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La imagen de oro

El rey Nabucodonosor hizo una estatua[a] de oro(A) cuya altura era de sesenta codos[b] y su anchura de seis codos; la levantó en el llano de Dura, en la provincia de Babilonia(B). Y el rey Nabucodonosor mandó reunir a los sátrapas, prefectos y gobernadores, los consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y todos los gobernantes de las provincias para que vinieran a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado(C). Entonces se reunieron los sátrapas, prefectos y gobernadores, los consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y todos los gobernantes de las provincias para la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y todos estaban de pie delante de la estatua que Nabucodonosor había levantado. Y el heraldo proclamó con fuerza: Se os ordena a vosotros, pueblos, naciones y lenguas(D), que en el momento en que oigáis el sonido del cuerno, la flauta, la lira[c], el arpa[d], el salterio[e], la gaita y toda clase de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado(E); pero el que no se postre y adore, será echado inmediatamente[f] en un horno de fuego ardiente(F). Por tanto, en el momento en que todos los pueblos oyeron el sonido del cuerno, la flauta, la lira, el arpa, el salterio, la gaita[g] y toda clase de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

Sin embargo[h] en aquel tiempo algunos caldeos se presentaron(G) y acusaron a[i] los judíos(H). Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: ¡Oh rey, vive para siempre(I)! 10 Tú, oh rey, has proclamado un decreto de que todo hombre que oiga el sonido del cuerno, la flauta, la lira, el arpa, el salterio, la gaita y toda clase de música, se postre y adore la estatua de oro(J), 11 y el que no se postre y adore, será echado en un horno de fuego ardiente. 12 Pero hay algunos judíos a quienes has puesto sobre la administración de la provincia de Babilonia, es decir, Sadrac, Mesac y Abed-nego(K), y estos hombres, oh rey, no te hacen caso; no sirven a tus dioses ni adoran la estatua de oro que has levantado.

13 Entonces Nabucodonosor, enojado y furioso, dio orden de traer a Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos hombres, pues, fueron conducidos ante el rey(L). 14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad Sadrac, Mesac y Abed-nego que no servís a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he levantado(M)? 15 ¿Estáis dispuestos ahora, para que cuando oigáis el sonido del cuerno, la flauta, la lira, el arpa, el salterio, la gaita y toda clase de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho(N)? Porque si no la adoráis, inmediatamente[j] seréis echados en un horno de fuego ardiente(O); ¿y qué dios será el que os libre de mis manos(P)? 16 Sadrac, Mesac y Abed-nego(Q) respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: No necesitamos darte una respuesta acerca de este asunto. 17 Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey(R), nos librará(S). 18 Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses(T) ni adoraremos la estatua de oro que has levantado(U).

Librados del horno de fuego

19 Entonces Nabucodonosor se llenó de furor, y demudó su semblante contra Sadrac, Mesac y Abed-nego(V). Respondió ordenando que se calentara el horno siete veces más de lo que se acostumbraba calentar. 20 Y mandó que algunos valientes guerreros de su ejército ataran a Sadrac, Mesac y Abed-nego, y los echaran en el horno de fuego ardiente. 21 Entonces estos hombres fueron atados y arrojados con sus mantos[k], sus túnicas[l], sus gorros y sus otras ropas en el horno de fuego ardiente(W). 22 Como la orden[m] del rey era apremiante[n](X) y el horno había sido calentado excesivamente, la llama del fuego mató a los que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. 23 Pero estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego cayeron, atados, en medio del horno de fuego ardiente(Y).

24 Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y levantándose apresuradamente preguntó[o] a sus altos oficiales: ¿No eran tres los hombres que echamos atados en medio del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: Ciertamente, oh rey. 25 El rey respondió y dijo: ¡Mirad! Veo a cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego sin sufrir daño alguno[p](Z), y el aspecto del cuarto es semejante al de un hijo de los dioses. 26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente y[q] dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo(AA), salid y venid acá. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego(AB). 27 Y los sátrapas, los prefectos, los gobernadores y los altos oficiales del rey se reunieron(AC) para ver a estos hombres, cómo el fuego no había tenido efecto[r] alguno sobre sus cuerpos, ni el cabello de sus cabezas se había chamuscado, ni sus mantos[s](AD) habían sufrido daño alguno[t], ni aun olor del fuego había quedado en ellos(AE).

