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32 «Cielo y tierra,
¡presten atención a mis palabras!
Lo que tengo que decir
es tan bueno como la lluvia,
que hace bien a las plantas
y a la hierba del campo.

»Quiero alabar a nuestro Dios;
y ustedes, ¡reconozcan su poder!
Él nos protege del mal.
Es un Dios justo y fiel,
que siempre actúa con justicia.

5-6 »Israelitas,
Dios es su creador;
es como un padre para ustedes.
Pero ustedes han sido malos,
y lo han ofendido.
Han sido tercos y tontos,
y no merecen ser sus hijos.
¡Son unos malagradecidos!

»Pónganse a pensar
en la historia de su pueblo.
Sus padres y sus jefes
les contarán hechos del pasado.
Cuando Dios dividió la humanidad
en diferentes pueblos y naciones,
les dio sus propios territorios;
pero a ustedes, israelitas,
les dio un trato especial:
A ustedes Dios los eligió
para que fueran su pueblo.

10 »Cuando Dios los encontró,
ustedes andaban por el desierto,
por tierras barridas por el viento.
Pero él los tomó en sus brazos
y los cuidó como a sus propios ojos.
11 Dios ha cuidado de ustedes
como cuida el águila a sus polluelos.
Dios siempre ha estado cerca
para ayudarlos a sobrevivir.

12 »Dios mismo dirigió a su pueblo,
y no necesitó ayuda de otros dioses.
13 Dios los llevó triunfantes
por las altas montañas del país.
Les dio a comer frutas del campo;
de una piedra sacó miel
para endulzarles los labios,
y de una dura roca
sacó el aceite que necesitaban.
14 De sus vacas, cabras y ovejas
sacaron leche y cuajada;
en su mesa se sirvió
carne del mejor ganado.
Comieron pan del mejor trigo
y vino de las mejores uvas.

15 »Pero los israelitas prosperaron,
y se olvidaron de Dios;
¡se olvidaron de su creador!
Rechazaron la protección
del Dios que los había salvado.
16-17 Hicieron enojar a Dios,
y provocaron sus celos
al adorar a dioses falsos;
¡eran unos ídolos repugnantes
que ni sus antepasados conocieron!
Aun así, ofrecieron sacrificios
a esos dioses y a los demonios.

18 »Israel se olvidó de Dios;
del Dios que le dio la vida.
Abandonó a su creador;
se olvidó de su protector.
19 Por eso Dios se enojó
y los apartó de su lado.
20 Luego le dijo al pueblo:

“Voy a dejarlos solos,
y verán lo que les pasará.
En verdad, ustedes son malos;
no se puede confiar en ustedes.
21 Inventan un dios falso,
para provocar mis celos;
pero los celosos serán ustedes,
pues los cambiaré por otro pueblo;
los cambiaré por gente ignorante
que ni a pueblo llega.
22 Tanto me han hecho enojar
que mi furia parece fuego;
y con ese fuego destruiré
los lugares más profundos
y las bases de las montañas.

23 ”Voy a hacerlos sufrir;
voy a herirlos con mis flechas.
24 El hambre y la enfermedad
pondrán fin a su vida.
Lanzaré contra ustedes
animales salvajes y serpientes venenosas.
25 En plena calle matarán a sus hijos,
y toda familia verá con horror
cómo mueren sus ancianos,
sus jóvenes y sus niños.

26 ”Hasta pensé en
dispersarlos
por diferentes países,
y que nadie volviera a recordarlos.
27 Pero decidí no hacerlo
por causa de mis enemigos;
sabía que se burlarían de mí,
y hasta pensarían que no fui yo
quien castigó a Israel,
creerían que ellos lo habían hecho,
¡ellos y su gran poder!

28 ”Ustedes, los israelitas,
son tan tontos que no entienden.
29 Si fueran más listos,
sabrían el castigo que les espera.
30 ¿Cómo se explican ustedes
que un solo israelita
hizo huir a mil soldados?
¿Cómo se explican que dos soldados
hicieron huir a diez mil?
¡Si yo no cuidara de ustedes
ni les hubiera dado la victoria,
ustedes no habrían podido vencerlos!”

31 »Bien saben nuestros enemigos
que sus dioses no tienen poder;
¡el poder es de nuestro Dios!
32 Ellos son como la gente
de Sodoma y de Gomorra.
Son como los malos viñedos,
que sólo dan uvas amargas;
33 ¡hasta el vino que producen
parece veneno de serpientes!

