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Dios es mi refugio

SALMO 142 (141)

David compuso este himno cuando huía de Saúl y se escondió en una cueva.

142 Mi Dios,
a ti elevo mi voz
para pedirte ayuda;
a ti elevo mi voz
para pedirte compasión.
2-3 Cuando me siento deprimido,
a ti te hago saber lo que me angustia.

Tú sabes cómo me comporto.
Hay algunos que a mi paso
me tienden una trampa.
Mira bien a mi derecha:
¡nadie me presta atención!
¡No hay nadie que me proteja!
¡A nadie le importo!

Dios mío,
a ti te ruego y te digo:
«¡Tú eres mi refugio!
¡En este mundo
tú eres todo lo que tengo!»
¡Atiende mis ruegos,
pues me encuentro muy débil!
¡Líbrame de mis enemigos,
pues son más fuertes que yo!
¡Sácame de esta angustia,
para que pueda alabarte!
Al ver que me tratas bien,
los justos harán fiesta.

En Dios confío

SALMO 143 (142)

Himno de David.

143 Dios mío,
¡escucha mi oración!
¡Atiende mis ruegos!
Tú eres fiel y justo:
¡respóndeme!
No me llames a cuentas,
que ante ti, nadie en el mundo
puede considerarse inocente.

Mis enemigos quieren matarme;
me tienen acorralado
y en constante peligro de muerte.
Ya no siento latir mi corazón;
¡ya he perdido el ánimo!
Me vienen a la mente
los tiempos pasados
y me pongo a pensar
en todas tus acciones;
¡tengo muy presente
todo lo que has hecho!
¡Hacia ti extiendo mis manos,
pues me haces falta,
como el agua a la tierra seca!

Dios mío,
¡respóndeme pronto,
pues la vida se me escapa!
¡No me des la espalda,
o ya puedo darme por muerto!
En ti confío;
¡a ti dirijo mi oración!
Cada nuevo día
hazme saber que me amas;
¡dime qué debo hacer!

Dios mío,
líbrame de mis enemigos,
pues en ti busco refugio.
10 Tú eres mi Dios.
¡Enséñame a hacer
lo que quieres que yo haga!
¡Permite que tu buen espíritu
me lleve a hacer el bien!

11-12 Dios mío,
tú eres un Dios justo;
¡acaba con mis enemigos!
¡Destruye a los que me persiguen!
Tú eres un Dios de amor
y yo estoy a tu servicio;
¡demuestra tu poder y dame vida!
¡Sácame de este aprieto!

Dios es mi protector

SALMO 144 (143)

Himno de David.

144 ¡Bendito seas,
mi Dios y protector!
¡Tú me enseñas a luchar
y a defenderme!
¡Tú me amas y me cuidas!
Eres mi escondite más alto,
el escudo que me protege,
¡el Dios que me permite reinar
sobre mi propio pueblo!

Dios mío,
¿qué somos nosotros
para que nos tomes en cuenta?
¿Qué somos los humanos
para que nos prestes atención?
Somos como las ilusiones;
¡desaparecemos como las sombras!

Dios mío,
baja del cielo,
toca los cerros con tu dedo
y hazlos echar humo.
Lanza tus relámpagos,
y pon al enemigo en retirada.
¡Tiéndeme la mano desde lo alto
y sálvame de las muchas aguas!
¡No me dejes caer en manos
de gente malvada de otros pueblos!
Esa gente abre la boca
y dice mentiras;
levanta la mano derecha
y hace juramentos falsos.

Dios mío,
voy a cantarte un nuevo canto;
voy a cantarte himnos
al son de música de arpas.
10 A los reyes les das la victoria,
y al rey David lo libras
de morir a filo de espada.
11 ¡Sálvame también!
¡Líbrame de caer en manos
de gente malvada de otros pueblos!
Esa gente abre la boca
y dice mentiras;
levanta la mano derecha
y hace juramentos falsos.

12 Permite que nuestros hijos
crezcan en su juventud
fuertes y llenos de vida,
como plantas en un jardín.
Permite que nuestras hijas sean hermosas
como las columnas de un palacio.
13 Haz que en nuestros graneros
haya abundancia de alimentos.
Haz que nuestros rebaños
aumenten en nuestros campos
hasta que sea imposible contarlos.
14 Permite que nuestros bueyes
lleven carretas bien cargadas.
No dejes que nuestras murallas
vuelvan a ser derribadas,
ni que volvamos a ser llevados
fuera de nuestro país,
ni que en nuestras calles
vuelvan a oírse gritos de angustia.

15 ¡Tú bendices al pueblo
donde todo esto se cumple!
¡Tú bendices al pueblo
que te reconoce como su Dios!

¡Grande es Dios!

SALMO 145 (144)

David compuso este himno de alabanza.

145 1-2 Mi Dios y rey,
¡siempre te bendeciré
y alabaré tu grandeza!
¡Grande eres, nuestro Dios,
y mereces nuestras alabanzas!
¡Tanta es tu grandeza
que no podemos comprenderla!

4-6 Nosotros hablaremos
del poder, belleza y majestad
de tus hechos maravillosos;
yo pensaré mucho en ellos
y los daré a conocer
a mis propios hijos.
Hablaremos de tu inmensa bondad,
y entre gritos de alegría
diremos que eres un Dios justo.

8-9 Dios mío,
tú eres tierno y bondadoso;
no te enojas fácilmente,
y es muy grande tu amor.
Eres bueno con tu creación,
y te compadeces de ella.

10 ¡Que te alabe tu creación!
¡Que te bendiga tu pueblo fiel!
11-12 ¡Que hablen de tu glorioso reino
y reconozcan tu belleza y tu poder!
¡Que anuncien tus grandes hechos
para que todo el mundo los conozca!
13 Tu reino siempre permanecerá,
pues siempre cumples tus promesas
y todo lo haces con amor.
14 Dios mío,
tú levantas a los caídos
y das fuerza a los cansados.
15 Los ojos de todos están fijos en ti;
esperando que los alimentes.
16 De buena gana abres la mano,
y das de comer en abundancia
a todos los seres vivos.

17 Dios mío,
tú siempre cumples tus promesas
y todo lo haces con amor.
18 Siempre estás cerca
de los que te llaman con sinceridad.
19 Tú atiendes los ruegos
de los que te honran;
les das lo que necesitan
y los pones a salvo.
20 Siempre estás pendiente
de todos los que te aman,
pero destruyes a los malvados.

21 ¡Mis labios siempre te alabarán!
¡La humanidad entera te bendecirá
ahora y siempre!