⁸ Y sucedió que por la mañana su espíritu estaba turbado^(A), y mandó llamar a todos los adivinos^[a] de Egipto^(B), y a todos sus sabios^(C). Y Faraón les contó sus sueños^[b], pero no hubo quien se los pudiera interpretar a Faraón^(D).

⁹ Vosotros, pues, no escuchéis a vuestros profetas, a vuestros adivinos, a vuestros soñadores^[a], a vuestros agoreros ni a vuestros hechiceros^(A) que os hablan, diciendo: ‘No serviréis al rey de Babilonia’.

¹⁰ Porque ellos os profetizan mentira^(A), para alejaros de vuestra tierra, y para que yo os expulse y perezcáis^(B).

⁷ Respondieron ellos por segunda vez, y dijeron: Refiera el rey su sueño a sus siervos, y declararemos la interpretación^(A).

¹⁰ Los caldeos respondieron al^[a] rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto al^[b] rey, puesto que ningún gran rey o gobernante jamás ha pedido cosa semejante a ningún mago^[c], encantador o caldeo^(A).

²⁷ Respondió Daniel ante el rey, y dijo: En cuanto al misterio que el rey quiere saber, no hay sabios, encantadores, magos^[a] ni adivinos que puedan declararlo al rey^(A).

⁷ El rey gritó fuertemente que trajeran a los encantadores, a los caldeos^[a] y a los adivinos. El rey habló, y dijo a los sabios de Babilonia: Cualquiera que pueda leer esta inscripción y declararme su interpretación^(A), será vestido de púrpura, llevará un collar de oro al cuello y tendrá autoridad como tercero^[b] en el reino^(B).