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Alimentación de los cuatro mil

(Mt. 15.32-39)

En aquellos días, como había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y si los enviare en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos. Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto? Él les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete. Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud. Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante. Y comieron, y se saciaron; y recogieron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas. Eran los que comieron, como cuatro mil; y los despidió. 10 Y luego entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.

La demanda de una señal

(Mt. 16.1-4; Lc. 12.54-56)

11 Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del cielo,(A) para tentarle. 12 Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación?(B) De cierto os digo que no se dará señal a esta generación. 13 Y dejándolos, volvió a entrar en la barca, y se fue a la otra ribera.

La levadura de los fariseos

(Mt. 16.5-12)

14 Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. 15 Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos,(C) y de la levadura de Herodes. 16 Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan. 17 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? 18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís?(D) ¿Y no recordáis? 19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce. 20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete. 21 Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?

Un ciego sanado en Betsaida

22 Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. 23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. 24 Él, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. 25 Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. 26 Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

La confesión de Pedro

(Mt. 16.13-20; Lc. 9.18-21)

27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.(E) 29 Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.(F) 30 Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.

Jesús anuncia su muerte

(Mt. 16.21-28; Lc. 9.22-27)

31 Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. 32 Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. 33 Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

34 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.(G) 35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.(H) 36 Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? 37 ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

Alimentación de los cuatro mil

En aquellos días, cuando de nuevo había una gran multitud que no tenía qué comer, (A)Jesús llamó a sus discípulos y les dijo*: Tengo compasión de la multitud porque hace ya tres días que están conmigo y no tienen qué comer(B); y si los despido sin comer a sus casas, desfallecerán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos. Sus discípulos le respondieron: ¿Dónde podrá alguien encontrar lo suficiente para saciar de pan[a] a estos aquí en el desierto? Y Él les preguntó[b]: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos respondieron: Siete. Entonces mandó* a la multitud que se recostara en el suelo; y tomando los siete panes, después de dar gracias, los partió y los iba dando a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente; y ellos los sirvieron a[c] la multitud. También tenían unos pocos pececillos; y después de bendecirlos(C), mandó que estos también los sirvieran[d]. Todos comieron y se saciaron; y recogieron de lo que sobró de los pedazos, siete canastas(D). Los que comieron eran unos cuatro mil; y los despidió. 10 Y subiendo enseguida a la barca con sus discípulos, fue a la región de Dalmanuta(E).

Los fariseos buscan señal

11 (F)Entonces salieron los fariseos y comenzaron a discutir con Él, buscando de Él una señal[e] del cielo(G) para ponerle[f] a prueba. 12 Suspirando profundamente(H) en su espíritu[g], dijo*: ¿Por qué pide señal[h](I) esta generación? En verdad os digo que no se le dará señal[i] a esta generación. 13 Y dejándolos, se embarcó otra vez y se fue al otro lado.

La levadura de los fariseos

14 Y se habían olvidado de tomar panes; y no tenían consigo en la barca sino solo un pan. 15 Y Él les encargaba[j] diciendo: ¡Tened cuidado! Guardaos de la levadura de los fariseos(J) y de la levadura de Herodes(K). 16 Y ellos discutían entre sí que no tenían panes. 17 Dándose cuenta Jesús, les dijo*: ¿Por qué discutís que no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Tenéis el corazón endurecido[k](L)? 18 Teniendo ojos, ¿no veis? Y teniendo oídos, ¿no oís(M)? ¿No recordáis 19 cuando partí los cinco panes entre los cinco mil(N)? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron*: Doce(O). 20 Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil(P), ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron*: Siete(Q). 21 Y les dijo[l]: ¿Aún no entendéis(R)?

El ciego de Betsaida

22 Llegaron* a Betsaida(S), y le trajeron* un ciego y le rogaron* que lo tocara(T). 23 Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir(U) en sus ojos y de poner las manos sobre él(V), le preguntó: ¿Ves algo? 24 Y levantando[m] la vista, dijo: Veo a los hombres, pero los veo[n] como árboles que caminan. 25 Entonces Jesús puso otra vez las manos sobre sus ojos, y él miró fijamente y fue restaurado; y lo veía todo con claridad. 26 Y lo envió a su casa diciendo: Ni aun en la aldea entres(W).

