Jesús ante el concilio

66 Cuando se hizo de día, se reunió el concilio de los ancianos[a](A) del pueblo, tanto los principales sacerdotes como los escribas, y llevaron a Jesús[b](B) ante su concilio[c](C), diciendo: 67 Si tú eres el Cristo[d](D), dínoslo. Pero Él les dijo: Si os lo digo, no creeréis; 68 y si os pregunto, no responderéis. 69 Pero de ahora en adelante, el Hijo del Hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios(E). 70 Dijeron todos: Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios(F)? Y Él les respondió: Vosotros decís que yo soy(G). 71 Y ellos dijeron: ¿Qué necesidad tenemos ya de testimonio? Pues nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca.

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Footnotes

  1. Lucas 22:66 I.e., el Sanedrín
  2. Lucas 22:66 Lit., El
  3. Lucas 22:66 O, Sanedrín
  4. Lucas 22:67 I.e., el Mesías

Jesús ante el concilio

(Mt. 26.59-66; Mr. 14.55-64; Jn. 18.19-24)

66 Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio, diciendo: 67 ¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; 68 y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis. 69 Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios. 70 Dijeron todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy. 71 Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.

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Muerte de Judas

Entonces Judas(A), el que le había entregado, viendo que Jesús había sido condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata(B) a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: He pecado entregando sangre inocente. Pero ellos dijeron: A nosotros, ¿qué? ¡Allá tú[a](C)! Y él, arrojando las piezas de plata en el santuario(D), se marchó; y fue y se ahorcó(E). Y los principales sacerdotes tomaron las piezas de plata, y dijeron: No es lícito ponerlas en el tesoro del templo, puesto que es precio de sangre. Y después de celebrar consejo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para sepultura de los forasteros. Por eso ese campo se ha llamado Campo de Sangre(F) hasta hoy. Entonces se cumplió lo anunciado[b] por medio del profeta Jeremías, cuando dijo: (G)Y tomaron[c] las treinta piezas de plata, el precio de aquel cuyo precio había sido fijado por los hijos de Israel; 10 y las dieron[d] por el Campo del Alfarero, como el Señor me había ordenado.

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Footnotes

  1. Mateo 27:4 Lit., Tú verás
  2. Mateo 27:9 Lit., dicho
  3. Mateo 27:9 O, tomé
  4. Mateo 27:10 Algunos mss. dicen: di

Muerte de Judas

Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre.(A) Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; 10 y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.(B)

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18 (Este, pues, con el precio de su infamia[a](A) adquirió un terreno(B), y cayendo de cabeza se reventó por el medio, y todas sus entrañas se derramaron. 19 Y esto llegó al conocimiento de todos los que habitaban en Jerusalén, de manera que aquel terreno se llamó en su propia lengua[b](C) Acéldama, es decir, campo de sangre.)

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Footnotes

  1. Hechos 1:18 Lit., iniquidad
  2. Hechos 1:19 O, dialecto

18 Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. 19 Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre.(A)

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