28 Habló Nabucodonosor y dijo: Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego(AF) que ha enviado a su ángel(AG) y ha librado a sus siervos que, confiando en Él(AH), desobedecieron la orden[u] del rey y entregaron sus cuerpos antes de servir y adorar a ningún otro dios excepto a su Dios(AI). 29 Por tanto, proclamo un decreto de que todo pueblo, nación o lengua que diga blasfemia contra el Dios(AJ) de Sadrac, Mesac y Abed-nego(AK) sea descuartizado y sus casas reducidas a escombros[v](AL), ya que no hay otro dios que pueda librar de esta manera(AM). 30 Entonces el rey hizo prosperar a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia(AN).

Sueño y locura de Nabucodonosor

[w]Nabucodonosor, rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Que abunde vuestra paz[x](AO). Me ha parecido bien declarar las señales y maravillas que ha hecho conmigo el Dios Altísimo(AP).

¡Cuán grandes son sus señales,
y cuán poderosas sus maravillas(AQ)!
Su reino es un reino eterno,
y su dominio de generación en generación(AR).

[y]Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa y próspero(AS) en mi palacio. Tuve[z] un sueño que me hizo temblar(AT); y estas fantasías, estando en mi cama, y las visiones de mi mente[aa] me aterraron(AU). Por lo cual di órdenes que trajeran ante mí a todos los sabios de Babilonia para que me dieran a conocer la interpretación del sueño(AV). Entonces vinieron los magos[ab], los encantadores, los caldeos[ac] y los adivinos y les[ad] conté el sueño; pero no pudieron darme su interpretación(AW). Pero al fin vino ante mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar(AX), como el nombre de mi dios, en quien está el espíritu de los dioses santos[ae](AY), y yo le[af] conté el sueño, diciendo: «Oh Beltsasar, jefe de los magos, ya que sé que en ti está el espíritu de los dioses santos(AZ) y que ningún misterio(BA) te confunde, declárame las visiones del sueño que he visto, y su interpretación(BB). 10 Y las visiones de mi mente[ag], que vi estando en mi cama(BC), fueron así:

Vi un árbol en medio de la tierra,
cuya altura era muy grande(BD).
11 El árbol creció y se hizo fuerte,
su copa[ah] llegaba hasta el cielo(BE),
y era visible desde los confines de la tierra.
12 Su follaje era hermoso(BF) y su fruto abundante,
y en él había alimento para todos.
Debajo de él hallaban sombra(BG) las bestias del campo,
las aves del cielo hacían morada en sus ramas(BH),
y de él se alimentaban todos los seres vivientes[ai].

13 »En las visiones de mi mente[aj] que vi estando en mi cama(BI), he aquí, un vigilante, un santo(BJ), descendió del cielo(BK). 14 Clamando fuertemente, dijo así:

“Derribad el árbol, cortad sus ramas(BL),
arrancad su follaje, desparramad su fruto;
huyan las bestias que están debajo de él(BM),
y las aves de sus ramas.
15 Pero dejad en tierra el tocón[ak] con[al] sus raíces(BN),
con ataduras de hierro y bronce
entre la hierba del campo;
que se empape con el rocío del cielo,
y comparta[am] con las bestias la[an] hierba de la tierra.
16 Sea cambiado su corazón de hombre,
y séale dado corazón de bestia,
y pasen sobre él siete tiempos[ao](BO).
17 Esta sentencia es por decreto de los vigilantes,
y la orden es por decisión de los santos,
con el fin de que sepan los vivientes
que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres,
y se lo da a quien le place(BP),
y pone sobre él al más humilde de los hombres(BQ)”.