La confesión de Pedro

27 (X)Salió Jesús con sus discípulos a las aldeas de Cesarea de Filipo(Y); y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28 Y le respondieron, diciendo: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, uno de los profetas(Z). 29 Él les preguntó de nuevo: Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo*: Tú eres el Cristo[o](AA). 30 Y Él les advirtió severamente que no hablaran de Él a nadie(AB).

Jesús anuncia su muerte y resurrección

31 (AC)Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitar(AD). 32 Y les decía estas palabras claramente(AE). Y Pedro le llevó aparte y comenzó a reprenderle. 33 Mas Él volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo*: ¡Quítate de delante de mí[p], Satanás(AF)!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres.

Condiciones para seguir a Jesús

34 Y llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame(AG). 35 Porque el que quiera salvar su vida[q], la perderá; pero el que pierda su vida[r] por causa de mí y del evangelio, la salvará(AH). 36 Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? 37 Pues ¿qué dará un hombre a cambio de su alma? 38 Porque cualquiera que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre(AI) también se avergonzará(AJ) de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles(AK).

Footnotes

  1. Marcos 8:4 Lit.,panes
  2. Marcos 8:5 Lit., preguntaba
  3. Marcos 8:6 Lit., los pusieron delante de
  4. Marcos 8:7 Lit., pusieran delante
  5. Marcos 8:11 O, un milagro
  6. Marcos 8:11 Lit., poniéndole
  7. Marcos 8:12 O, en sí mismo
  8. Marcos 8:12 O, milagro
  9. Marcos 8:12 Lit., si una señal se dará
  10. Marcos 8:15 O, mandaba
  11. Marcos 8:17 O, insensible, o, embotado
  12. Marcos 8:21 Lit., decía
  13. Marcos 8:24 O, recobrando
  14. Marcos 8:24 O, me parecen
  15. Marcos 8:29 I.e., el Mesías
  16. Marcos 8:33 Lit., Ponte detrás de mí
  17. Marcos 8:35 O, alma
  18. Marcos 8:35 O, alma

Jesús alimenta a cuatro mil

En esos días, se reunió otra gran multitud, y de nuevo la gente quedó sin alimentos. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

—Siento compasión por ellos. Han estado aquí conmigo durante tres días y no les queda nada para comer. Si los envío a sus casas con hambre, se desmayarán en el camino porque algunos han venido desde muy lejos.

Sus discípulos respondieron:

—¿Cómo vamos a conseguir comida suficiente para darles de comer aquí en el desierto?

—¿Cuánto pan tienen?—preguntó Jesús.

—Siete panes—contestaron ellos.

Entonces Jesús le dijo a la gente que se sentara en el suelo. Luego tomó los siete panes, dio gracias a Dios por ellos, los partió en trozos y se los dio a sus discípulos, quienes repartieron el pan entre la multitud. También encontraron unos pescaditos, así que Jesús los bendijo y pidió a sus discípulos que los repartieran.

Todos comieron cuanto quisieron. Después los discípulos recogieron siete canastas grandes con la comida que sobró. Ese día había unos cuatro mil hombres en la multitud, y Jesús los envió a sus casas luego de que comieron. 10 Inmediatamente después, subió a una barca con sus discípulos y cruzó a la región de Dalmanuta.

Los fariseos exigen una señal milagrosa

11 Cuando los fariseos oyeron que Jesús había llegado, se acercaron y comenzaron a discutir con él. Para ponerlo a prueba, exigieron que les mostrara una señal milagrosa del cielo que demostrara su autoridad.

12 Cuando Jesús oyó esto, suspiró profundamente en su espíritu y dijo: «¿Por qué esta gente sigue exigiendo una señal milagrosa? Les digo la verdad, no daré ninguna señal a esta generación». 13 Luego regresó a la barca y los dejó y cruzó al otro lado del lago.

La levadura de los fariseos y de Herodes

14 Pero los discípulos se habían olvidado de llevar comida y solo tenían un pan en la barca. 15 Mientras cruzaban el lago, Jesús les advirtió: «¡Atención! ¡Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes!».

