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La elección soberana de Dios

Les digo la verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia, guiada por el Espíritu Santo, me confirma que esto es verdad. Me duele el corazón y siento día y noche un gran dolor. Estaría dispuesto a condenarme eternamente lejos de Cristo, si con ello mis hermanos, los de mi propia raza, se salvaran.

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