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La autoridad de Jesús

(Mt. 21.23-27; Mr. 11.27-33)

20 Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas?, ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad? Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme: El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta. Y respondieron que no sabían de dónde fuese. Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas.

Los labradores malvados

(Mt. 21.33-44; Mr. 12.1-11)

Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña,(A) la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo. 10 Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. 11 Volvió a enviar otro siervo; mas ellos a este también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías. 12 Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a este echaron fuera, herido. 13 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá cuando le vean a él, le tendrán respeto. 14 Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra. 15 Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? 16 Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Dios nos libre! 17 Pero él, mirándolos, dijo: ¿Qué, pues, es lo que está escrito:

La piedra que desecharon los edificadores

Ha venido a ser cabeza del ángulo?(B)

18 Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará.

La cuestión del tributo

(Mt. 21.45-46; 22.15-22; Mr. 12.12-17)

19 Procuraban los principales sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo. 20 Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador. 21 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. 22 ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? 23 Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? 24 Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César. 25 Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 26 Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron.

La pregunta sobre la resurrección

(Mt. 22.23-33; Mr. 12.18-27)

27 Llegando entonces algunos de los saduceos, los cuales niegan haber resurrección,(C) le preguntaron, 28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano.(D) 29 Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos. 30 Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. 31 La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia. 32 Finalmente murió también la mujer. 33 En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?

34 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; 35 mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. 36 Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. 37 Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.(E) 38 Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven. 39 Respondiéndole algunos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho. 40 Y no osaron preguntarle nada más.

¿De quién es hijo el Cristo?

(Mt. 22.41-46; Mr. 12.35-37)

41 Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42 Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos:

Dijo el Señor a mi Señor:

Siéntate a mi diestra,

43 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.(F)

44 David, pues, le llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo?

Jesús acusa a los escribas

(Mt. 23.1-36; Mr. 12.38-40; Lc. 11.37-54)

45 Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: 46 Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; 47 que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; estos recibirán mayor condenación.

La autoridad de Jesús puesta en duda

20 (A)Y aconteció que en uno de los días cuando Él enseñaba a la gente en el templo(B) y anunciaba el evangelio(C), se le enfrentaron los principales sacerdotes y los escribas con los ancianos(D), y le hablaron, diciéndole: Dinos, ¿con qué autoridad haces estas cosas, o quién te dio esta autoridad? Respondiendo Él, les dijo: Yo también os haré una pregunta[a]; decidme: El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Y ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: «Del cielo», Él dirá: «¿Por qué no le creísteis?». Pero si decimos: «De los hombres», todo el pueblo nos matará a pedradas, pues están convencidos de que Juan era un profeta(E). Y respondieron que no sabían de dónde era. Jesús entonces les dijo: Tampoco yo os diré[b] con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los labradores malvados

(F)Y comenzó a referir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y la arrendó a labradores, y se fue de viaje por mucho tiempo. 10 Y al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para que le dieran parte del fruto de la viña; pero los labradores, después de golpearlo, lo enviaron con las manos vacías. 11 Volvió a enviar otro siervo; y ellos también a este, después de golpearlo y ultrajarlo, lo enviaron con las manos vacías. 12 Volvió a enviar un tercero; y a este también lo hirieron y echaron fuera. 13 Entonces el dueño[c] de la viña dijo: «¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá a él lo respetarán(G)». 14 Pero cuando los labradores lo vieron, razonaron entre sí, diciendo: «Este es el heredero; matémoslo para que la heredad sea nuestra». 15 Y arrojándolo fuera de la viña, lo mataron. Por tanto, ¿qué les hará el dueño[d] de la viña? 16 Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará la viña a otros(H). Y cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Nunca suceda tal cosa(I)! 17 Pero Él, mirándolos fijamente, dijo: Entonces, ¿qué quiere decir[e] esto que está escrito:

«La piedra que desecharon los constructores(J),
esa, en piedra angular[f] se ha convertido(K)»?

