mí y yo vivo unido a él.
57 »Mi Padre, el Dios de la vida, fue el que me envió y me dio vida, pues tiene poder para darla. Por eso, todo el que coma mi cuerpo tendrá vida eterna. 58 Yo soy el pan que bajó del cielo, y el que cree en mí tendrá vida eterna. Yo no soy como el pan que comieron sus antepasados, que murieron a pesar de haberlo comido.»
59 Jesús dijo todas estas cosas en la sinagoga de Cafarnaúm.
Palabras que dan vida eterna
60 Cuando muchos de los seguidores de Jesús le oyeron enseñar esto, dijeron:
—Esto que dices es muy difícil de aceptar. ¿Quién puede estar de acuerdo contigo?
61 Pero Jesús les respondió:
—¿Esto los ofende? 62 Entonces, ¿qué sucedería si me vieran a mí, el Hijo del hombre, subir al cielo, donde antes estaba? 63 El que da vida eterna es el Espíritu de Dios; ninguna persona puede dar esa vida. Las palabras que les he dicho vienen del Espíritu que da esa vida. 64 Pero todavía hay algunos de ustedes que no creen.
Jesús dijo esto porque, desde el principio, sabía quiénes eran los que no creían, y quién era el que lo iba a traicionar. 65 También les dijo que nadie podía ser su seguidor si Dios su Padre no se lo permitía.
66 Desde ese momento, muchos de los que seguían a Jesús lo abandonaron. 67 Entonces Jesús les preguntó a sus doce apóstoles:
—¿También ustedes quieren irse?
68 Simón Pedro le contestó:
—¿Y a quién seguiríamos, Señor? Sólo tus palabras dan vida eterna. 69 Nosotros hemos creído en ti, y sabemos que tú eres el Hijo de Dios.[c]
70 Jesús les dijo:
—A ustedes doce yo los elegí; sin embargo, uno de ustedes es un demonio.
71 Jesús se refería a Judas hijo de Simón, el Iscariote. Porque Judas, que era uno de los doce, lo iba a traicionar.
John 6
Evangelical Heritage Version
Jesus Feeds the Five Thousand
6 After this, Jesus crossed over to the other side of the Sea of Galilee (or Tiberias). 2 A large crowd followed him because they saw the miraculous signs he was performing on those who were sick. 3 Jesus went up on the hillside and sat down there with his disciples. 4 The Jewish Passover Festival was near.
5 When Jesus looked up and saw a huge crowd coming toward him, he asked Philip, “Where can we buy bread for these people to eat?” 6 But Jesus was saying this to test him, for he himself knew what he was going to do.
7 Philip answered him, “Two hundred denarii[a] worth of bread would not be enough for each of them to have just a little.”
8 One of his disciples, Andrew, Simon Peter’s brother, said to him, 9 “There’s a boy here who has five barley loaves and two fish, but what is that for so many people?”
10 Jesus said, “Have the people sit down.” There was plenty of grass in that place, so they sat down. There were about five thousand men.
11 Then Jesus took the loaves and, after giving thanks, he distributed pieces to those who were seated. He also did the same with the fish—as much as they wanted.
12 When the people were full, he told his disciples, “Gather the pieces that are left over so that nothing is wasted.” 13 So they gathered them and filled twelve baskets with pieces from the five barley loaves left over by those who had eaten.
14 When the people saw the miraculous sign Jesus did, they said, “This really is the Prophet who is coming into the world.”
Jesus Walks on Water
15 When Jesus realized that they intended to come and take him by force to make him king, he withdrew again to the mountain by himself.
16 When evening came, his disciples went down to the sea, 17 got into a boat, and started across the sea to Capernaum. It was already dark, and Jesus had not yet come to them. 18 A strong wind started to blow, and the sea became rough.
19 After they had rowed about three or four miles, they saw Jesus walking on the sea toward their boat, and they were afraid.
20 But he said to them, “It is I. Do not be afraid!”
21 Then they were willing to take him into the boat, and immediately the boat reached the shore where they were heading.
Bread From Heaven
22 The next day, the crowd that stayed on the other side of the sea noticed that only one boat[b] was there. They also knew that Jesus had not stepped into the boat with his disciples, but they had gone away without him. 23 Other boats from Tiberias came to shore near the place where they ate the bread after the Lord gave thanks. 24 When the crowd saw that neither Jesus nor his disciples were there, they got into the boats and went to Capernaum looking for Jesus. 25 When they found him on the other side of the sea, they asked him, “Rabbi, when did you get here?”
26 Jesus answered them, “Amen, Amen, I tell you: You are not looking for me because you saw the miraculous signs, but because you ate the loaves and were filled. 27 Do not continue to work for the food that spoils, but for the food that endures to eternal life, which the Son of Man will give you. For on him God the Father has placed his seal of approval.”
