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VI.— LA PASCUA DE JESÚS (22,1—24,49)

El complot contra Jesús (Mt 26,1-5; Mc 14,1-2; Jn 11,45-53)

22 Ya estaba cerca la fiesta de los Panes sin levadura, es decir, de la Pascua, y los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley andaban buscando la manera de matar a Jesús, pues temían al pueblo.

Judas traiciona a Jesús (Mt 26,14-16; Mc 14,10-11)

Entonces Satanás entró en Judas, al que llamaban Iscariote, que era uno de los Doce. Este fue a tratar con los jefes de los sacerdotes y con los oficiales de la guardia del Templo el modo de entregarles a Jesús. Ellos se alegraron y, a cambio, le ofrecieron dinero. Judas aceptó el trato y comenzó a buscar una oportunidad para entregárselo sin que la gente se diera cuenta.

Los discípulos preparan la cena de Pascua (Mt 26,17-19; Mc 14,12-16)

Llegado el día de los Panes sin levadura, cuando debía sacrificarse el cordero de Pascua, Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles:

— Vayan a preparar nuestra cena de Pascua.

Le preguntaron:

— ¿Dónde quieres que la preparemos?

10 Jesús les contestó:

— Cuando entren en la ciudad encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo hasta la casa donde entre 11 y díganlo al dueño de la casa: “El Maestro dice: ¿Cuál es la estancia donde voy a celebrar la cena de Pascua con mis discípulos?”. 12 Él les mostrará una sala amplia y ya dispuesta en el piso de arriba. Prepárenlo todo allí.

13 Los discípulos fueron y encontraron las cosas como Jesús les había dicho. Y prepararon la cena de Pascua.

La cena del Señor (Mt 26,26-30; Mc 14,22-25; 1 Co 11,23-25)

14 Cuando llegó la hora, Jesús se sentó a la mesa junto con los apóstoles. 15 Entonces les dijo:

— ¡Cuánto he deseado comer esta Pascua con ustedes antes de mi muerte! 16 Porque les digo que no volveré a comerla hasta que tenga su cumplimiento en el reino de Dios.

17 Tomó luego en sus manos una copa, dio gracias a Dios y dijo:

— Tomen esto y repártanlo entre ustedes, 18 porque les digo que ya no beberé más de este fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.

19 Después tomó pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio diciendo:

— Esto es mi cuerpo, entregado en favor de ustedes. Hagan esto en recuerdo de mí.

20 Lo mismo hizo con la copa después de haber cenado, diciendo:

— Esta copa es la nueva alianza, confirmada con mi sangre, que va a ser derramada en favor de ustedes. 21 Pero ahora, sobre la mesa y junto a mí, está la mano del que me traiciona. 22 Es cierto que el Hijo del hombre ha de recorrer el camino que le está señalado, pero ¡ay de aquel que lo traiciona!

23 Los discípulos comenzaron entonces a preguntarse unos a otros quién de ellos sería el traidor.

Grandeza del servicio cristiano (Mt 20,25-27; Mc 10,42-44)

24 Surgió también una disputa entre los apóstoles acerca de cuál de ellos era el más importante. 25 Jesús entonces les dijo:

— Los reyes someten las naciones a su dominio, y los que ejercen poder sobre ellas se hacen llamar bienhechores. 26 Pero entre ustedes no debe ser así. Antes bien, el más importante entre ustedes debe ser como el más pequeño, y el que dirige debe ser como el que sirve. 27 Pues ¿quién es más importante, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿No es, acaso, el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.

28 Pero ustedes son los que han permanecido a mi lado en mis pruebas. 29 Por eso, yo quiero asignarles un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, 30 para que coman y beban en la mesa de mi reino, y se sienten en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Jesús predice la negación de Pedro (Mt 26,31-35; Mc 14,27-31; Jn 13,36-38)

31 Y el Señor dijo:

— Simón, Simón, Satanás los ha reclamado a ustedes para zarandearlos como a trigo en la criba; 32 pero yo he pedido por ti, para que no desfallezca tu fe. Y tú, cuando recuperes la confianza, ayuda a tus hermanos a permanecer firmes.

33 Pedro le dijo:

— ¡Señor, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel e incluso a la muerte!

