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CIERTAMENTE tiempo limitado tiene el hombre sobre la tierra,

Y sus días son como los días del jornalero.

Como el siervo anhela la sombra,

Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo:

Así poseo yo meses de vanidad,

Y noches de trabajo me dieron por cuenta.

Cuando estoy acostado, digo:

¿Cuándo me levantaré? Y mide mi corazón la noche,

Y estoy harto de devaneos hasta el alba.

Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo;

Mi piel hendida y abominable.

Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor,

Y fenecieron sin esperanza.

Acuérdate que mi vida es viento,

Y que mis ojos no volverán á ver el bien.

Los ojos de los que me ven, no me verán más:

Tus ojos sobre mí, y dejaré de ser.

La nube se consume, y se va:

Así el que desciende al sepulcro no subirá;

10 No tornará más á su casa,

Ni su lugar le conocerá más.

11 Por tanto yo no reprimiré mi boca;

Hablaré en la angustia de mi espíritu,

Y quejaréme con la amargura de mi alma.

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