21 Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. 22 Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la Ley de Dios; 23 pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra lo que considero bueno, y me tiene cautivo. 24 ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo sujeto a la muerte? 25 ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!

En conclusión, con la mente yo mismo me someto a la Ley de Dios, pero mi carne está sujeta a la ley del pecado.

Vida mediante el Espíritu

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús,[a] pues por medio de él la ley del Espíritu de vida te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.

Footnotes

  1. 8:1 Jesús. Var. Jesús, los que no viven según la carne, sino según el Espíritu (véase v. 4).

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