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De igual manera, David también proclama la felicidad del hombre a quien Dios confiere justicia sin obras, diciendo:

Bienaventurados aquellos

cuyas iniquidades son perdonadas,

y cuyos pecados son cubiertos.

Bienaventurado el hombre

a quien el Señor jamás le tomará en cuenta su pecado[a].

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Footnotes

  1. Romanos 4:8 Sal. 32:1, 2.