16 Al oír esto, comenzaron a discutir entre sí, pues no habían traído nada de pan. 17 Jesús supo lo que hablaban, así que les dijo:

—¿Por qué discuten por no tener pan? ¿Todavía no saben ni entienden? ¿Tienen el corazón demasiado endurecido para comprenderlo? 18 “Tienen ojos, ¿y no pueden ver? Tienen oídos, ¿y no pueden oír?”[a] ¿No recuerdan nada en absoluto? 19 Cuando alimenté a los cinco mil con cinco panes, ¿cuántas canastas con sobras recogieron después?

—Doce—contestaron ellos.

20 —Y cuando alimenté a los cuatro mil con siete panes, ¿cuántas canastas grandes con sobras recogieron?

—Siete—dijeron.

21 —¿Todavía no entienden?—les preguntó.

Jesús sana a un ciego

22 Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas llevaron a un hombre ciego ante Jesús y le suplicaron que lo tocara y lo sanara. 23 Jesús tomó al ciego de la mano y lo llevó fuera de la aldea. Luego escupió en los ojos del hombre, puso sus manos sobre él y le preguntó:

—¿Puedes ver algo ahora?

24 El hombre miró a su alrededor y dijo:

—Sí, veo a algunas personas, pero no puedo verlas con claridad; parecen árboles que caminan.

25 Entonces Jesús puso nuevamente sus manos sobre los ojos del hombre y fueron abiertos. Su vista fue totalmente restaurada y podía ver todo con claridad. 26 Jesús lo envió a su casa y le dijo:

—No pases por la aldea cuando regreses a tu casa.

Declaración de Pedro acerca de Jesús

27 Jesús y sus discípulos salieron de Galilea y fueron a las aldeas cerca de Cesarea de Filipo. Mientras caminaban, él les preguntó:

—¿Quién dice la gente que soy?

28 —Bueno—contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen que eres uno de los otros profetas.

29 Entonces les preguntó:

—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?

Pedro contestó:

—Tú eres el Mesías.[b]

30 Pero Jesús les advirtió que no le contaran a nadie acerca de él.

Jesús predice su muerte

31 Entonces Jesús comenzó a decirles que el Hijo del Hombre[c] tendría que sufrir muchas cosas terribles y ser rechazado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los maestros de la ley religiosa. Lo matarían, pero tres días después resucitaría. 32 Mientras hablaba abiertamente de eso con sus discípulos, Pedro lo llevó aparte y empezó a reprenderlo por decir semejantes cosas.[d]

33 Jesús se dio la vuelta, miró a sus discípulos y reprendió a Pedro: «¡Aléjate de mí, Satanás!—dijo—. Ves las cosas solamente desde el punto de vista humano, no del punto de vista de Dios».

34 Entonces llamó a la multitud para que se uniera a los discípulos, y dijo: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz y seguirme. 35 Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás; pero si entregas tu vida por mi causa y por causa de la Buena Noticia, la salvarás. 36 ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma[e]? 37 ¿Hay algo que valga más que tu alma? 38 Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje en estos días de adulterio y de pecado, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en la gloria de su Padre con sus santos ángeles».

Footnotes

  1. 8:18 Jr 5:21.
  2. 8:29 O el Cristo. Tanto Cristo (término griego) como Mesías (término hebreo) quieren decir «ungido».
  3. 8:31 «Hijo del Hombre» es un título que Jesús empleaba para referirse a sí mismo.
  4. 8:32 O empezó a corregirlo.
  5. 8:36 O tu propio ser?; similar en 8:37.

Jesús alimenta a los cuatro mil(A)(B)

En aquellos días se reunió de nuevo mucha gente. Como no tenían nada que comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

—Siento compasión de esta gente porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer. Si los despido a sus casas sin haber comido, se van a desmayar por el camino, porque algunos de ellos han venido de lejos.

Los discípulos objetaron:

—¿Dónde se va a conseguir suficiente pan en este lugar despoblado para darles de comer?

—¿Cuántos panes tienen? —preguntó Jesús.

—Siete —respondieron ellos.

Luego Jesús mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes, dio gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos para que los repartieran a la gente. Así lo hicieron. Tenían además unos cuantos pescaditos. Dio gracias por ellos también y dijo a los discípulos que los repartieran. La gente comió hasta quedar satisfecha. Después los discípulos recogieron siete cestas de pedazos que sobraron. Los que comieron eran unos cuatro mil. Tan pronto como los despidió, 10 Jesús subió a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

11 Llegaron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús. Para ponerlo a prueba, le pidieron una señal del cielo. 12 Él lanzó un profundo suspiro y dijo:[a] «¿Por qué pide esta generación una señal milagrosa? Les aseguro que no habrá ninguna señal». 13 Entonces los dejó, volvió a embarcarse y cruzó al otro lado.