18 Todo el que caiga sobre esa piedra será hecho pedazos; y aquel sobre quien ella caiga, lo esparcirá como polvo(L).

El pago del impuesto al César

19 Los escribas y los principales sacerdotes procuraron echarle mano(M) en aquella misma hora, pero temieron al pueblo; porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola. 20 (N)Y acechándole, enviaron espías que fingieran ser justos, para sorprenderle en alguna declaración[g](O) a fin de entregarle al poder y autoridad del gobernador(P). 21 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que hablas y enseñas rectamente, y no te guías por las apariencias[h], sino que enseñas con verdad el camino de Dios. 22 ¿Nos es lícito pagar[i] impuesto al César(Q), o no? 23 Pero Él, percibiendo su astucia, les dijo: 24 Mostradme un denario[j]. ¿De quién es la imagen y la inscripción que lleva? Y ellos le dijeron: Del César. 25 Entonces Él les dijo: Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios(R). 26 Y no podían sorprenderle en palabra alguna[k](S) delante del pueblo; y maravillados de su respuesta, callaron.

Pregunta sobre la resurrección

27 (T)Y acercándose a Él algunos de los saduceos (los que dicen que no hay resurrección), le preguntaron, 28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: «Si el hermano de alguno muere, teniendo mujer, y no deja hijos, que su hermano tome la mujer y levante descendencia a su hermano(U)». 29 Eran, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin dejar hijos; 30 y el segundo[l] 31 y el tercero la tomaron; y de la misma manera también los siete, y murieron sin dejar hijos. 32 Por último, murió también la mujer. 33 Por tanto, en la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer. 34 Y Jesús les dijo: Los hijos de este siglo(V) se casan y son dados en matrimonio, 35 pero los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo(W) y la resurrección de entre los muertos, ni se casan ni son dados en matrimonio; 36 porque tampoco pueden ya morir, pues son como ángeles, y son hijos de Dios(X), siendo hijos de la resurrección. 37 Pero que los muertos resucitan, aun Moisés lo enseñó, en aquel pasaje sobre la zarza ardiendo, donde llama al Señor, el Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob(Y). 38 Él no es Dios de muertos, sino de vivos(Z); porque todos viven para Él(AA). 39 Y algunos de los escribas respondieron, y dijeron: Maestro, bien has hablado. 40 Porque ya no se atrevían a preguntarle nada(AB).

Jesús, Hijo y Señor de David

41 (AC)Entonces Él les dijo: ¿Cómo es que dicen que el Cristo[m] es el hijo de David(AD)? 42 Pues David mismo dice en el libro de los Salmos:

El Señor dijo a mi Señor:
«Siéntate a mi diestra(AE),
43 hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies(AF)».

44 David, por tanto, le llama «Señor». ¿Cómo, pues, es Él su hijo?

Advertencia contra los escribas

45 (AG)Mientras todo el pueblo escuchaba, dijo a los discípulos: 46 Cuidaos de los escribas, a quienes les gusta andar con vestiduras largas, y son amantes de los saludos respetuosos en las plazas, y de ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes(AH); 47 que devoran las casas de las viudas, y por las apariencias hacen largas oraciones; ellos recibirán mayor condenación.

Footnotes

  1. Lucas 20:3 Lit., preguntaré una palabra
  2. Lucas 20:8 Lit., os digo
  3. Lucas 20:13 Lit., señor
  4. Lucas 20:15 Lit., señor
  5. Lucas 20:17 Lit., ¿qué es
  6. Lucas 20:17 Lit., cabeza del ángulo
  7. Lucas 20:20 Lit., tomarle en su palabra
  8. Lucas 20:21 Lit., no recibes apariencia
  9. Lucas 20:22 Lit., dar
  10. Lucas 20:24 Un denario valía aprox. 4 gramos de plata, o el equivalente al salario de un día
  11. Lucas 20:26 Lit., tomarle en su palabra
  12. Lucas 20:30 Algunos mss. agregan: tomó la mujer, el cual también murió sin hijos
  13. Lucas 20:41 I.e., el Mesías

Desafían la autoridad de Jesús

20 Cierto día, mientras Jesús enseñaba a la gente y predicaba la Buena Noticia en el templo, los principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y los ancianos se le acercaron.

