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Oración pidiendo justicia

Lamento de David dirigido a Dios por lo que le hizo un hombre de la tribu de Benjamín, que se llamaba Cus.

Mi Dios, en ti confío;
¡sálvame de los que me persiguen!,
¡líbrame de todos ellos!
Si no me salvas, acabarán conmigo;
me despedazarán como leones
y nadie podrá librarme de ellos.

Dios mío,
¿qué daño les hice?,
¿qué mal cometí?
¿Acaso le hice daño a mi amigo?
¿Acaso le quité algo
a quien me maltrata sin razón?
Si es así,
deja que mi enemigo
me persiga y me alcance;
deja que me arrastre por el suelo
y que me ponga en vergüenza.

6-7 Dios mío,
¡siéntate ya en tu alto trono,
y rodeado de las naciones,
declárame inocente!
¡Enfréntate a la furia de mis enemigos
y muéstrales tu enojo!

Tú, Dios mío,
eres el juez de los pueblos:
¡júzgame y dicta mi sentencia,
pero toma en cuenta que soy inocente!
Tú eres un Dios justo,
y conoces nuestros pensamientos:
¡acaba, pues, con los malvados,
para que ya no hagan lo malo,
pero dale tu apoyo a la gente honrada!

10 Dios mío,
tú me das tu protección;
me proteges como un escudo.
Tú salvas a la gente honrada.
11 Tú eres un juez justo
y siempre castigas a los malvados.
12 Si éstos no se arrepienten,
tú afilarás tu espada
y prepararás tu arco.
13 Ya tienes listas tus armas de muerte;
¡ya tienes listas tus flechas de fuego!

14 ¡Fíjense en el malvado!
Planea el crimen, lo comete
y luego niega haberlo cometido.
15 Ha hecho un hoyo muy profundo,
pero en ese mismo hoyo caerá,
16 y sufrirá las consecuencias
de su violencia y maldad.

17 Yo, en cambio,
alabaré a Dios porque es justo.
¡Yo le cantaré himnos
al Dios altísimo!

Grandeza divina, grandeza humana

Himno de David. Instrucciones para el director del coro: para cantarlo con la melodía que se toca cuando se exprimen las uvas.

Nuestro Dios y nuestro rey,
¡qué grande eres
en toda la tierra!
¡Tu grandeza está por encima
de los cielos más altos!

Con las primeras palabras
de los niños más pequeños,
y con los cantos
de los niños mayores
has construido una fortaleza
por causa de tus enemigos.
¡Así has hecho callar
a tus enemigos que buscan venganza!

Cuando contemplo el cielo,
y la luna y las estrellas
que tú mismo hiciste,
no puedo menos que pensar:
«¿Qué somos los mortales
para que pienses en nosotros
y nos tomes en cuenta?»
¡Nos creaste casi igual a ti!
Nos trataste como a reyes;
nos diste plena autoridad
sobre todo lo que hiciste;
nos diste dominio
sobre toda tu creación:
sobre ovejas y vacas,
sobre animales salvajes,
sobre aves y peces,
¡sobre todo lo que se mueve
en lo profundo del mar!

Nuestro Dios y nuestro rey,
¡qué grande eres
en toda la tierra!

La justicia de Dios

SALMO 9 (9a)

Himno de David. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse acompañado de flautas y arpas.

1-2 Dios mío, Dios altísimo,
yo quiero alabarte de todo corazón.
Quiero expresarte mi alegría;
¡quiero cantarte himnos
y hablar de tus maravillas!

3-4 Tú eres un juez justo:
juzgaste mi caso
y me declaraste inocente.
Por ti mis enemigos huyen,
tropiezan y son destruidos.
Reprendiste a los pueblos
que no te adoran;
destruiste a esos malvados,
¡y nadie volvió a recordarlos!
Para siempre cayó la desgracia
sobre nuestros enemigos;
dejaste sin gente sus ciudades,
y ya nadie se acuerda de ellos.

Dios mío, tú reinas para siempre,
estás sentado en tu trono,
y vas a dictar la sentencia.
Juzgarás a los pueblos del mundo
con justicia y sin preferencias.
9-10 Tú, Dios mío,
proteges a los que son maltratados
y los libras de la angustia.

Los que te conocen
confían en ti,
pues nunca los abandonas
cuando te buscan.

11 ¡Canten himnos a Dios,
que es el rey de Jerusalén!
¡Den a conocer entre los pueblos
todo lo que ha hecho!
12 Dios sabe que ustedes han sufrido,
y les hará justicia;
Dios siempre atiende a los pobres
cuando le piden ayuda.

13 Dios mío, ¡compadécete de mí!
¡Fíjate en los que me odian!
¡Mira cómo me afligen!
¡No dejes que me maten!
14 Tú me salvaste;
por eso estoy feliz.
Iré a donde todos me oigan,
y les diré a los que pasen
que también deben alabarte.