La levadura de los fariseos y la de Herodes

14 Los discípulos habían olvidado llevar panes y solo tenían uno en la barca.

15 —Presten atención —advirtió Jesús—; ¡cuídense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes!

16 Ellos comentaban los unos con los otros: «Lo dice porque no trajimos pan». 17 Al darse cuenta de esto, Jesús dijo:

—¿Por qué están hablando de que no tienen pan? ¿Todavía no ven ni entienden? ¿Tienen el corazón endurecido? 18 ¿Es que tienen ojos, pero no ven, y oídos, pero no oyen? ¿Acaso no recuerdan? 19 Cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron?

—Doce —respondieron ellos.

20 —Y, cuando partí los siete panes para los cuatro mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogieron?

—Siete —dijeron.

21 Entonces concluyó:

—¿Y todavía no entienden?

Jesús sana a un ciego en Betsaida

22 Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas llevaron un ciego a Jesús y rogaron que lo tocara. 23 Él tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, preguntó:

—¿Puedes ver algo?

24 El hombre alzó los ojos y dijo:

—Veo gente; parecen árboles que caminan.

25 Entonces le puso de nuevo las manos sobre los ojos, y el ciego fue curado; recobró la vista y comenzó a ver todo con claridad. 26 Jesús lo mandó a su casa con esta advertencia:

—No vayas a entrar en el pueblo.[b]

La confesión de Pedro(C)

27 Jesús y sus discípulos salieron hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino les preguntó:

—¿Quién dice la gente que soy yo?

28 Le respondieron:

—Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías y otros que uno de los profetas.

29 —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —preguntó Jesús.

—Tú eres el Cristo —afirmó Pedro.

30 Jesús ordenó que no hablaran a nadie acerca de él.

Jesús predice su muerte(D)

31 Luego comenzó a enseñarles:

—El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los líderes religiosos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la Ley. Es necesario que lo maten y que a los tres días resucite.

32 Habló de esto con toda claridad. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo. 33 Pero Jesús se dio la vuelta, miró a sus discípulos y reprendió a Pedro.

—¡Aléjate de mí, Satanás! —le dijo—. Tú no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

34 Entonces llamó a la multitud y a sus discípulos.

—Si alguien quiere ser mi discípulo —dijo—, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. 35 Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio la salvará. 36 ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde la vida? 37 ¿O qué se puede dar a cambio de la vida? 38 Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

Footnotes

  1. 8:12 lanzó … dijo. Lit. suspirando en su espíritu dijo.
  2. 8:26 pueblo. Var. pueblo, ni a decírselo a nadie en el pueblo.

Jesús alimenta a mucha gente

Un día, mucha gente volvió a reunirse junto a Jesús, y como no tenían nada para comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

—Siento compasión de toda esta gente. Ya han estado conmigo tres días y no tienen nada que comer. Algunos han venido desde muy lejos; si los mando a sus casas sin comer, pueden desmayarse en el camino.

Sus discípulos le respondieron:

—Pero en este lugar no vive nadie. ¿Dónde vamos a conseguir comida para tanta gente?

Jesús les preguntó:

—¿Cuántos panes tienen?

—Siete —contestaron los discípulos.

Jesús le ordenó a la gente que se sentara en el suelo. Luego tomó los siete panes y dio gracias a Dios. Partió los panes en pedazos y se los entregó a sus discípulos, para que ellos los repartieran entre la gente. Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado.

Como también tenían unos cuantos pescaditos, Jesús dio gracias y mandó que los repartieran.

Todos los que estaban allí comieron hasta quedar satisfechos, y con los pedazos que sobraron llenaron siete canastas. Los que comieron eran como cuatro mil personas.

Luego Jesús los despidió, 10 subió a la barca y se fue con sus discípulos a la región de Dalmanuta.[a]

Una señal milagrosa

11 Los fariseos llegaron a donde estaba Jesús y comenzaron a discutir con él. Para ponerle una trampa, le pidieron que demostrara con alguna señal milagrosa que él venía de parte de Dios.

