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La fe de la mujer cananea(A)

21 Partiendo de allí, Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón. 22 Una mujer cananea de las inmediaciones salió a su encuentro, gritando:

―¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija sufre terriblemente por estar endemoniada.

23 Jesús no le respondió palabra. Así que sus discípulos se acercaron a él y le rogaron:

―Despídela, porque viene detrás de nosotros gritando.

24 ―No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel —contestó Jesús.

25 La mujer se acercó y, arrodillándose delante de él, le suplicó:

―¡Señor, ayúdame!

26 Él le respondió:

―No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros.

27 ―Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.

28 ―¡Mujer, qué grande es tu fe! —contestó Jesús—. Que se cumpla lo que quieres.

Y desde ese mismo momento quedó sana su hija.

Jesús alimenta a cuatro mil(B)(C)

29 Salió Jesús de allí y llegó a orillas del mar de Galilea. Luego subió a la montaña y se sentó. 30 Se le acercaron grandes multitudes que llevaban cojos, ciegos, lisiados, mudos y muchos enfermos más, y los pusieron a sus pies; y él los sanó. 31 La gente se asombraba al ver a los mudos hablar, a los lisiados recobrar la salud, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y alababan al Dios de Israel.

32 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

―Siento compasión de esta gente, porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer. No quiero despedirlos sin comer, no sea que se desmayen por el camino.

33 Los discípulos objetaron:

―¿Dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado suficiente pan para dar de comer a toda esta multitud?

34 ―¿Cuántos panes tenéis? —preguntó Jesús.

―Siete, y unos pocos pescaditos.

35 Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo. 36 Tomando los siete panes y los pescados, dio gracias, los partió y se los fue dando a los discípulos. Estos, a su vez, los distribuyeron a la gente. 37 Todos comieron hasta quedar satisfechos. Después los discípulos recogieron siete cestas llenas de pedazos que sobraron. 38 Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.

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