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Y dijo Jeremías: «El Señor se dirigió a mí, y me dijo: “Mira, tu primo Hanamel, el hijo de tu tío Salum, va a venir a proponerte que le compres un terreno que tiene en Anatot, pues tú tienes el derecho de comprarlo por ser el pariente más cercano.” Tal como el Señor me lo dijo, mi primo Hanamel vino a verme al patio de la guardia y me pidió que le comprara el campo que tenía en Anatot, en territorio de la tribu de Benjamín, porque yo tenía el derecho de comprarlo y quedarme con él, por ser el pariente más cercano. Al darme cuenta de que aquello era una orden del Señor, 9-10 le compré el campo a mi primo Hanamel. Le entregué diecisiete monedas de plata, que fue el precio convenido, y puse el contrato por escrito, sellado y firmado por los testigos. 11 Luego tomé las dos copias del contrato, una sellada y con las condiciones de compra, y otra abierta, 12 y se las di a Baruc, hijo de Nerías y nieto de Maaseías, delante de mi primo Hanamel, de los testigos que habían firmado el contrato y de todos los judíos que estaban sentados en el patio de la guardia. 13 Delante de ellos dije a Baruc: 14 “El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: Toma las dos copias de este contrato, la sellada y la abierta, y guárdalas en una vasija de barro, para que se conserven mucho tiempo. 15 Pues el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: En esta tierra volverán a comprarse casas, campos y viñedos.”

Oración de Jeremías

16 »Después de darle el contrato de compra a Baruc, hijo de Nerías, dirigí al Señor esta oración: 17 “Tú, Señor, con gran despliegue de poder creaste el cielo y la tierra. Nada hay imposible para ti. 18 Tú muestras tu amor por mil generaciones, pero también castigas a los hombres por los pecados de sus padres. ¡Oh Dios grande y poderoso, tu nombre es Señor todopoderoso! 19 Tú eres grandioso en tus planes y poderoso en tus obras. Tú ves todo lo que hacen los hombres y das a cada uno lo que merecen sus acciones. 20 Tú hiciste milagros y señales en Egipto, y aún hoy los sigues haciendo tanto en Israel como entre todos los hombres, de manera que tu nombre se ha hecho famoso. 21 Tú, con gran despliegue de poder, sacaste de Egipto a tu pueblo Israel, haciendo milagros y señales y llenando de terror a todos. 22 Le diste a Israel esta tierra en que la leche y la miel corren como el agua, según lo habías prometido a sus antepasados. 23 Pero cuando ellos entraron en el país y tomaron posesión de él, no te obedecieron ni siguieron las instrucciones que les diste, ni hicieron nada de lo que les ordenaste. Por eso les enviaste toda esta calamidad.

24 »”Ahora los caldeos han levantado rampas para atacar la ciudad, y la guerra, el hambre y la peste van a hacer que la ciudad caiga en manos de los atacantes. Señor, ya ves que se está cumpliendo lo que dijiste. 25 Y sin embargo, Señor, tú me ordenaste que comprara y pagara aquel terreno en presencia de testigos, aunque la ciudad va a caer en manos de los caldeos.”»

26 Entonces el Señor respondió a Jeremías: 27 «Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí. 28 Así pues, yo te digo: Voy a hacer que esta ciudad caiga en poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de los caldeos. 29 Los caldeos que están atacando la ciudad entrarán en ella y le prenderán fuego; la quemarán junto con las casas en cuyas azoteas, para ofenderme, se quemaba incienso a Baal y se ofrecía vino a dioses extraños. 30 Desde el principio, el pueblo de Israel y el pueblo de Judá han hecho siempre lo que me desagrada; los israelitas no han dejado de ofenderme con ídolos que ellos mismos se hicieron. Yo, el Señor, lo afirmo. 31 Y esta ciudad, desde el día en que empezó a construirse hasta este día, no ha hecho más que provocar mi ira y mi enojo. Por eso voy a hacerla desaparecer, 32 por todo lo que me han ofendido con sus malas acciones el pueblo de Israel y el pueblo de Judá, lo mismo que sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes, sus profetas y todos los habitantes de Judá y de Jerusalén.

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