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50 Jesús le contestó:

—Amigo, adelante con tus planes.

Entonces los otros se acercaron, echaron mano a Jesús y lo arrestaron.

51 En eso, uno de los que estaban con Jesús sacó su espada y le cortó una oreja al criado del sumo sacerdote. 52 Jesús le dijo:

—Guarda tu espada en su lugar. Porque todos los que pelean con la espada, también a espada morirán. 53 ¿No sabes que yo podría rogarle a mi Padre, y él me mandaría ahora mismo más de doce ejércitos de ángeles? 54 Pero en ese caso, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, que dicen que debe suceder así?

55 En seguida Jesús preguntó a la gente:

—¿Por qué han venido ustedes con espadas y con palos a arrestarme, como si yo fuera un bandido? Todos los días he estado enseñando en el templo, y nunca me arrestaron. 56 Pero todo esto sucede para que se cumpla lo que dijeron los profetas en las Escrituras.

En aquel momento, todos los discípulos dejaron solo a Jesús y huyeron.

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