15 Los pueblos que no te conocen
han caído en su propia trampa;
han quedado atrapados
en la red que ellos tendieron.
16 Tú te has dado a conocer
como un juez siempre justo;
en cambio, los malvados
caen en su propia trampa.

17 ¡Que se mueran los malvados,
esas naciones que no te conocen
ni te toman en cuenta!
18 Pero tú, Dios mío,
nunca te olvides de los pobres
ni pongas fin a sus esperanzas.
19-20 ¡Vamos, mi Dios!
¡Llama a cuentas a las naciones!
¡Hazlos que sientan miedo!
¡No permitas que te desafíen!
¡Que sepan esos paganos
que no son más que polvo!

Oración por la victoria

SALMO 10 (9b)

10 Dios mío,
¿por qué te quedas tan lejos?,
¿por qué te escondes de mí
cuando más te necesito?
Los malvados y orgullosos
persiguen a los humildes,
pero acabarán por caer
en sus propias trampas.
3-4 Alaban a los ambiciosos,
pero a ti te menosprecian.
No te buscan,
porque para ellos no existes.
Son groseros. Levantan la nariz
y presumen de su codicia,
pues sólo en eso piensan;
¡siempre les va bien
en todo lo que hacen!

Tus leyes, Dios mío,
no las pueden entender.
Se burlan de sus enemigos,
y en su interior piensan
que jamás fracasarán,
que nunca tendrán problemas
y que siempre serán felices.
Sus palabras ofenden y lastiman;
tras sus palabras esconden
sus malas intenciones.
Andan por las calles
espiando a los inocentes,
para caerles encima
y matarlos a traición.
Siempre se andan escondiendo,
como el león en su cueva;
siempre están dispuestos a saltar
sobre la gente indefensa,
y en cuanto la atrapan,
la arrastran en su red.
10 Y así, quedan humillados
los que tienen la desgracia
de caer bajo su dominio.
11 Esos malvados piensan
que a ti no te importa,
y que hasta escondes la cara
para no ver lo que pasa.

12-15 ¡Vamos, Dios mío!
¡Llama a cuentas a los malvados!
¿Por qué han de burlarse de ti?
¡Pídeles cuentas de su maldad,
y bórralos de este mundo!
¿Por qué han de creer
que no les pedirás cuentas?
Tú conoces su maldad,
tomas en cuenta su violencia,
y un día les darás su merecido.
¡Tú acabarás con su poder!

¡Dios mío,
no te olvides de los humildes!
Los huérfanos y desvalidos
confían en ti;
¡tú eres quien los ayuda!

16-18 Tú, Dios mío, reinas para siempre
y escuchas la oración de los humildes.
Tú defiendes a los huérfanos
y a los que son maltratados;
tú los animas y les prestas atención.
Pero a los que no te reconocen
los echarás de tu tierra,
para que nadie en este mundo
vuelva a sembrar el terror.

Plegaria pidiendo vindicación

Sigaión de David, que cantó a Jehová acerca de las palabras de Cus hijo de Benjamín.

Jehová Dios mío, en ti he confiado;

Sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame,

No sea que desgarren mi alma cual león,

Y me destrocen sin que haya quien me libre.

Jehová Dios mío, si yo he hecho esto,

Si hay en mis manos iniquidad;

Si he dado mal pago al que estaba en paz conmigo

(Antes he libertado al que sin causa era mi enemigo),

Persiga el enemigo mi alma, y alcáncela;

Huelle en tierra mi vida,

Y mi honra ponga en el polvo. Selah

Levántate, oh Jehová, en tu ira;

Álzate en contra de la furia de mis angustiadores,

Y despierta en favor mío el juicio que mandaste.

Te rodeará congregación de pueblos,

Y sobre ella vuélvete a sentar en alto.

Jehová juzgará a los pueblos;

Júzgame, oh Jehová, conforme a mi justicia,

Y conforme a mi integridad.

Fenezca ahora la maldad de los inicuos, mas establece tú al justo;

Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón.(A)

10 Mi escudo está en Dios,

Que salva a los rectos de corazón.

11 Dios es juez justo,

Y Dios está airado contra el impío todos los días.

12 Si no se arrepiente, él afilará su espada;

Armado tiene ya su arco, y lo ha preparado.

13 Asimismo ha preparado armas de muerte,

Y ha labrado saetas ardientes.

14 He aquí, el impío concibió maldad,

Se preñó de iniquidad,

Y dio a luz engaño.

15 Pozo ha cavado, y lo ha ahondado;

Y en el hoyo que hizo caerá.

16 Su iniquidad volverá sobre su cabeza,

Y su agravio caerá sobre su propia coronilla.

17 Alabaré a Jehová conforme a su justicia,

Y cantaré al nombre de Jehová el Altísimo.