—¿Con qué autoridad haces todas estas cosas?—le reclamaron—. ¿Quién te dio el derecho?

—Primero, déjenme hacerles una pregunta—les respondió él—. La autoridad de Juan para bautizar, ¿provenía del cielo o era meramente humana?

Ellos discutieron el asunto unos con otros: «Si decimos que provenía del cielo, preguntará por qué nosotros no le creímos a Juan, pero si decimos que era meramente humana, la gente nos apedreará, porque están convencidos de que Juan era un profeta». Entonces finalmente contestaron que no sabían.

Jesús respondió:

—Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los agricultores malvados

Jesús se dirigió nuevamente a la gente y les contó la siguiente historia: «Un hombre plantó un viñedo, lo alquiló a unos agricultores arrendatarios y se mudó a vivir a otro país por varios años. 10 Llegado el tiempo de la cosecha de la uva, envió a uno de sus siervos para recoger su parte de la cosecha; pero los agricultores atacaron al siervo, le dieron una paliza y lo mandaron de regreso con las manos vacías. 11 Así que el dueño envió a otro siervo, pero a este también lo insultaron, le dieron una paliza y lo despacharon con las manos vacías. 12 Entonces envió a un tercer hombre, a quien lastimaron y echaron a patadas.

13 »“¿Qué haré?—se preguntó el dueño—. ¡Ya sé! Enviaré a mi querido hijo. Sin duda a él lo respetarán”.

14 »Sin embargo, cuando los agricultores vieron al hijo, se dijeron unos a otros: “Aquí viene el heredero de esta propiedad. ¡Matémoslo y nos quedaremos con la propiedad!”. 15 Entonces lo arrastraron fuera del viñedo y lo asesinaron.

»¿Qué creen ustedes que hará con ellos el dueño del viñedo? —preguntó Jesús—. 16 Les diré: irá y matará a esos agricultores y alquilará el viñedo a otros».

—¡Qué terrible que suceda algo así!—protestaron los oyentes.

17 Jesús los miró y les dijo:

—Entonces, ¿a qué se refiere la siguiente Escritura:

“La piedra que los constructores rechazaron
    ahora se ha convertido en la piedra principal”[a] ?

18 Todo el que tropiece con esa piedra se hará pedazos, y la piedra aplastará a quienes les caiga encima.

19 Los maestros de la ley religiosa y principales sacerdotes querían arrestar a Jesús en ese mismo momento, porque se dieron cuenta de que contaba esa historia en contra de ellos, pues ellos eran los agricultores malvados; pero tenían miedo de la reacción de la gente.

Los impuestos para el César

20 Esperando su oportunidad, los líderes mandaron espías que se hicieron pasar por hombres sinceros. Trataban de hacer que Jesús dijera algo que pudieran informar al gobernador de Roma para que lo arrestara.

21 —Maestro—le dijeron—, sabemos que dices y enseñas lo que es correcto y no te dejas influir por lo que piensan otros. Enseñas con verdad el camino de Dios. 22 Ahora dinos, ¿es correcto que paguemos impuestos al César o no?

23 Jesús se dio cuenta de la trampa y dijo:

24 —Muéstrenme una moneda romana.[b] ¿A quién pertenecen la imagen y el título grabados en la moneda?

—Al César—contestaron.

25 —Bien —dijo—, entonces den al César lo que pertenece al César y den a Dios lo que pertenece a Dios.

26 Así que no pudieron atraparlo por lo que decía en público. En cambio, quedaron asombrados de su respuesta y se callaron.

