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57 Tú, Señor, eres todo lo que tengo;
he prometido poner en práctica tus palabras.
58 De todo corazón he procurado agradarte;
trátame bien, conforme a tu promesa.
59 Me puse a pensar en mi conducta,
y volví a obedecer tus mandatos.
60 Me he dado prisa, no he tardado
en poner en práctica tus mandamientos.
61 Me han rodeado con trampas los malvados,
pero no me he olvidado de tu enseñanza.
62 A medianoche me levanto a darte gracias
por tus justos decretos.
63 Yo soy amigo de los que te honran
y de los que cumplen tus preceptos.
64 Señor, la tierra está llena de tu amor;
¡enséñame tus leyes!

65 Señor, tú has tratado bien a este siervo tuyo,
conforme a tu promesa.
66 Enséñame a tener buen juicio y conocimiento,
pues confío en tus mandamientos.
67 Antes de ser humillado cometí muchos errores,
pero ahora obedezco tu palabra.
68 Tú eres bueno, y haces el bien;
¡enséñame tus leyes!
69 Los insolentes me acusan falsamente,
pero yo cumplo tus preceptos de todo corazón.
70 Ellos tienen la mente entorpecida,
pero yo me alegro con tu enseñanza.
71 Me hizo bien haber sido humillado,
pues así aprendí tus leyes.
72 Para mí vale más la enseñanza de tus labios,
que miles de monedas de oro y plata.

73 Tú mismo me hiciste y me formaste;
¡dame inteligencia para aprender tus mandamientos!
74 Los que te honran se alegrarán al verme,
porque he puesto mi esperanza en tu palabra.
75 Señor, yo sé que tus decretos son justos
y que tienes razón cuando me afliges.
76 ¡Que tu amor me sirva de consuelo,
conforme a la promesa que me hiciste!
77 Muéstrame tu ternura, y hazme vivir,
pues me siento feliz con tu enseñanza.
78 Sean avergonzados los insolentes
que sin razón me maltratan;
yo quiero meditar en tus preceptos.
79 Que se reúnan conmigo los que te honran,
los que conocen tus mandatos.
80 Que mi corazón sea perfecto en tus leyes,
para no tener de qué avergonzarme.

81 Con ansia espero que me salves;
¡he puesto mi esperanza en tu palabra!
82 Mis ojos se consumen esperando tu promesa,
y digo: «¿Cuándo vendrás a consolarme?»
83 Aunque soy un viejo inútil y olvidado,
no me he olvidado de tus leyes.
84 ¿Cuánto más habré de esperar?
¿Cuándo juzgarás a los que me persiguen?
85 Gente insolente que no sigue tu enseñanza
ha cavado trampas a mi paso.
86 ¡Ayúdame, pues soy perseguido sin motivo!
¡Tus mandamientos son todos verdaderos!
87 Casi he sido borrado de la tierra,
pero no he descuidado tus preceptos.
88 Dame vida, de acuerdo con tu amor,
y cumpliré los mandatos de tus labios.

89 Señor, tu palabra es eterna;
¡afirmada está en el cielo!
90 Tu fidelidad permanece para siempre;
tú afirmaste la tierra, y quedó en pie.
91 Todas las cosas siguen firmes, conforme a tus decretos,
porque todas ellas están a tu servicio.
92 Si tu enseñanza no me trajera alegría,
la tristeza habría acabado conmigo.
93 Jamás me olvidaré de tus preceptos,
pues por ellos me has dado vida.
94 ¡Sálvame, pues soy tuyo
y he seguido tus preceptos!
95 Los malvados esperan el momento de destruirme,
pero yo estoy atento a tus mandatos.
96 He visto que todas las cosas tienen su fin,
pero tus mandamientos son infinitos.

97 ¡Cuánto amo tu enseñanza!
¡Todo el día medito en ella!
98 Tus mandamientos son míos para siempre;
me han hecho más sabio que mis enemigos.
99 Entiendo más que todos mis maestros
porque pienso mucho en tus mandatos.
100 Entiendo más que los ancianos
porque obedezco tus preceptos.
101 He alejado mis pies de todo mal camino
para cumplir tu palabra.
102 No me he apartado de tus decretos
porque tú eres quien me enseña.
103 Tu promesa es más dulce a mi paladar
que la miel a mi boca.
104 De tus preceptos he sacado entendimiento;
por eso odio toda conducta falsa.

105 Tu palabra es una lámpara a mis pies
y una luz en mi camino.
106 Hice un juramento, y lo voy a cumplir:
¡pondré en práctica tus justos decretos!
107 Señor, me siento muy afligido;
¡dame vida, conforme a tu promesa!
108 Acepta, Señor, las ofrendas de mis labios,
y enséñame tus decretos.
109 Siempre estoy en peligro de muerte,
pero no me olvido de tu enseñanza.
110 Los malvados me ponen trampas,
pero no me aparto de tus preceptos.
111 Mi herencia eterna son tus mandatos,
porque ellos me alegran el corazón.
112 De corazón he decidido practicar tus leyes,
para siempre y hasta el fin.

113 Odio a la gente hipócrita,
pero amo tu enseñanza.
114 Tú eres quien me ampara y me protege;
en tu palabra he puesto mi esperanza.
115 ¡Aléjense de mí, malvados,
que quiero cumplir los mandatos de mi Dios!
116 Dame fuerzas, conforme a tu promesa, y viviré;
¡no defraudes mi esperanza!
117 Ayúdame, y estaré a salvo;
así cumpliré siempre tus leyes.
118 Tú desprecias a los que se apartan de tus leyes,
porque sus pensamientos no tienen sentido.
119 Los malvados de la tierra son para ti como basura;
por eso yo amo tus mandatos.
120 Mi cuerpo tiembla de temor delante de ti;
¡siento reverencia por tus decretos!

121 Nunca he dejado de hacer lo que es justo;
no me abandones en manos de mis opresores.
122 Hazte responsable de mi bienestar;
que no me maltraten los insolentes.
123 Mis ojos se consumen esperando que me salves,
esperando que me libres, conforme a tu promesa.
124 Trata a este siervo tuyo de acuerdo con tu amor;
¡enséñame tus leyes!
125 Yo soy tu siervo. Dame entendimiento,
pues quiero conocer tus mandatos.
126 Señor, ya es tiempo de que hagas algo,
pues han desobedecido tu enseñanza.
127 Por eso yo amo tus mandamientos
mucho más que el oro fino.
128 Por eso me guío por tus preceptos
y odio toda conducta falsa.

129 Tus mandatos son maravillosos;
por eso los obedezco.
130 La explicación de tus palabras ilumina,
instruye a la gente sencilla.
131 Con gran ansia abro la boca,
pues deseo tus mandamientos.
132 Mírame, y ten compasión de mí,
como haces con los que te aman.
133 Hazme andar conforme a tu palabra;
no permitas que la maldad me domine.
134 Líbrame de la violencia humana,
pues quiero cumplir tus preceptos.
135 Mira con buenos ojos a este siervo tuyo,
y enséñame tus leyes.
136 Ríos de lágrimas salen de mis ojos
porque no se respeta tu enseñanza.

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