18 Este es el sueño que yo, el rey Nabucodonosor, he tenido[ap]. Y tú, Beltsasar, dime su interpretación, ya que ninguno de los sabios de mi reino ha podido darme a conocer su interpretación(BR); pero tú puedes, porque el espíritu de los dioses santos está en ti(BS)».

19 Entonces Daniel, a quien llamaban Beltsasar, se quedó atónito por un momento, y le turbaron sus pensamientos(BT). El rey habló, y dijo: «Beltsasar, no dejes que el sueño ni su interpretación te turben(BU)». Beltsasar respondió, y dijo: «Señor mío(BV); sea el sueño para los que te odian, y su interpretación para tus adversarios(BW). 20 El árbol que viste, que se hizo fuerte y corpulento, cuya copa[aq] llegaba hasta el cielo y que era visible en toda la tierra(BX), 21 y cuyo follaje era hermoso y su fruto abundante, y en el que había alimento para todos, debajo del cual moraban las bestias del campo y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo, 22 eres tú, oh rey, que te has hecho grande y fuerte, y tu grandeza ha crecido y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio(BY) hasta los confines de la tierra(BZ). 23 Y en cuanto al vigilante, al santo que el rey vio, que descendía del cielo y decía: “Derribad el árbol y destruidlo, pero dejad el tocón con[ar] sus raíces en la tierra, con ataduras de hierro y bronce en la hierba del campo, y que se empape con el rocío del cielo, y que comparta[as] con las bestias del campo(CA), hasta que pasen sobre él siete tiempos[at](CB)”, 24 esta es la interpretación, oh rey, y este es el decreto del Altísimo que ha venido sobre mi señor el rey(CC): 25 Serás echado de entre los hombres, y tu morada estará con las bestias del campo, y te darán hierba para comer como al ganado, y serás empapado con el rocío del cielo; y siete tiempos[au] pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres y que lo da a quien le place(CD). 26 Y en cuanto a la orden de dejar el tocón con[av] las raíces del árbol(CE), tu reino te será afirmado[aw] después que reconozcas que es el Cielo el que gobierna(CF). 27 Por tanto, oh rey, que mi consejo te sea grato(CG): pon fin a[ax] tus pecados haciendo justicia, y a tus iniquidades(CH) mostrando misericordia a los pobres(CI); quizás sea prolongada tu prosperidad(CJ)».

28 Todo esto le sucedió(CK) al rey Nabucodonosor. 29 Doce meses después(CL), paseándose por la azotea del palacio real de Babilonia, 30 el rey reflexionó[ay], y dijo: «¿No es esta la gran Babilonia que yo he edificado como residencia[az] real con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad(CM)?». 31 Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando una voz vino[ba] del cielo: «Rey Nabucodonosor, a ti se te declara: El reino te ha sido quitado, 32 y serás echado de entre los hombres, y tu morada estará con las bestias del campo; te darán hierba para comer como al ganado, y siete tiempos[bb] pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y que lo da a quien le place(CN)». 33 En aquel mismo instante se cumplió la palabra acerca de Nabucodonosor: fue echado de entre los hombres, comía hierba como el ganado y su cuerpo se empapó con el rocío del cielo(CO) hasta que sus cabellos crecieron como las plumas de las águilas y sus uñas como las de las aves.

34 Pero al fin de los días, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo, y recobré mi razón[bc], y bendije al Altísimo y alabé y glorifiqué al que vive para siempre;

porque su dominio es un dominio eterno(CP),
y su reino permanece de generación en generación(CQ).
35 Y todos los habitantes de la tierra son considerados como nada(CR),
mas Él actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo
y entre los habitantes de la tierra(CS);
nadie puede detener[bd] su mano(CT),
ni decirle: «¿Qué has hecho(CU)?».

36 En ese momento recobré mi razón[be]. Y mi majestad y mi esplendor me fueron devueltos(CV) para gloria(CW) de mi reino, y mis consejeros[bf] y mis nobles vinieron a buscarme; y fui restablecido en mi reino[bg], y mayor grandeza me fue añadida(CX). 37 Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y glorifico al Rey del cielo(CY), porque sus obras son todas verdaderas[bh] y justos[bi] sus caminos(CZ); Él puede humillar(DA) a los que caminan con soberbia.