34-35 »Nuestro Dios ha dicho:

“Muy pronto habré de castigarlos,
¡muy pronto habré de destruirlos!
¡Sólo espero el momento oportuno
para darles su merecido!”

36 »Cuando ya no tengamos fuerzas,
nuestro Dios nos defenderá;
cuando él nos vea reducidos a nada,
tendrá compasión de nosotros
37 y les dirá a nuestros enemigos:

“¿Dónde están los dioses
en quienes ustedes tanto confían?
38 ¿Dónde están esos dioses
a quienes les llevaban ofrendas?
¡Pídanles que vengan a ayudarlos!
39 ¡Dense cuenta ahora
de que yo soy el único Dios!
Sólo yo sano las heridas;
¡sólo yo doy la vida,
y sólo yo puedo quitarla!
¡De mí no se escapa nadie!

40 ”Levanto mi mano al cielo,
y juro por mi vida eterna,
41 que voy a afilar mi espada,
para vengarme de mis enemigos.
¡Voy a darle su merecido
a esa gente que me odia!
42 ¡Voy a empapar mis flechas
en la sangre de los prisioneros!
¡Voy a cortarles la cabeza
a todos sus capitanes!”

43 »Y ustedes, pueblos vecinos,
alégrense junto con el pueblo de Dios,
porque él habrá de vengarse
de la muerte de su gente.
¡Dios perdonará a su pueblo
y limpiará de pecado su país!»

44-45 Y mientras Moisés entonaba este canto ante el pueblo, Josué estuvo siempre a su lado.

Últimas instrucciones de Moisés

46 Más tarde, Moisés le dijo al pueblo:

«Piensen bien en todo lo que les he enseñado, y ordenen a sus hijos y a sus hijas que obedezcan cada uno de estos mandamientos. 47 Lo que les digo es muy serio. Si ustedes obedecen, vivirán muchos años en el territorio que ahora van a conquistar, y que está al otro lado del río Jordán».

Moisés ve la tierra prometida

48 Ese mismo día, Dios le ordenó a Moisés:

49 «Quiero que vayas a la región montañosa de Abarim, y que subas al monte Nebo, que está en el territorio de Moab, frente a Jericó. Desde allí podrás admirar el territorio de Canaán, que voy a darles a los israelitas.

50 »Allí, en el monte Nebo, morirás y serás enterrado, como fue enterrado tu hermano Aarón cuando murió en el monte Hor. 51 Tanto Aarón como tú me desobedecieron en Cadés, cuando estaban junto al manantial de Meribá, que está en el desierto de Sin. Delante de todos los israelitas me faltaron al respeto. 52 Por eso no te dejaré entrar en el territorio que les prometí, y sólo podrás verlo de lejos».

32 Escuchad, cielos, y hablaré;

Y oiga la tierra los dichos de mi boca.

Goteará como la lluvia mi enseñanza;

Destilará como el rocío mi razonamiento;

Como la llovizna sobre la grama,

Y como las gotas sobre la hierba;

Porque el nombre de Jehová proclamaré.

Engrandeced a nuestro Dios.

Él es la Roca, cuya obra es perfecta,

Porque todos sus caminos son rectitud;

Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él;

Es justo y recto.

La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha,

Generación torcida y perversa.

¿Así pagáis a Jehová,

Pueblo loco e ignorante?

¿No es él tu padre que te creó?

Él te hizo y te estableció.

Acuérdate de los tiempos antiguos,

Considera los años de muchas generaciones;

Pregunta a tu padre, y él te declarará;

A tus ancianos, y ellos te dirán.

Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones,

Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres,

Estableció los límites de los pueblos

Según el número de los hijos de Israel.

Porque la porción de Jehová es su pueblo;

Jacob la heredad que le tocó.

10 Le halló en tierra de desierto,

Y en yermo de horrible soledad;

Lo trajo alrededor, lo instruyó,

Lo guardó como a la niña de su ojo.

11 Como el águila que excita su nidada,

Revolotea sobre sus pollos,

Extiende sus alas, los toma,

Los lleva sobre sus plumas,

12 Jehová solo le guio,

Y con él no hubo dios extraño.

13 Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra,

Y comió los frutos del campo,

E hizo que chupase miel de la peña,

Y aceite del duro pedernal;

14 Mantequilla de vacas y leche de ovejas,

Con grosura de corderos,

Y carneros de Basán; también machos cabríos,

Con lo mejor del trigo;

Y de la sangre de la uva bebiste vino.