Discusión acerca de la resurrección

27 Después se acercaron a Jesús algunos saduceos, líderes religiosos que dicen que no hay resurrección de los muertos. 28 Le plantearon la siguiente pregunta:

—Maestro, Moisés nos dio una ley que dice que si un hombre muere y deja a una esposa sin haber tenido hijos, su hermano debe casarse con la viuda y darle un hijo para que el nombre del hermano continúe.[c] 29 Ahora bien, supongamos que había siete hermanos. El mayor se casó y murió sin dejar hijos. 30 Entonces el segundo hermano se casó con la viuda, pero él también murió. 31 Luego el tercer hermano se casó con ella. Lo mismo sucedió con los siete, quienes murieron sin dejar hijos. 32 Por último, la mujer también murió. 33 Entonces dinos, ¿de quién será esposa en la resurrección? ¡Pues los siete estuvieron casados con ella!

34 Jesús respondió:

—El matrimonio es para las personas aquí en la tierra; 35 pero en el mundo que vendrá, los que sean dignos de ser levantados de los muertos no se casarán, ni se darán en casamiento, 36 ni volverán a morir. En este sentido, serán como ángeles. Ellos son hijos de Dios e hijos de la resurrección.

37 »Ahora bien, en cuanto a si los muertos resucitarán, hasta Moisés demostró esto cuando escribió acerca de la zarza ardiente. Mucho después de que Abraham, Isaac y Jacob murieron, él se refirió al Señor[d] como “el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”[e]. 38 Por lo tanto, él es Dios de los que están vivos, no de los muertos, porque todos están vivos para él.

39 «¡Bien dicho, Maestro!», comentaron algunos de los maestros de la ley religiosa que estaban allí. 40 Y después nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

¿De quién es hijo el Mesías?

41 Entonces Jesús les planteó una pregunta: «¿Cómo es que se dice que el Mesías es hijo de David? 42 Pues David mismo escribió en el libro de los Salmos:

“El Señor le dijo a mi Señor:
    Siéntate en el lugar de honor a mi derecha,
43 hasta que humille a tus enemigos
    y los ponga por debajo de tus pies”[f] .

44 Si David llamó al Mesías “Señor”, ¿cómo es posible que el Mesías sea su hijo?».

45 Entonces, mientras la multitud escuchaba, se dirigió a sus discípulos y les dijo: 46 «¡Cuídense de los maestros de la ley religiosa! Pues les gusta pavonearse en túnicas largas y sueltas y les encanta recibir saludos respetuosos cuando caminan por las plazas. ¡Y cómo les encanta ocupar los asientos de honor en las sinagogas y sentarse a la mesa principal en los banquetes! 47 Sin embargo, estafan descaradamente a las viudas para apoderarse de sus propiedades y luego pretenden ser piadosos haciendo largas oraciones en público. Por eso, serán castigados con severidad».

Footnotes

  1. 20:17 Sal 118:22.
  2. 20:24 En griego un denario.
  3. 20:28 Ver Dt 25:5-6.
  4. 20:37a En griego cuando escribió acerca de la zarza. Él se refirió al Señor.
  5. 20:37b Ex 3:6.
  6. 20:42-43 Sal 110:1.

La autoridad de Jesús puesta en duda(A)

20 Un día, mientras Jesús enseñaba al pueblo en el Templo y les predicaba las buenas noticias, se acercaron los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, junto con los líderes religiosos.

—Dinos con qué autoridad haces esto —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad?

—Yo también voy a hacerles una pregunta a ustedes —respondió él—. Díganme: El bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de los hombres?

Ellos, pues, lo discutieron entre sí: «Si respondemos “del cielo”, nos dirá “¿por qué no le creyeron?”. Pero si decimos “de los hombres”, todo el pueblo nos apedreará, porque están convencidos de que Juan era un profeta».

Así que respondieron:

—No sabemos de dónde era.

Entonces Jesús dijo:

—Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago esto.