Footnotes

  1. Daniel 3:1 O, imagen, y así en el resto del cap.
  2. Daniel 3:1 Un codo equivale aprox. a 45 cm.
  3. Daniel 3:5 O, cítara, y así en el resto del cap.
  4. Daniel 3:5 O, lira triangular, y así en el resto del cap.
  5. Daniel 3:5 O, una especie de arpa, y así en el resto del cap.
  6. Daniel 3:6 O, en la misma hora
  7. Daniel 3:7 Así en muchos mss. y en algunas versiones antiguas; el T.M. omite: la gaita
  8. Daniel 3:8 Lit., Por tanto
  9. Daniel 3:8 Lit., comieron los pedazos de
  10. Daniel 3:15 O, en la misma hora
  11. Daniel 3:21 O, pantalones
  12. Daniel 3:21 O, calzas
  13. Daniel 3:22 Lit., palabra
  14. Daniel 3:22 O, severa
  15. Daniel 3:24 Lit., respondió y dijo
  16. Daniel 3:25 Lit., no hay daño en ellos
  17. Daniel 3:26 Lit., respondió, y
  18. Daniel 3:27 Lit., poder
  19. Daniel 3:27 O, pantalones
  20. Daniel 3:27 Lit., cambio
  21. Daniel 3:28 Lit., y cambiaron la palabra
  22. Daniel 3:29 Lit., muladar
  23. Daniel 4:1 Los vers. 1-3 aparecen en el texto arameo como 3:31-33
  24. Daniel 4:1 O, vuestro bienestar
  25. Daniel 4:4 En arameo, cap. 4:1
  26. Daniel 4:5 Lit., Vi
  27. Daniel 4:5 Lit., cabeza
  28. Daniel 4:7 O, sacerdotes adivinos, y así en el vers. 9
  29. Daniel 4:7 O, astrólogos
  30. Daniel 4:7 Lit., ante ellos
  31. Daniel 4:8 O posiblemente, el espíritu del Dios santo, y así en el resto del cap.
  32. Daniel 4:8 Lit., ante él
  33. Daniel 4:10 Lit., cabeza
  34. Daniel 4:11 O, altura
  35. Daniel 4:12 Lit., toda carne
  36. Daniel 4:13 Lit., cabeza
  37. Daniel 4:15 O, cepa, y así en los vers. 23 y 26
  38. Daniel 4:15 Lit., de
  39. Daniel 4:15 Lit., sea su porción
  40. Daniel 4:15 O, en la
  41. Daniel 4:16 I.e., años
  42. Daniel 4:18 Lit., he visto
  43. Daniel 4:20 O, altura
  44. Daniel 4:23 Lit., de
  45. Daniel 4:23 Lit., sea su porción
  46. Daniel 4:23 I.e., años
  47. Daniel 4:25 I.e., años
  48. Daniel 4:26 Lit., de
  49. Daniel 4:26 Lit., duradero
  50. Daniel 4:27 O, redime ahora
  51. Daniel 4:30 Lit., respondió
  52. Daniel 4:30 Lit., casa
  53. Daniel 4:31 Lit., respondió
  54. Daniel 4:32 I.e., años
  55. Daniel 4:34 Lit., conocimiento
  56. Daniel 4:35 Lit., golpear
  57. Daniel 4:36 Lit., conocimiento
  58. Daniel 4:36 O, altos oficiales
  59. Daniel 4:36 O, soberanía
  60. Daniel 4:37 Lit., verdad
  61. Daniel 4:37 Lit., justicia

Rescatados del horno de fuego

El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia. Y envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado. Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor. Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas, que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado; y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

Por esto en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos. Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive. 10 Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro; 11 y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo. 12 Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.

13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que le trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. 14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? 15 Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?

16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. 17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. 19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. 20 Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. 21 Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. 22 Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. 23 Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.

24 Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. 25 Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.

26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. 27 Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían. 28 Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. 29 Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como este. 30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

La locura de Nabucodonosor

Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.

Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron. Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen la interpretación del sueño. Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y adivinos, y les dije el sueño, pero no me pudieron mostrar su interpretación, hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño, diciendo: Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que hay en ti espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación. 10 Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande. 11 Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. 12 Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne.

13 Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo. 14 Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. 15 Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra. 16 Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos. 17 La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres. 18 Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos.

19 Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, quedó atónito casi una hora, y sus pensamientos lo turbaban. El rey habló y dijo: Beltsasar, no te turben ni el sueño ni su interpretación. Beltsasar respondió y dijo: Señor mío, el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para los que mal te quieren. 20 El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte, y cuya copa llegaba hasta el cielo, y que se veía desde todos los confines de la tierra, 21 cuyo follaje era hermoso, y su fruto abundante, y en que había alimento para todos, debajo del cual moraban las bestias del campo, y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo, 22 tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra. 23 Y en cuanto a lo que vio el rey, un vigilante y santo que descendía del cielo y decía: Cortad el árbol y destruidlo; mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce en la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias del campo sea su parte, hasta que pasen sobre él siete tiempos; 24 esta es la interpretación, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha venido sobre mi señor el rey: 25 Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere. 26 Y en cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna. 27 Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad.

28 Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor. 29 Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, 30 habló el rey y dijo: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? 31 Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; 32 y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. 33 En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.

34 Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. 35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? 36 En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. 37 Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.

El horno en llamas

El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de sesenta codos de alto por seis codos de ancho,[a] y mandó que la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia. Luego, ordenó a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias que asistieran a la dedicación de la estatua que había mandado erigir. Para celebrar tal dedicación, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las provincias se reunieron ante la estatua que el rey Nabucodonosor había ordenado erigir.

Entonces el heraldo proclamó a voz en cuello: «A ustedes, pueblos, naciones y gente de toda lengua, se les ordena lo siguiente: Tan pronto como escuchen el sonido de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y todo tipo de música, deberán inclinarse y adorar la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha mandado erigir. Todo el que no se incline ante ella ni la adore será arrojado de inmediato a un horno en llamas».

Ante tal amenaza, tan pronto como se escuchó la música de todos esos instrumentos musicales, todos los pueblos y naciones, y gente de toda lengua, se inclinaron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había mandado erigir. Pero algunos astrólogos se presentaron ante el rey y acusaron a los judíos:

—¡Que viva el rey por siempre! —dijeron al rey Nabucodonosor—. 10 Su Majestad ha emitido un decreto ordenando que todo el que oiga el sonido de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y todo tipo de música se incline ante la estatua de oro y la adore. 11 También ha ordenado que todo el que no se incline ante la estatua ni la adore sea arrojado a un horno en llamas. 12 Pero hay algunos judíos, a quienes ha puesto al frente de la provincia de Babilonia, que no acatan sus órdenes, Su Majestad. No adoran a los dioses de Su Majestad ni a la estatua de oro que mandó erigir. Se trata de Sadrac, Mesac y Abednego.

13 Lleno de ira, Nabucodonosor los mandó llamar. Cuando los jóvenes se presentaron ante el rey, 14 Nabucodonosor dijo:

—Ustedes tres, ¿es verdad que no honran a mis dioses ni adoran la estatua de oro que he mandado erigir? 15 En cuanto escuchen el sonido de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y todo tipo de música, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer y la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en llamas. ¿Y qué dios podrá librarlos de mis manos?

16 Sadrac, Mesac y Abednego respondieron:

—Rey Nabucodonosor, no hace falta que nos defendamos ante usted. 17 Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad. 18 Pero incluso si no lo hace, queremos que sepa, Su Majestad, que no serviremos a sus dioses ni adoraremos la estatua que usted ha erigido.

19 Ante la respuesta de Sadrac, Mesac y Abednego, Nabucodonosor se puso muy furioso y cambió su actitud hacia ellos. Mandó entonces que se calentara el horno siete veces más de lo normal, 20 y que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a los tres jóvenes y los arrojaran al horno en llamas. 21 Fue así como los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias, turbantes y todo, es decir, tal y como estaban vestidos. 22 Tan apremiante fue la orden del rey, y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego, 23 los cuales, atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en llamas.

