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14 «Sión decía:
“El Señor me abandonó,
mi Dios se olvidó de mí.”
15 Pero ¿acaso una madre olvida
o deja de amar a su propio hijo?
Pues aunque ella lo olvide,
yo no te olvidaré.
16 Yo te llevo grabada en mis manos,
siempre tengo presentes tus murallas.
17 Los que te reconstruyen van más de prisa
que los que te destruyeron;
ya se han ido los que te arrasaron.
18 Levanta los ojos y mira alrededor,
mira cómo se reúnen todos
y vuelven hacia ti.

«Yo, el Señor, juro por mi vida
que todos ellos serán como joyas que te pondrás,
como los adornos de una novia.
19 Tu país estaba en ruinas,
destruido, arrasado;
pero ahora tu territorio
será pequeño para tus habitantes.
Los que te destruyeron están lejos.
20 Los hijos que dabas por perdidos
te dirán al oído:
“Este país es demasiado pequeño para nosotros;
haznos lugar para vivir.”
21 Y tú dirás en tu interior:
“¿Quién me ha dado estos hijos?
Yo no tenía hijos, ni podía tenerlos;
estaba desterrada y apartada,
¿quién los crió?
Me habían dejado sola,
¿de dónde vinieron?”»

22 El Señor dice:
«Voy a dar órdenes a las naciones;
voy a dar una señal a los pueblos
para que traigan en brazos a tus hijos,
y a tus hijas las traigan sobre los hombros.
23 Los reyes serán tus padres adoptivos,
y las princesas tus niñeras.
Se inclinarán hasta el suelo delante de ti,
y lamerán el polvo de tus pies.
Y reconocerás que yo soy el Señor,
y que los que en mí confían no quedan defraudados.»

24 ¿Se le puede arrebatar a un hombre fuerte
lo que ha ganado en la batalla?
¿O puede un preso escapar de un tirano?
25 El Señor afirma que sí:
«Al hombre fuerte le arrebatarán lo conquistado,
y al tirano le quitarán lo ganado.
Yo me enfrentaré con los que te buscan pleito;
yo mismo salvaré a tus hijos.
26 Obligaré a tus opresores a comer su propia carne
y a emborracharse con su sangre, como si fuera vino.
Así toda la humanidad sabrá
que yo, el Señor, soy tu salvador;
que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu redentor.»

50 El Señor dice:

«¡No crean que yo repudié a Israel, madre de ustedes,
como un hombre repudia a su mujer,
o que los vendí a ustedes como esclavos
porque tuviera deudas con alguno!
Ustedes fueron vendidos porque pecaron;
Israel, la madre de ustedes, fue repudiada
porque ustedes fueron rebeldes.
¿Por qué, cuando yo vine, no encontré a nadie?
¿Por qué, cuando llamé, nadie me contestó?
¿Creyeron acaso que yo no era capaz de rescatarlos?
¿Creyeron acaso que no podía libertarlos?
Basta una orden mía para que se seque el mar
y los ríos se conviertan en desierto;
para que los peces se mueran de sed
y se pudran por falta de agua.
Yo visto el cielo de luto
y lo cubro con vestido de tristeza.»

Confianza del siervo del Señor en medio del sufrimiento

El Señor me ha instruido
para que yo consuele a los cansados
con palabras de aliento.
Todas las mañanas me hace estar atento
para que escuche dócilmente.
El Señor me ha dado entendimiento,
y yo no me he resistido
ni le he vuelto las espaldas.
Ofrecí mis espaldas para que me azotaran
y dejé que me arrancaran la barba.
No retiré la cara
de los que me insultaban y escupían.
El Señor es quien me ayuda:
por eso no me hieren los insultos;
por eso me mantengo firme como una roca,
pues sé que no quedaré en ridículo.
A mi lado está mi defensor:
¿Alguien tiene algo en mi contra?
¡Vayamos juntos ante el juez!
¿Alguien se cree con derecho a acusarme?
¡Que venga y me lo diga!
El Señor es quien me ayuda;
¿quién podrá condenarme?
Todos mis enemigos desaparecerán
como vestido comido por la polilla.

10 Ustedes que honran al Señor
y escuchan la voz de su siervo:
si caminan en la oscuridad,
sin un rayo de luz,
pongan su confianza en el Señor;
apóyense en su Dios.
11 Pero todos los que prenden fuego
y preparan flechas encendidas,
caerán en las llamas de su propio fuego,
bajo las flechas que ustedes mismos encendieron.
El Señor les enviará este castigo
y quedarán tendidos en medio de tormentos.

Palabras de consuelo a Jerusalén

51 Óiganme todos los que quieren vivir con rectitud
y me buscan —dice el Señor.
Miren la roca de donde fueron cortados,
la cantera de donde fueron sacados;
miren a Abraham, su padre,
y a Sara, la que les dio la vida.
Cuando yo lo llamé, era uno solo,
pero lo bendije y le di muchos descendientes.
Yo seré bondadoso con Sión,
la ciudad que estaba toda en ruinas.
Convertiré las tierras secas del desierto en un jardín,
como el jardín que el Señor plantó en Edén.
Allí habrá felicidad y alegría,
cantos de alabanza y son de música.