Parábola de los labradores malvados(B)

Pasó luego a contarle a la gente esta parábola:

—Un hombre plantó un viñedo, se lo arrendó a unos labradores y se fue de viaje por largo tiempo. 10 Llegada la cosecha, mandó un siervo a los labradores para que le dieran parte de la cosecha. Pero los labradores lo golpearon y lo despidieron con las manos vacías. 11 Les envió otro siervo, pero también a este lo golpearon, lo humillaron y lo despidieron con las manos vacías. 12 Entonces envió un tercero, pero aun a este lo hirieron y lo expulsaron.

13 »Entonces pensó el dueño del viñedo: “¿Qué voy a hacer? Enviaré a mi hijo amado; seguro que a él sí lo respetarán”. 14 Pero cuando lo vieron los labradores, trataron el asunto. “Este es el heredero —dijeron—. Matémoslo y la herencia será nuestra”. 15 Así que lo arrojaron fuera del viñedo y lo mataron.

»¿Qué les hará el dueño? 16 Volverá, acabará con esos labradores y dará el viñedo a otros.

Al oír esto, la gente exclamó:

—¡Dios no lo quiera!

17 Mirándolos fijamente, Jesús les dijo:

—Entonces, ¿qué significa esto que está escrito:

»“La piedra que desecharon los constructores
    ha llegado a ser la piedra angular”?[a]

18 Todo el que caiga sobre esa piedra quedará despedazado y, si ella cae sobre alguien, lo hará polvo.

19 Los maestros de la Ley y los jefes de los sacerdotes, cayendo en cuenta que la parábola iba dirigida contra ellos, buscaron la manera de echarle mano en aquel mismo momento. Pero temían al pueblo.

El pago de impuestos al césar(C)

20 Entonces, para acecharlo, enviaron espías que fingían ser gente honorable. Pensaban atrapar a Jesús en algo que él dijera y así poder entregarlo a la jurisdicción del gobernador.

21 —Maestro —dijeron los espías—, sabemos que lo que dices y enseñas es correcto. No juzgas por las apariencias, sino que de verdad enseñas el camino de Dios. 22 ¿Nos está permitido pagar impuestos al césar o no?

23 Pero Jesús, dándose cuenta de sus malas intenciones, respondió:

24 —Muéstrenme una moneda romana.[b] ¿De quién es esta imagen y esta inscripción?

—Del césar —contestaron.

25 —Entonces —dijo Jesús—, denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.

26 No pudieron atraparlo en lo que decía en público. Así que, admirados de su respuesta, se callaron.

La resurrección y el matrimonio(D)

27 Luego, algunos de los saduceos, que decían que no hay resurrección, se acercaron a Jesús y le plantearon un problema:

28 —Maestro, Moisés nos enseñó en sus escritos que si un hombre muere y deja a la viuda sin hijos, el hermano de ese hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga descendencia. 29 Pues bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar hijos. 30 Entonces el segundo 31 y el tercero se casaron con ella, y así sucesivamente murieron los siete sin dejar hijos. 32 Por último, murió también la mujer. 33 Ahora bien, en la resurrección, ¿de cuál será esposa esta mujer, ya que los siete estuvieron casados con ella?

34 —La gente de este mundo se casa y se da en casamiento —contestó Jesús—. 35 Pero los que sean dignos de tomar parte en el mundo venidero por la resurrección no se casarán ni serán dados en casamiento, 36 ni tampoco podrán morir, pues serán como los ángeles. Son hijos de Dios porque toman parte en la resurrección. 37 Pero que los muertos resucitan lo dio a entender Moisés mismo en el pasaje sobre la zarza, pues llama al Señor “el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”.[c] 38 Él no es Dios de muertos, sino de vivos; en efecto, para él todos ellos viven.

39 Algunos de los maestros de la Ley respondieron:

—¡Bien dicho, Maestro!