24 En ese momento, Nabucodonosor se puso de pie y preguntó sorprendido a sus consejeros:

—¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego?

—Así es, Su Majestad —respondieron.

25 —¡Pues miren! —exclamó—. Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un hijo de los dioses!

26 Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno en llamas y gritó:

—Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salgan de allí y vengan acá!

Cuando los tres jóvenes salieron del horno, 27 los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo!

28 Entonces exclamó Nabucodonosor: «¡Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo. 29 Por tanto, yo decreto que se descuartice a cualquiera que hable en contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, y que su casa sea reducida a cenizas, sin importar la nación a que pertenezca o la lengua que hable. ¡No hay otro dios que pueda salvar de esta manera!».

30 Después de eso el rey promovió a Sadrac, Mesac y Abednego a un alto puesto en la provincia de Babilonia.

Nabucodonosor, árbol caído

El rey Nabucodonosor,

a todos los pueblos y naciones que habitan en este mundo y a toda lengua:

¡Paz y prosperidad!

Me es grato darles a conocer las señales y maravillas que el Dios Altísimo ha realizado en mi favor.

¡Cuán grandes son sus señales!
    ¡Cuán portentosas son sus maravillas!
Su reino es un reino eterno;
    su soberanía permanece de generación en generación.

Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa, próspero en mi palacio, cuando tuve un sueño que me infundió miedo. Recostado en mi lecho, las imágenes y visiones que pasaron por mi mente me llenaron de terror. Ordené entonces que vinieran a mi presencia todos los sabios de Babilonia para que me interpretaran el sueño. Cuando llegaron los magos, hechiceros, astrólogos y adivinos, les conté mi sueño, pero no me lo pudieron interpretar. Finalmente Daniel, que en honor a mi dios también se llama Beltsasar, se presentó ante mí y le conté mi sueño, pues en él reposa el espíritu de los santos dioses.

Yo le dije: «Beltsasar, jefe de los magos, yo sé que en ti reposa el espíritu de los santos dioses, y que no hay para ti ningún misterio difícil de resolver. Te voy a contar mi sueño y quiero que me digas lo que significa. 10 Mientras reposaba en mi lecho tuve esta visión: Veía ante mí un árbol de altura impresionante, plantado en medio de la tierra. 11 El árbol creció, se hizo fuerte y su copa tocaba el cielo; ¡hasta podía verse desde cualquier punto de la tierra! 12 Tenía un hermoso follaje y abundantes frutos. Todo el mundo hallaba en él su alimento. Aun las bestias salvajes venían a refugiarse bajo su sombra y en sus ramas anidaban las aves del cielo; de él se alimentaban todas las criaturas.

13 »En la visión que tuve mientras reposaba en mi lecho, vi ante mí a un mensajero santo que descendía del cielo 14 y que a voz en cuello me gritaba: “Derriben el árbol y córtenle las ramas; arránquenle las hojas y esparzan los frutos. Hagan que las bestias huyan de su sombra y que las aves abandonen sus nidos. 15 Pero dejen enterrados el tronco y las raíces; sujétenlos con hierro y bronce entre la hierba del campo.

»”Dejen que se empape con el rocío del cielo, y que habite con los animales y entre las plantas de la tierra. 16 Dejen que su mente humana se trastorne y se vuelva como la de un animal, hasta que hayan transcurrido siete años.[b]

17 »”Este es el decreto de los santos mensajeros que han anunciado el veredicto: Que todos los vivientes reconozcan que el Altísimo es el soberano de todos los reinos humanos y que se los entrega a quien él quiere; hasta pone sobre ellos al más humilde de los hombres”.

18 »Este es el sueño que yo, el rey Nabucodonosor, tuve. Ahora tú, Beltsasar, dime qué es lo que significa, ya que ninguno de los sabios de mi reino me lo pudo interpretar. ¡Pero tú sí puedes hacerlo, porque en ti reposa el espíritu de los santos dioses!».