34 Jesús le contestó:

— Pedro, te digo que no cantará hoy el gallo sin que hayas negado tres veces que me conoces.

La hora decisiva

35 Les dijo también Jesús:

— Cuando los envié sin bolsa, sin zurrón y sin sandalias, ¿les faltó acaso algo?

Ellos contestaron:

— Nada.

36 Y continuó diciéndoles:

— Pues ahora, en cambio, el que tenga una bolsa, que la lleve consigo, y que haga lo mismo el que tenga un zurrón; y el que no tenga espada, que venda su manto y la compre. 37 Porque les digo que tiene que cumplirse en mí lo que dicen las Escrituras: Lo incluyeron entre los criminales. Todo lo que se ha escrito de mí, tiene que cumplirse.

38 Ellos dijeron:

— ¡Señor, aquí tenemos dos espadas!

Él les contestó:

— ¡Es bastante!

Jesús ora en Getsemaní (Mt 26,36-46; Mc 14,32-42)

39 Después de esto, Jesús salió y, según tenía por costumbre, se dirigió al monte de los Olivos en compañía de sus discípulos. 40 Cuando llegaron, les dijo:

— Oren para que puedan resistir la prueba.

41 Luego se alejó de ellos como un tiro de piedra, se puso de rodillas y oró:

42 — Padre, si quieres, líbrame de esta copa de amargura; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

43 [Entonces se le apareció un ángel del cielo para darle fuerzas. 44 Jesús, lleno de angustia, oraba intensamente. Y le caía el sudor al suelo en forma de grandes gotas de sangre].

45 Después de orar, se levantó y se acercó a sus discípulos. Los encontró dormidos, vencidos por la tristeza, 46 y les preguntó:

— ¿Cómo es que duermen? Levántense y oren para que puedan resistir la prueba.

Jesús es arrestado (Mt 26,47-56; Mc 14,43-50; Jn 18,3-12)

47 Todavía estaba hablando Jesús, cuando se presentó un grupo de gente encabezado por el llamado Judas, que era uno de los Doce. Este se acercó a Jesús para besarlo; 48 pero Jesús le dijo:

— Judas, ¿con un beso vas a entregar al Hijo del hombre?

49 Los que acompañaban a Jesús, al ver lo que sucedía, le preguntaron:

— Señor, ¿los atacamos con la espada?

50 Y uno de ellos dio un golpe al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. 51 Pero Jesús dijo:

— ¡Déjenlo! ¡Basta ya!

En seguida tocó la oreja herida y la curó. 52 Luego dijo a los jefes de los sacerdotes, a los oficiales de la guardia del Templo y a los ancianos que habían salido contra él:

— ¿Por qué han venido a buscarme con espadas y garrotes, como si fuera un ladrón? 53 Todos los días he estado entre ustedes en el Templo, y no me detuvieron. ¡Pero esta es la hora de ustedes, la hora del poder de las tinieblas!

Pedro niega a Jesús (Mt 26,57-58.69-75; Mc 14,53-54; 66-72; Jn 18,15-18.25-27)

54 Apresaron, pues, a Jesús, se lo llevaron y lo introdujeron en la casa del sumo sacerdote. Pedro iba detrás a cierta distancia. 55 En medio del patio de la casa habían encendido fuego, y estaban sentados en torno a él; también Pedro estaba sentado entre ellos. 56 En esto llegó una criada que, viendo a Pedro junto al fuego, se quedó mirándolo fijamente y dijo:

— Este también estaba con él.

57 Pedro lo negó, diciendo:

— Mujer, ni siquiera lo conozco.

58 Poco después lo vio otro, que dijo:

— También tú eres uno de ellos.

Pedro replicó:

— No lo soy, amigo.

59 Como cosa de una hora más tarde, un tercero aseveró:

— Seguro que este estaba con él, pues es galileo.

60 Entonces Pedro exclamó:

— ¡Amigo, no sé qué estás diciendo!

Todavía estaba Pedro hablando, cuando cantó un gallo. 61 En aquel momento, el Señor se volvió y miró a Pedro. Se acordó Pedro de que el Señor le había dicho: “Hoy mismo, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces” 62 y, saliendo, lloró amargamente.