28 So they said to him, “What should we do to carry out the works of God?”
29 Jesus answered them, “This is the work of God: that you believe in the one he sent.”
30 Then they asked him, “So what miraculous sign are you going to do, that we may see it and believe you? What miraculous sign are you going to perform? 31 Our fathers ate the manna in the wilderness, just as it is written, ‘He gave them bread from heaven to eat.’”[c]
32 Jesus said to them, “Amen, Amen, I tell you: Moses did not give you the bread from heaven, but my Father gives you the real bread from heaven. 33 For the bread of God is the one who comes down from heaven and gives life to the world.”
34 “Sir,” they said to him, “give us this bread all the time!”
35 “I am the Bread of Life,” Jesus told them. “The one who comes to me will never be hungry, and the one who believes in me will never be thirsty. 36 But I said to you that you have also seen me, and you do not believe. 37 Everyone the Father gives me will come to me, and the one who comes to me I will never cast out. 38 For I have come down from heaven, not to do my will, but the will of him who sent me. 39 And this is the will of him who sent me: that I should lose none of those he has given me, but raise them up on the Last Day. 40 For this is the will of my Father: that everyone who sees the Son and believes in him may have eternal life. And I will raise him up on the Last Day.”
41 So the Jews started grumbling about him, because he said, “I am the bread that came down from heaven.” 42 They asked, “Isn’t this Jesus, the son of Joseph, whose father and mother we know? So how can he say,[d] ‘I have come down from heaven’?”
43 Jesus answered them, “Stop grumbling among yourselves. 44 No one can come to me unless the Father who sent me draws him. And I will raise him up on the Last Day. 45 It is written in the Prophets, ‘They will all be taught by God.’[e] Everyone who listens to the Father and learns from him comes to me. 46 I am not saying that anyone has seen the Father except the one who is from God. He is the one who has seen the Father. 47 Amen, Amen, I tell you: The one who believes in me[f] has eternal life.
48 “I am the Bread of Life. 49 Your fathers ate manna in the wilderness, and they died. 50 This is the bread that comes down from heaven, so that anyone may eat it and not die. 51 I am the living bread which came down from heaven. If anyone eats this bread, he will live forever. The bread that I will give for the life of the world is my flesh.”
52 At that, the Jews argued among themselves, “How can this man give us his[g] flesh to eat?”
53 So Jesus said to them, “Amen, Amen, I tell you: Unless you eat the flesh of the Son of Man and drink his blood, you do not have life in yourselves. 54 The one who eats my flesh and drinks my blood has eternal life, and I will raise him up on the Last Day. 55 For my flesh is real food, and my blood is real drink. 56 The one who eats my flesh and drinks my blood remains in me, and I in him. 57 Just as the living Father sent me and I live because of the Father, so the one who feeds on me will live because of me. 58 This is the bread that came down from heaven, not like your[h] fathers ate and died. The one who eats this bread will live forever.”
59 He said these things while teaching in the synagogue in Capernaum. 60 When they heard it, many of his disciples said, “This is a hard teaching! Who can listen to it?”
61 But Jesus, knowing in himself that his disciples were grumbling about this, asked them, “Does this cause you to stumble in your faith? 62 What if you would see the Son of Man ascending to where he was before? 63 The Spirit is the one who gives life. The flesh does not help at all. The words that I have spoken to you are spirit and they are life. 64 But there are some of you who do not believe.” For Jesus knew from the beginning those who would not believe and the one who would betray him. 65 He said, “This is why I told you that no one can come to me unless it is given to him by my Father.”
66 After this, many of his disciples turned back and were not walking with him anymore. 67 So Jesus asked the Twelve, “You do not want to leave too, do you?”
68 Simon Peter answered him, “Lord, to whom will we go? You have the words of eternal life. 69 We have come to believe and know that you are the Holy One of God.”[i]
70 Jesus answered them, “Did I not choose you, the Twelve? Yet one of you is a devil!” 71 He meant Judas, son of Simon Iscariot, one of the Twelve, because Judas was going to betray Jesus.
Footnotes
- John 6:7 Or two hundred days’ wages. A denarius was worth about one day’s wage.
- John 6:22 Some witnesses to the text add which his disciples entered.
- John 6:31 Psalm 78:24
- John 6:42 Some witnesses to the text read How can he now say.
- John 6:45 Isaiah 54:13
- John 6:47 A few witnesses to the text omit in me.
- John 6:52 Some witnesses to the text omit his.
- John 6:58 Some witnesses to the text read the manna before your.
- John 6:69 Some witnesses to the text read the same as Matthew 16:16, replacing Holy One of God with Christ, the Son of the living God.
Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015, 2022 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo. Used by permission. All rights reserved worldwide.
Copyright © 2000 by United Bible Societies
The Holy Bible, Evangelical Heritage Version®, EHV®, © 2019 Wartburg Project, Inc. All rights reserved.
