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Segunda colección de dichos de Salomón

25 También éstos son dichos de Salomón, copiados por gente al servicio de Ezequías, rey de Judá:

Es gloria de Dios tener secretos,
y honra de los reyes penetrar en ellos.

La altura del cielo,
la profundidad de la tierra
y los pensamientos de los reyes,
son cosas en las que no es posible penetrar.

Aparta de la plata las impurezas,
y el platero producirá una copa;
aparta del servicio del rey al malvado,
y su trono se afirmará en la justicia.

No te des importancia ante el rey,
ni tomes el lugar de la gente importante;
vale más que te inviten a subir allí,
que ser humillado ante los grandes señores.

Lo que veas con tus propios ojos
no lo lleves en seguida a los tribunales,
porque otro testigo puede desmentirte
y al final no sabrás qué hacer.

Defiéndete de quien te acuse,
pero no descubras el secreto ajeno;
10 pues alguien puede oírte y ponerte en vergüenza,
y tu mala fama será cosa sin remedio.

11 Las palabras en el momento oportuno
son como manzanas de oro incrustadas en plata.
12 Como un anillo y un collar del oro más fino,
es la sabia reprensión en quien sabe recibirla.

13 El mensajero fiel es para el que lo envía
cual frescura de nieve en día caluroso,
pues da nuevos ánimos a su señor.

14 Nubes y viento y nada de lluvia,
es quien presume de dar y nunca da nada.

15 La paciencia calma el enojo;
las palabras suaves rompen la resistencia.

16 Si encuentras miel, no comas más de la cuenta,
no sea que de mucho comer la vomites.
17 Si visitas a tu amigo, no lo hagas con frecuencia,
no sea que se canse de ti y llegue a odiarte.

18 Mazo, espada, flecha puntiaguda,
¡eso es quien declara en falso contra su amigo!

19 Confiar en un traidor en momentos de angustia
es como andar con una pierna rota
o comer con un diente picado.
20 Cantar canciones al corazón afligido
es como echar vinagre en la llaga
o quitarse la ropa en tiempo de frío.

21 Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;
y si tiene sed, dale de beber;
22 así harás que le arda la cara de vergüenza,
y el Señor te lo pagará.

23 Por el viento del norte viene la lluvia,
y por las malas lenguas las malas caras.

24 Más vale vivir en el borde de la azotea,
que en una amplia mansión con una mujer pendenciera.

25 Como agua fresca en garganta sedienta
así caen las buenas noticias de tierras lejanas.

26 Manantial de agua turbia y revuelta
es el inocente que tiembla ante el culpable.

27 No hace bien comer mucha miel,
pero es una honra investigar lo difícil.

28 Como ciudad sin muralla y expuesta al peligro,
así es quien no sabe dominar sus impulsos.

26 No le va bien la nieve al verano
ni la lluvia a la cosecha
ni los honores al necio.

Como gorrión perdido o golondrina sin nido,
la maldición sin motivo jamás llegará a su destino.

Al caballo hay que domarlo,
al asno hay que frenarlo
y al necio hay que azotarlo.

El que al necio no responde,
por necio no pasa.
El que al necio sabe responder,
como tal le hace parecer.

Confiar al necio un mensaje
es cortarse los pies y buscarse problemas.

No va lejos el cojo con sus piernas
ni el proverbio dicho por un necio.

Tan absurdo es atar la piedra a la honda
como dar honra a los necios.

Ni el borracho la espina siente,
ni el necio el proverbio entiende.

10 Arquero que apunta a todo el que pasa
es quien da al necio trabajo en su casa.

11 El perro vuelve a su vómito
y el necio a su necedad.

12 Más se puede esperar del necio
que de quien se cree muy sabio.

13 Para no trabajar, el perezoso pretexta
que en la calle hay un león al acecho.

14 La puerta gira en sus bisagras
y el perezoso gira en la cama.

15 El perezoso mete la mano en el plato,
pero luego es incapaz de llevársela a la boca.

16 El perezoso se cree más sabio
que siete personas que saben responder.

17 Meterse en pleitos ajenos
es agarrar a un perro por las orejas.

18 Como un loco que lanza
mortales flechas de fuego,
19 así es quien engaña a su amigo
y luego dice que todo era un juego.

20 Sin leña se apaga el fuego,
y sin chismes se acaba el pleito.

21 Para hacer brasas, el carbón;
para hacer fuego, la leña;
y para entablar pleitos, el pendenciero.

22 Los chismes son como golosinas,
pero calan hasta lo más profundo.

23 Baño de plata sobre olla de barro
son las palabras suaves que llevan mala intención.

24 El que odia, lo disimula cuando habla,
pero en su interior hace planes malvados.
25 No le creas si te habla con ternura,
pues su mente está llena de maldad;
26 aunque trate de ocultar su odio,
su maldad se descubrirá ante todos.

27 El que cava una fosa, en ella cae;
al que hace rodar una roca, la roca lo aplasta.

28 El mentiroso odia la verdad,
el de suaves palabras provoca el desorden.

En cuanto a la colecta para los hermanos en la fe, realmente no es necesario que siga escribiéndoles a ustedes, porque ya conozco su buena voluntad. Siempre digo con orgullo a los de Macedonia, que desde el año pasado ustedes los de Acaya han estado dispuestos a ayudar, y la mayoría de los de Macedonia se han animado por la buena disposición de ustedes. Sin embargo, les envío a estos hermanos para no quedar mal al sentirme tan orgulloso de ustedes cuando hablo de este asunto. Es decir, para que de veras estén preparados, no sea que algunos de Macedonia vayan conmigo y encuentren que ustedes no lo están. Eso sería una vergüenza para nosotros, que hemos tenido tanta confianza en ustedes; por no hablar de la vergüenza que sería para ustedes mismos. Precisamente por ello me ha parecido necesario pedir a estos hermanos que vayan a visitarlos primero, y que los ayuden a completar la colecta que ustedes habían prometido. Así, la colecta de ustedes estará dispuesta como una muestra de generosidad, y no como una muestra de tacañería.

Exhortación a la generosidad

Acuérdense de esto: El que siembra poco, poco cosecha; el que siembra mucho, mucho cosecha. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría. Dios puede darles a ustedes con abundancia toda clase de bendiciones, para que tengan siempre todo lo necesario y además les sobre para ayudar en toda clase de buenas obras. La Escritura dice:

«Ha dado abundantemente a los pobres,
y su generosidad permanece para siempre.»

10 Dios, que da la semilla que se siembra y el alimento que se come, les dará a ustedes todo lo necesario para su siembra, y la hará crecer, y hará que la generosidad de ustedes produzca una gran cosecha. 11 Así tendrán ustedes toda clase de riquezas y podrán dar generosamente. Y la colecta que ustedes envíen por medio de nosotros, será motivo de que los hermanos den gracias a Dios. 12 Porque al llevar esta ayuda a los hermanos, no solamente les llevamos lo que les haga falta, sino que también los movemos a dar muchas gracias a Dios. 13 Y ellos alabarán a Dios, pues esta ayuda les demostrará que ustedes obedecen al evangelio que profesan, al evangelio de Cristo. También ellos honrarán a Dios por la generosa contribución de ustedes para ellos y para todos. 14 Y además orarán por ustedes con mucho cariño, por la gran bondad que Dios les ha mostrado a ustedes. 15 ¡Gracias a Dios, porque nos ha hecho un regalo tan grande que no tenemos palabras para expresarlo!