La gloria de Dios y la honra del hombre

Al músico principal; sobre Gitit. Salmo de David.

¡Oh Jehová, Señor nuestro,

Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!

Has puesto tu gloria sobre los cielos;

De la boca de los niños y de los que maman,(B) fundaste la fortaleza,

A causa de tus enemigos,

Para hacer callar al enemigo y al vengativo.

Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,

La luna y las estrellas que tú formaste,

Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,

Y el hijo del hombre, para que lo visites?(C)

Le has hecho poco menor que los ángeles,

Y lo coronaste de gloria y de honra.

Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;

Todo lo pusiste debajo de sus pies:(D)

Ovejas y bueyes, todo ello,

Y asimismo las bestias del campo,

Las aves de los cielos y los peces del mar;

Todo cuanto pasa por los senderos del mar.

¡Oh Jehová, Señor nuestro,

Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!

Acción de gracias por la justicia de Dios

Al músico principal; sobre Mut-labén. Salmo de David.

Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón;

Contaré todas tus maravillas.

Me alegraré y me regocijaré en ti;

Cantaré a tu nombre, oh Altísimo.

Mis enemigos volvieron atrás;

Cayeron y perecieron delante de ti.

Porque has mantenido mi derecho y mi causa;

Te has sentado en el trono juzgando con justicia.

Reprendiste a las naciones, destruiste al malo,

Borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre.

Los enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre;

Y las ciudades que derribaste,

Su memoria pereció con ellas.

Pero Jehová permanecerá para siempre;

Ha dispuesto su trono para juicio.

Él juzgará al mundo con justicia,

Y a los pueblos con rectitud.

Jehová será refugio del pobre,

Refugio para el tiempo de angustia.

10 En ti confiarán los que conocen tu nombre,

Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.

11 Cantad a Jehová, que habita en Sion;

Publicad entre los pueblos sus obras.

12 Porque el que demanda la sangre se acordó de ellos;

No se olvidó del clamor de los afligidos.

13 Ten misericordia de mí, Jehová;

Mira mi aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen,

Tú que me levantas de las puertas de la muerte,

14 Para que cuente yo todas tus alabanzas

En las puertas de la hija de Sion,

Y me goce en tu salvación.

15 Se hundieron las naciones en el hoyo que hicieron;

En la red que escondieron fue tomado su pie.

16 Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó;

En la obra de sus manos fue enlazado el malo. Higaion. Selah

17 Los malos serán trasladados al Seol,

Todas las gentes que se olvidan de Dios.

18 Porque no para siempre será olvidado el menesteroso,

Ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente.

19 Levántate, oh Jehová; no se fortalezca el hombre;

Sean juzgadas las naciones delante de ti.

20 Pon, oh Jehová, temor en ellos;

Conozcan las naciones que no son sino hombres. Selah

Plegaria pidiendo la destrucción de los malvados

10 ¿Por qué estás lejos, oh Jehová,

Y te escondes en el tiempo de la tribulación?

Con arrogancia el malo persigue al pobre;

Será atrapado en los artificios que ha ideado.

Porque el malo se jacta del deseo de su alma,

Bendice al codicioso, y desprecia a Jehová.

El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios;

No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.

Sus caminos son torcidos en todo tiempo;

Tus juicios los tiene muy lejos de su vista;

A todos sus adversarios desprecia.

Dice en su corazón: No seré movido jamás;

Nunca me alcanzará el infortunio.

Llena está su boca de maldición, y de engaños y fraude;(E)

Debajo de su lengua hay vejación y maldad.

Se sienta en acecho cerca de las aldeas;

En escondrijos mata al inocente.

Sus ojos están acechando al desvalido;

Acecha en oculto, como el león desde su cueva;

Acecha para arrebatar al pobre;

Arrebata al pobre trayéndolo a su red.

10 Se encoge, se agacha,

Y caen en sus fuertes garras muchos desdichados.

11 Dice en su corazón: Dios ha olvidado;

Ha encubierto su rostro; nunca lo verá.

12 Levántate, oh Jehová Dios, alza tu mano;

No te olvides de los pobres.

13 ¿Por qué desprecia el malo a Dios?

En su corazón ha dicho: Tú no lo inquirirás.

14 Tú lo has visto; porque miras el trabajo y la vejación, para dar la recompensa con tu mano;

A ti se acoge el desvalido;

Tú eres el amparo del huérfano.

15 Quebranta tú el brazo del inicuo,

Y persigue la maldad del malo hasta que no halles ninguna.

16 Jehová es Rey eternamente y para siempre;

De su tierra han perecido las naciones.

17 El deseo de los humildes oíste, oh Jehová;

Tú dispones su corazón, y haces atento tu oído,

18 Para juzgar al huérfano y al oprimido,

A fin de que no vuelva más a hacer violencia el hombre de la tierra.