12 Jesús se molestó mucho por esto, y dijo: «¿Por qué siempre piden ustedes una señal? Les aseguro que no se les dará ninguna.»

13 Entonces Jesús los dejó, volvió a subir a la barca, y se fue al otro lado del lago.

Las enseñanzas de los fariseos

14 Los discípulos se habían olvidado de llevar comida, y sólo tenían un pan en la barca. 15 Jesús les advirtió:

—Les recomiendo que se cuiden de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes Antipas.

16 Los discípulos comenzaron a hablar entre ellos y decían:

—Seguramente dijo eso porque no trajimos pan.

17 Jesús se dio cuenta de lo que hablaban y les dijo:

—¿Por qué hablan de pan? ¿Todavía no comprenden? ¿Tienen la mente cerrada? 18 Si tienen ojos, ¿cómo es que no ven? Si tienen oídos, ¿por qué no oyen? ¿No se acuerdan 19 de aquella vez, cuando repartí cinco panes entre cinco mil hombres? ¿Cuántas canastas llenaron entonces con lo que sobró?

Los discípulos respondieron:

—Doce canastas.

20 Jesús les preguntó:

—Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenaron?

—Siete —contestaron los discípulos.

21 Jesús les dijo entonces:

—¿Y todavía no entienden?

Jesús sana a un ciego en Betsaida

22 Cuando llegaron al pueblo de Betsaida, unas personas guiaron a un ciego hasta Jesús y le pidieron que lo tocara.

23 Jesús tomó al ciego de la mano y lo llevó fuera del pueblo. Después le mojó los ojos con saliva, colocó las manos sobre él, y le preguntó si veía algo. 24 El ciego respondió:

—Veo gente, pero parecen árboles que caminan.

25 Entonces Jesús volvió a ponerle las manos sobre los ojos. El hombre miró de nuevo con cuidado, y vio todo claramente, porque ya estaba sano.

26 Jesús le mandó que volviera a su casa, y le dijo:

—No regreses al pueblo.

¿Quién es Jesús?

27 Después de esto, Jesús y sus discípulos fueron a los caseríos cercanos al pueblo de Cesarea de Filipo. En el camino, Jesús les preguntó:

—¿Qué dice la gente acerca de mí?

28 Los discípulos contestaron:

—Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros dicen que eres el profeta Elías. Hay otros que piensan que eres alguno de los profetas.

29 Entonces Jesús les preguntó:

—Y ustedes, ¿qué opinan? ¿Quién soy yo?

Y Pedro contestó:

—Tú eres el Mesías.

30 Jesús les ordenó que no le contaran a nadie que él era el Mesías.

Jesús habla de su muerte

31 Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos lo que le iba a pasar:

«Yo, el Hijo del hombre, voy a sufrir mucho. Seré rechazado por los líderes del pueblo, por los sacerdotes principales y por los maestros de la Ley. Me van a matar, pero tres días después resucitaré.»

32 Como Jesús habló tan claramente de su muerte, Pedro lo llevó aparte y lo reprendió por hablar de eso. 33 Pero Jesús se volvió, y frente a todos sus discípulos regañó a Pedro: «¡Pedro, estás hablando como Satanás! ¡Apártate de mí, pues no entiendes los planes de Dios! Te comportas como cualquier ser humano.»

34 Después, Jesús llamó a sus discípulos y a la gente, y les dijo:

«Si ustedes quieren ser mis discípulos, tienen que olvidarse de hacer su propia voluntad. Tienen que estar dispuestos a morir en una cruz y a hacer lo que yo les diga. 35 Porque si sólo les preocupa salvar la vida, la van a perder. Pero si deciden dar su vida por mí y por anunciar las buenas noticias, entonces se salvarán. 36 De nada sirve que una persona gane todo lo que quiera en el mundo, si al fin de cuentas pierde su vida. 37 Y no hay nada que una persona pueda dar para salvar su vida.

38 »Delante de esta gente malvada que rechaza a Dios, no se avergüencen de mí ni de mis palabras. Si lo hacen, yo, el Hijo del hombre, me avergonzaré de ustedes cuando venga con el poder de mi Padre y con sus ángeles.»

Footnotes

  1. Marcos 8:10 Dalmanuta: Este lugar es desconocido.