Daniel interpreta el sueño del rey

19 Daniel, conocido también como Beltsasar, se quedó desconcertado por algún tiempo y aterrorizado por sus propios pensamientos; por eso el rey le dijo: «Beltsasar, no te dejes alarmar por este sueño y su significado».

A esto Daniel respondió: «¡Mi señor, ojalá que el sueño y su significado tengan que ver con sus adversarios y enemigos! 20 El árbol que veía crecer y fortalecerse, cuya copa tocaba el cielo y podía verse desde cualquier punto de la tierra, 21 que tenía un hermoso follaje y daba abundantes frutos que alimentaban a todos, a cuya sombra se refugiaban las bestias salvajes y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo, 22 ese árbol es Su Majestad. Usted se ha hecho fuerte y poderoso, su grandeza ha alcanzado el cielo y su dominio se extiende a los lugares más remotos de la tierra.

23 »Su Majestad veía que del cielo bajaba un mensajero santo, el cual le ordenaba derribar el árbol, destruirlo y dejarlo enterrado para que se empapara con el rocío del cielo, aunque tenía que sujetar con hierro y bronce el tronco y las raíces. De esta manera, viviría como las bestias del campo hasta que transcurrieran siete años.

24 »La interpretación del sueño, y el decreto que el Altísimo ha emitido contra Su Majestad, es como sigue: 25 Usted será apartado de la gente y habitará entre las bestias del campo; comerá pasto como el ganado, y se empapará con el rocío del cielo. Siete años pasarán hasta que usted reconozca que el Altísimo es el Soberano de todos los reinos del mundo y que se los entrega a quien él quiere. 26 La orden de dejar el tocón y las raíces del árbol quiere decir que su reino le será devuelto, cuando haya reconocido que el verdadero reino es el del cielo. 27 Por tanto, yo ruego a Su Majestad aceptar el consejo que le voy a dar: Renuncie usted a sus pecados y actúe con justicia; renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos. Tal vez su prosperidad pueda continuar».

El cumplimiento del sueño

28 En efecto, todo esto sucedió al rey Nabucodonosor. 29 Doce meses después, mientras daba un paseo por la terraza del palacio real de Babilonia, 30 exclamó: «¿No es esta la gran Babilonia que he construido como capital del reino, con mi enorme poder y para la gloria de mi majestad?».

31 No había terminado de hablar cuando se escuchó una voz que desde el cielo decía:

«Este es el decreto en cuanto a ti, rey Nabucodonosor. Tu autoridad real se te ha quitado. 32 Serás apartado de la gente y vivirás entre las bestias del campo; comerás pasto como el ganado. Siete años transcurrirán hasta que reconozcas que el Altísimo es el que domina sobre todos los reinos del mundo y que se los entrega a quien él quiere».

33 Y al instante se cumplió lo anunciado a Nabucodonosor. Lo separaron de la gente y comió pasto como el ganado. Su cuerpo se empapó con el rocío del cielo; hasta el pelo le creció como plumas y las uñas como garras de águila.

34 Pasado ese tiempo yo, Nabucodonosor, elevé los ojos al cielo y recobré el juicio. Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre:

Su dominio es eterno;
    su reino permanece para siempre.
35 Ninguno de los pueblos de la tierra
    merece ser tomado en cuenta.
Dios hace lo que quiere
    con los poderes celestiales
    y con los pueblos de la tierra.
No hay quien se oponga a su poder
    ni quien le pida cuentas de sus actos.

36 Recobré el juicio, y al momento me fueron devueltos la honra, el esplendor y la gloria de mi reino. Mis consejeros y cortesanos vinieron a buscarme, y me fue devuelto el trono. ¡Llegué a ser más poderoso que antes! 37 Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia; además, es capaz de humillar a los soberbios.

Footnotes

  1. 3:1 Es decir, aprox. 27 m de alto por 2.7 m de ancho.
  2. 4:16 años. O tiempos; también en vv. 23, 25 y 32.