40 Y ya no se atrevieron a hacerle más preguntas.

¿De quién es hijo el Cristo?(E)

41 Pero Jesús les preguntó:

—¿Cómo es que dicen que el Cristo es descendiente de David? 42 David mismo declara en el libro de los Salmos:

»“Dijo el Señor a mi Señor:
    ‘Siéntate a mi derecha,
43 hasta que ponga a tus enemigos
    por debajo de tus pies’ ”.[d]

44 David lo llama “Señor”. ¿Cómo puede entonces ser su descendiente?

45 Mientras todo el pueblo lo escuchaba, Jesús dijo a sus discípulos:

46 —Cuídense de los maestros de la Ley. Les gusta pasearse con ropas ostentosas y les encanta que los saluden en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes. 47 Se apoderan de los bienes de las viudas y a la vez hacen largas plegarias para impresionar a los demás. Estos recibirán peor castigo.

Footnotes

  1. 20:17 Sal 118:22.
  2. 20:24 una moneda romana. Lit. un denario.
  3. 20:37 Éx 3:6.
  4. 20:43 Sal 110:1.

La autoridad de Jesús

20 Jesús estaba en el templo enseñando a la gente y anunciando las buenas noticias. Los sacerdotes principales, los maestros de la Ley y los líderes del país se acercaron y le preguntaron:

—¿Quién te dio autoridad para hacer todo esto?

Jesús les contestó:

—Yo también voy a preguntarles algo: ¿Quién le dio autoridad a Juan el Bautista para bautizar? ¿Dios, o alguna otra persona?

Ellos comenzaron a discutir, y se decían unos a otros: «Si contestamos que fue Dios quien le dio autoridad a Juan, Jesús nos preguntará por qué no le creímos. Y si decimos que fue un ser humano, la gente nos matará a pedradas, porque creen que Juan era un profeta enviado por Dios.» Entonces respondieron:

—No sabemos quién le dio autoridad a Juan.

Jesús les dijo:

—Pues yo tampoco les diré quién me da autoridad para hacer todo esto.

La viña alquilada

Jesús le puso a la gente este ejemplo:

«El dueño de un terreno sembró una viña, luego la alquiló y se fue de viaje por largo tiempo. 10 Cuando llegó la época de la cosecha, envió a un sirviente para pedir la parte que le correspondía. Pero los hombres que alquilaron la viña golpearon al sirviente y lo enviaron con las manos vacías.

11 »El dueño envió a otro sirviente, pero también a éste lo golpearon, lo insultaron y lo enviaron sin nada. 12 Luego envió a otro, y a éste también lo hirieron y lo echaron fuera de la viña.

13 »Finalmente, el dueño se puso a pensar: “¿Qué puedo hacer?” Y se dijo: “Ya sé; enviaré a mi hijo que tanto quiero. Estoy seguro que a él sí lo respetarán.”

14 »Cuando aquellos hombres vieron que había llegado el hijo del dueño, se dijeron unos a otros: “Este muchacho es el que recibirá la viña cuando el dueño muera. Vamos a matarlo; así nos quedaremos con el terreno.”

15 »Entonces agarraron al muchacho, lo sacaron del terreno y lo mataron.»

Después Jesús preguntó:

—¿Qué piensan ustedes que hará el dueño con aquellos hombres? 16 Seguramente, cuando regrese, los matará y luego entregará la viña a otras personas.

Cuando la gente oyó eso, dijo:

—¡Eso, jamás!

17 Jesús miró a todos y les dijo:

—Entonces, cuando la Biblia dice:

“La piedra que rechazaron
los constructores del templo
es ahora la piedra principal”,

»¿qué quiso decir con eso? 18 Porque todo el que caiga sobre esa piedra quedará hecho pedazos. Y si la piedra cae sobre alguien, lo dejará hecho polvo.»

19 Los sacerdotes principales y los maestros de la Ley se dieron cuenta de que Jesús los estaba comparando con los hombres malos que alquilaron la viña. Entonces quisieron apresar a Jesús en ese mismo instante, pero no se atrevieron porque le tenían miedo a la gente.

