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Somos tan pecadores como nuestros padres.
Hemos hecho lo malo, hemos cometido maldad.
En Egipto, nuestros padres no entendieron tus maravillas;
no se acordaron de tu gran misericordia,
y a orillas del Mar Rojo(A) se rebelaron contra ti.
Pero tú, Señor, por tu gran amor los salvaste
y diste a conocer tu gran poder.

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