15 Pero engordó Jesurún, y tiró coces

(Engordaste, te cubriste de grasa);

Entonces abandonó al Dios que lo hizo,

Y menospreció la Roca de su salvación.

16 Le despertaron a celos con los dioses ajenos;

Lo provocaron a ira con abominaciones.

17 Sacrificaron a los demonios, y no a Dios;(A)

A dioses que no habían conocido,

A nuevos dioses venidos de cerca,

Que no habían temido vuestros padres.

18 De la Roca que te creó te olvidaste;

Te has olvidado de Dios tu creador.

19 Y lo vio Jehová, y se encendió en ira

Por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas.

20 Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro,

Veré cuál será su fin;

Porque son una generación perversa,

Hijos infieles.

21 Ellos me movieron a celos(B) con lo que no es Dios;

Me provocaron a ira con sus ídolos;

Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo,

Los provocaré a ira con una nación insensata.(C)

22 Porque fuego se ha encendido en mi ira,

Y arderá hasta las profundidades del Seol;

Devorará la tierra y sus frutos,

Y abrasará los fundamentos de los montes.

23 Yo amontonaré males sobre ellos;

Emplearé en ellos mis saetas.

24 Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente

Y de peste amarga;

Diente de fieras enviaré también sobre ellos,

Con veneno de serpientes de la tierra.

25 Por fuera desolará la espada,

Y dentro de las cámaras el espanto;

Así al joven como a la doncella,

Al niño de pecho como al hombre cano.

26 Yo había dicho que los esparciría lejos,

Que haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos,

27 De no haber temido la provocación del enemigo,

No sea que se envanezcan sus adversarios,

No sea que digan: Nuestra mano poderosa

Ha hecho todo esto, y no Jehová.

28 Porque son nación privada de consejos,

Y no hay en ellos entendimiento.

29 ¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto,

Y se dieran cuenta del fin que les espera!

30 ¿Cómo podría perseguir uno a mil,

Y dos hacer huir a diez mil,

Si su Roca no los hubiese vendido,

Y Jehová no los hubiera entregado?

31 Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca,

Y aun nuestros enemigos son de ello jueces.

32 Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos,

Y de los campos de Gomorra;

Las uvas de ellos son uvas ponzoñosas,

Racimos muy amargos tienen.

33 Veneno de serpientes es su vino,

Y ponzoña cruel de áspides.

34 ¿No tengo yo esto guardado conmigo,

Sellado en mis tesoros?

35 Mía es la venganza(D) y la retribución;

A su tiempo su pie resbalará,

Porque el día de su aflicción está cercano,

Y lo que les está preparado se apresura.

36 Porque Jehová juzgará a su pueblo,

Y por amor de sus siervos se arrepentirá,

Cuando viere que la fuerza pereció,

Y que no queda ni siervo ni libre.

37 Y dirá: ¿Dónde están sus dioses,

La roca en que se refugiaban;

38 Que comían la grosura de sus sacrificios,

Y bebían el vino de sus libaciones?

Levántense, que os ayuden

Y os defiendan.

39 Ved ahora que yo, yo soy,

Y no hay dioses conmigo;

Yo hago morir, y yo hago vivir;

Yo hiero, y yo sano;

Y no hay quien pueda librar de mi mano.

40 Porque yo alzaré a los cielos mi mano,

Y diré: Vivo yo para siempre,

41 Si afilare mi reluciente espada,

Y echare mano del juicio,

Yo tomaré venganza de mis enemigos,

Y daré la retribución a los que me aborrecen.

42 Embriagaré de sangre mis saetas,

Y mi espada devorará carne;

En la sangre de los muertos y de los cautivos,

En las cabezas de larga cabellera del enemigo.

43 Alabad, naciones, a su pueblo,(E)

Porque él vengará la sangre de sus siervos,(F)

Y tomará venganza de sus enemigos,

Y hará expiación por la tierra de su pueblo.

44 Vino Moisés y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué hijo de Nun. 45 Y acabó Moisés de recitar todas estas palabras a todo Israel; 46 y les dijo: Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. 47 Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.

Se le permite a Moisés contemplar la tierra de Canaán

48 Y habló Jehová a Moisés aquel mismo día, diciendo: 49 Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab que está frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel; 50 y muere en el monte al cual subes, y sé unido a tu pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su pueblo; 51 por cuanto pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel. 52 Verás, por tanto, delante de ti la tierra; mas no entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel.(G)