Una trampa para Jesús

20 Los enemigos de Jesús querían arrestarlo y entregarlo al gobernador romano. Pero, como no tenían de qué acusarlo, enviaron a unos espías para que se hicieran pasar por personas buenas y vigilaran en qué momento Jesús decía algo malo.

21 Los espías le dijeron a Jesús:

—Maestro, sabemos que siempre dices la verdad. Tú enseñas que todos deben obedecer a Dios, y tratas a todos por igual. 22 Por eso te preguntamos: ¿Está bien que paguemos impuestos al emperador de Roma, o no?

23 Como Jesús sabía que ellos querían ponerle una trampa, les respondió:

24 —Muéstrenme una moneda. ¿De quién es la imagen que está en la moneda? ¿De quién es el nombre que tiene escrito?

Ellos contestaron:

—Del emperador de Roma.

25 Jesús les dijo:

—Pues denle al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.

26 Los espías no lograron que Jesús cayera en la trampa. Quedaron sorprendidos por su respuesta y no supieron decir nada más.

Los saduceos hablan con Jesús

27 Después, unos saduceos fueron a ver a Jesús. Como ellos no creían que los muertos pueden volver a vivir, 28 le preguntaron:

—Maestro, Moisés escribió que, si un hombre muere sin tener hijos con su esposa, el hermano de ese hombre debe casarse con esa mujer y tener hijos con ella. De acuerdo con la ley, esos hijos son del hermano muerto y llevan su nombre.

29 »Pues bien, aquí vivían siete hermanos. El hermano mayor se casó y, tiempo más tarde, murió sin tener hijos. 30 El segundo hermano se casó con la misma mujer, pero tiempo después también él murió sin tener hijos. 31 Lo mismo sucedió con el tercer hermano y con el resto de los siete hermanos. 32 El tiempo pasó y la mujer también murió.

33 »Ahora bien, cuando Dios haga que todos los muertos vuelvan a vivir, ¿de quién será esposa esta mujer, si estuvo casada con los siete?

34 Jesús contestó:

—Ahora los hombres y las mujeres se casan. 35 Pero Dios decidirá quiénes merecen volver a vivir. Cuando eso suceda, nadie se casará 36 ni morirá. Todos serán como los ángeles, y por haber vuelto a vivir serán hijos de Dios. 37 Hasta Moisés mismo nos demuestra que los muertos vuelven a vivir. En la historia del arbusto que ardía,[a] Moisés dijo que Dios es el Dios de sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. 38 Con eso, Moisés estaba demostrando que Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Dios todos ellos están vivos.[b]

39 Algunos maestros de la Ley que estaban allí dijeron:

—¡Maestro, diste una buena respuesta!

40 Después de esto, ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas.

La pregunta acerca del Mesías

41 Jesús preguntó a los que estaban allí:

—¿Por qué dice la gente que el Mesías será un descendiente del rey David? 42 Si en el libro de los Salmos el mismo David dice:

“Dios le dijo a mi Señor el Mesías:
‘Siéntate a la derecha de mi trono,
43 hasta que yo derrote a tus enemigos.’”

44 »Si David llama Señor al Mesías, ¿cómo puede ser el Mesías descendiente de David?

Advertencia

45 Delante de toda la gente, Jesús les dijo a sus discípulos:

46 —¡Cuídense de los maestros de la Ley! A ellos les gusta vestir como gente importante, y que los saluden en el mercado con mucho respeto. Cuando van a una fiesta o a la sinagoga, les gusta ocupar los mejores puestos. 47 Ellos les quitan a las viudas sus casas, y luego hacen oraciones muy largas para que todos piensen que son gente buena. Pero Dios los castigará más duro que a los demás.

Footnotes

  1. Lucas 20:37 Véase Éxodo 3.1-6.
  2. Lucas 20:38 Jesús dice que si Dios es adorado por Abraham, Isaac y Jacob, ellos deben estar con vida, porque Dios es Dios de los que están vivos.