Burlas e insultos contra Jesús (Mt 26,67-68; Mc 14,65)

63 Los hombres que custodiaban a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban. 64 Tapándole los ojos, le decían:

— ¡Adivina quien te ha pegado!

65 Y proferían contra él toda clase de insultos.

Jesús ante el Consejo Supremo (Mt 26,59-66; Mc 14,55-64; Jn 18,12-14.19-24)

66 Cuando se hizo de día, se reunieron los ancianos del pueblo, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, y llevaron a Jesús ante el Consejo Supremo. 67 Allí le preguntaron:

— ¿Eres tú el Mesías? ¡Dínoslo de una vez!

Jesús contestó:

— Aunque se lo diga a ustedes, no me van a creer; 68 y si les hago preguntas, no me van a contestar. 69 Sin embargo, desde ahora mismo, el Hijo del hombre estará sentado junto a Dios todopoderoso.

70 Todos preguntaron:

— ¿Así que tú eres el Hijo de Dios?

Jesús respondió:

— Ustedes lo dicen: yo soy.

71 Entonces ellos dijeron:

— ¿Para qué queremos más testigos? Nosotros mismos lo hemos oído de sus propios labios.

El complot para matar a Jesús

(Mt. 26.1-5,14-16; Mr. 14.1-2,10-11; Jn. 11.45-53)

22 Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua.(A) Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo matarle; porque temían al pueblo.

Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce; y este fue y habló con los principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia, de cómo se lo entregaría. Ellos se alegraron, y convinieron en darle dinero. Y él se comprometió, y buscaba una oportunidad para entregárselo a espaldas del pueblo.

Institución de la Cena del Señor

(Mt. 26.17-29; Mr. 14.12-25; Jn. 13.21-30; 1 Co. 11.23-26)

Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua. Y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id, preparadnos la pascua para que la comamos. Ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que la preparemos? 10 Él les dijo: He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare, 11 y decid al padre de familia de esa casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? 12 Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad allí. 13 Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua.

14 Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. 15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! 16 Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. 17 Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. 19 Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. 20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto(B) en mi sangre,(C) que por vosotros se derrama. 21 Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. 22 A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado;(D) pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado! 23 Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto.

La grandeza en el servicio

24 Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor.(E) 25 Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; 26 mas no así vosotros,(F) sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve.(G) 27 Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.(H)

28 Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. 29 Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, 30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.(I)

Jesús anuncia la negación de Pedro

(Mt. 26.31-35; Mr. 14.27-31; Jn. 13.36-38)

31 Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; 32 pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. 33 Él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la muerte. 34 Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.

Bolsa, alforja y espada

35 Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado,(J) ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada. 36 Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una. 37 Porque os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los inicuos;(K) porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento. 38 Entonces ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta.

Jesús ora en Getsemaní

(Mt. 26.36-46; Mr. 14.32-42)

39 Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 40 Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. 41 Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, 42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. 45 Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; 46 y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.

Arresto de Jesús

(Mt. 26.47-56; Mr. 14.43-50; Jn. 18.2-11)

47 Mientras él aún hablaba, se presentó una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos; y se acercó hasta Jesús para besarle. 48 Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? 49 Viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? 50 Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. 51 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó. 52 Y Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos, que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos? 53 Habiendo estado con vosotros cada día en el templo,(L) no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.

Pedro niega a Jesús

(Mt. 26.57-58,69-75; Mr. 14.53-54,66-72; Jn. 18.12-18,25-27)

54 Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos. 55 Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos. 56 Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También este estaba con él. 57 Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco. 58 Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy. 59 Como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también este estaba con él, porque es galileo. 60 Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. 61 Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 62 Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.

Jesús escarnecido y azotado

(Mt. 26.67-68; Mr. 14.65)

63 Y los hombres que custodiaban a Jesús se burlaban de él y le golpeaban; 64 y vendándole los ojos, le golpeaban el rostro, y le preguntaban, diciendo: Profetiza, ¿quién es el que te golpeó? 65 Y decían otras muchas cosas injuriándole.

Jesús ante el concilio

(Mt. 26.59-66; Mr. 14.55-64; Jn. 18.19-24)

66 Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio, diciendo: 67 ¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; 68 y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis. 69 Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios. 70 Dijeron todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy. 71 Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.