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Entró en una de aquellas barcas, la cual era de Simón y le rogó que la apartara de tierra un poco. Luego, sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón:

—Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.

Respondiendo Simón, le dijo:

—Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red.

Cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca para que acudieran a ayudarlos. Ellos vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo:

—Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

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