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93 ¡El Señor es rey! Se viste de majestad.
    Ciertamente el Señor se viste de majestad y está armado con fuerza.
El mundo permanece firme
    y no puede ser sacudido.

Tu trono, oh Señor, permanece desde tiempos inmemoriales;
    tú mismo existes desde el pasado eterno.
Las aguas crecieron, oh Señor.
    Los diluvios han rugido como truenos;
    las inundaciones elevaron sus impetuosas olas.
Pero más poderoso que el estruendo de los mares enfurecidos,
    más potente que las rompientes olas en la orilla,
    el Señor, quien está en lo alto, es más poderoso que estos.
Tus leyes soberanas no pueden ser modificadas;
    tu reino, oh Señor, es santo por siempre y para siempre.

La majestad de Jehová

93 Jehová reina; se vistió de magnificencia;

Jehová se vistió, se ciñó de poder.

Afirmó también el mundo, y no se moverá.

Firme es tu trono desde entonces;

Tú eres eternamente.

Alzaron los ríos, oh Jehová,

Los ríos alzaron su sonido;

Alzaron los ríos sus ondas.

Jehová en las alturas es más poderoso

Que el estruendo de las muchas aguas,

Más que las recias ondas del mar.

Tus testimonios son muy firmes;

La santidad conviene a tu casa,

Oh Jehová, por los siglos y para siempre.

93 El Señor reina, revestido de esplendor;
    el Señor se ha revestido de grandeza y ha desplegado su poder.
Ha establecido el mundo con firmeza;
    jamás caerá.
Desde el principio se estableció tu trono
    y tú desde siempre has existido.

Se levantan las aguas, Señor;
    se levantan las aguas con estruendo;
    se levantan las aguas y sus batientes olas.
Pero el Señor, en las alturas, se muestra poderoso:
    más poderoso que el estruendo de las muchas aguas,
    más poderoso que los embates del mar.

Dignos de confianza son, Señor, tus mandatos;
    ¡la santidad es para siempre el adorno de tu casa!